Comía mi cereal en silencio, era domingo apenas el sol salía mi idea era irme a la biblioteca, y volver a la mansión de noche mi plan del fin de semana era aburrido lo sé pero debía asegurarme ir a la universidad. —Buenos días mi adorada coletitas. —Se escuchó una voz cantarina entrar a la cocina. Escuchar a Sisi me hizo atragantar, con el cereal, definitivamente debí levantarme más temprano «solo finge demencia y Sisi te dejará tranquila». —Buenos días Sisi.—Respondí el saludo calmada, tenía esperanzas, de que Sisi no me interrogara por lo que vió anoche, enserio tenía esperanzas. —Tú y yo tenemos una conversación pendiente mi pequeña coletitas ¿Quieres comenzar? —cuestionó la castaña con voz cantarina, mientras se sentaba frente a mí, descansando sus brazos en la encimera. Y ahí estaba yo, despidiéndome de mis planes de huir temprano, para evitar a Sisi y sus muchas preguntas. —¿Y bien Gabrielle...? —volvió a hablar la castaña en tono de interrogatorio, la escena de la noch
La tarde llegó y al llegar del centro comercial, me sorprendió el auto de Zack en la mansión, Lara apagó su auto y ambas bajamos. Yo me fui de inmediato a la entrada de la cocina, me iba a ir a mi habitación para por fin poder estudiar un poco y no perder mi día libre, pero mi hermana me detuvo a medio camino y nuevamente yo y el estudio nos perderíamos esa cita. —Gabrielle tú y yo tenemos que hablar. —Juliette se veía molesta. El semblante de mi hermana no era el mejor, no podía evitar preguntarme si algo había hecho mal, o aún peor temía que Sisi le hubiera contado todo, pensé mejor la situación y descarte la última opción de haber sido eso mi hermana no estaría así sería mucho peor. —¿Ahora? —pregunté con fastidio solo quería estudiar y por lo visto ese domingo no se iba a poder. —Si señorita ahora. —Siseo la pelinegra mayor muy molesta. —Sueltalo entonces. —Dije sentandome frente a la encimera. —viste el auto que es
Era viernes después de una larga y tediosa semana de trabajo y escuela, por fin era viernes, hoy varias chicas de mi salón y yo acordamos ir a un club muy exclusivo, legalmente ni yo ni Charlotte podemos entrar a ese lugar y las chicas de nuestro salón menos. —Pero que importa solo será está noche. —Pensé mientras guardaba mis cosas, hoy me iría con Charlie después de clases, ya que uno de los motivos de ir a ese club era festejar su cumpleaños. —Gabrielle dormirás hoy en casa de los shinomoto, no es así. —Ibquirió Juliette. —Si. —Respondí sin quitar la vista de mi mochila, no podía olvidar nada. —Deseale de mi parte felíz cumpleaños a la pequeña Charlotte, toma es para tu amiga. —Mi hermana me ofreció una caja pequeña de brillante envoltura y moño rosa llamativo. —Claro hermana. —Me despedí y salí como rayo de la mansión, ni siquiera desayuné. No quería tentar mi suerte y que Juliette se pusiera con sus suspicacias y mis planes de ir a ese club se esfumaran. Tomé unos cuadernos
La aguja del reloj se movía tan lento, yo no quitaba mis ojos del aparato, el constante tic toc me ponía de nervios, rogaba que en este preciso instante Sisi estuviera en la oficina del director buscando mi celular.—¡Gabrielle! —al escuchar a Charlotte gritarme al oído pegué un brinco de mi asiento. —¡Ah! ¿Por qué me gritas? —me quejaba tapándome los oídos. —Llevo llamandote mucho rato, ya es hora de irnos además no escuchas los altavoces, te llaman de la oficina del director. —Decía Charlotte rodando sus ojos. Recogí mis cosas apresurada, todo lo metí apretujado en mi mochila, salí disparada a la dirección, teniendo varios tropezones en el camino. Charlotte y las otras chicas iban trás de mi extrañamente el lugar estaba lleno de estudiantes y todos eran Chicas. Me detuve frente al escritorio de la secretaria del director. —Hola Katherine escuché que me llamaste. —Las palabras salían agitadas por la carrera, que acababa de dar para llegar a la oficina del director. —Hola Dupont
—¡Cómo crees que voy a usar ese colgante de niña Lara! —exclamó el rubio negandose a la petición de la muchacha pelirroja que lo miraba con cara de cachorro. —Vamos estrellita yo también usaré uno mira. —Decía la muchacha mostrándole su cuello. Helios rodó los ojos con fastidio. —Tú eres una chica preciosa, a ti te queda lindo, pero vamos, pareceré gay con eso preciosa, además Abel y Luck me harán su objetivo de burlas. —Se quejó el rubio. Helios iba a seguir alegando pero al ver ese par de gemas esmeraldas, cristalinas por las lágrimas acumuladas tragó grueso oficialmente había metido la pata. —Te da pena usarlo. —Dijo Lara con un hilo de voz.—Es que nunca estamos juntos por tus giras y esas cosas y quería usar esos colgantes contigo, en señal de aunque no estemos juntos físicamente siempre estaremos cerca de corazón. —Dijo la pelirroja limpiando sus lágrimas. —Esta bien conejita usaré ese colgante de nena, porque te amo. —Dijo él acercándose a la chica, ella le colocó la
Tres años han transcurrido, el matrimonio de Helios y Lara ha tenido sus altas y bajas, después de un embarazo de alto riesgo y una traumática, perdida comprometiendo uno de sus ovarios, logró nuevamente quedar embarazada, hoy haría su baby shower, porque se mudaria con Helios, en unos meses y su amiga Ángela insistió en adenlatar la fiesta. Lara y Helios vivirían en una nueva casa, como ella soñaba con un enorme jardín, a Cole no le hacía gracia tener a la pelirroja tan lejos, siempre le reprochaba a su hermana que su matrimonio era un chiste; su esposo casi nunca estaba con ella, que ponía a su carrera por la encima de ella. Una lágrima bajó por su mejilla, a veces Cole por su afán de protegerla, la hería con sus comentarios tan duros. Limpió su lágrima indiscreta, se puso frente al espejo, aún no se notaba su pancita, estaba ansiosa por qué los meses pasarán y poder tener a su pequeño en sus brazos.Recordando, la tarde, que fueron a su primer control con el ginecólogo; saliendo
La pelirroja llegó, con una bandeja de bocadillos y dos tazas con humeante y delicioso café, seguidamente Lara tomó asiento, frente a Gabrielle. —¿Cuántas de azúcar quieres Gabrielle? tardé unos segundos en reaccionar a la pregunta de Lara, la verdad era que me sentía extraña, no incómoda solo extraña. Una opresión en mi pecho no me abandonaba. —Dos por favor. —Una y dos, espero y te guste, es una marca colombiana y sabe a chocolate. Tomé la taza, el aroma era exquisito, dí un sorbo y definitivamente, estaba muy rico el café. —¿Qué tal la universidad? —preguntaba Lara, para sacar tema de conversación. —Bien la verdad es que me fascina la psicología, mucho más de lo que imaginaba. —Respondí volviendo a poner la taza en la mesa. —No te veo desde aquella noche, que viniste a traer el obsequio de la señora Valentina y Sofia. —Lo siento es que entre la universidad y el trabajo, en la mansión, no tengo mucho tiempo. —Me excusaba, vine a ver a Lara por insistencia de la señora Val
Ha pasado una semana, desde la muerte de Lara, Helios se negaba a aceptarlo, por complicaciones médicas se quedó más tiempo internado en el hospital. Entré silenciosa a la habitación de Helios, me partía el alma verlo así, recibir la noticia de la muerte de Lara y de su pequeño que aún no había nacido le afectó mucho. —¿Qué haces aquí? —preguntó el rubio en un hilo de voz. —Yo...bu...eno solo quería verte y saber cómo seguías. —Mi voz era temblorosa, no sabía exactamente que decir, o hacer. —Tú Gabrielle enserio ¿Tú cómo crees que estoy? —espetó Helios con veneno en las palabras. Sabía mi pregunta era tonta, obviamente estaba mal, yo no podía imaginar el dolor que cargaba Helios en este momento, perder a los dos seres más importantes de tu vida, en una noche es para desquiciarse. —Lo siento no debí venir yo...—¡Espera! —llamó Helios incorporándose en la cama. —Si. —Respondí aún sin darme la vuelta. —Ven aquí por favor. —Pidió el rubio bajando de nuevo, su voz. Solté la perill