—¿Aún estás enojada?
Negué como respuesta, subí las rodillas a mi pecho tomando mis piernas como soporte mirando el lago.—,¿Segura?—Si Artemis, creo que en realidad no estuve enojada contigo, creo que me exalte un poco y por eso parecía que estaba enojada.—Te entiendo cuando Nataniel me contó yo reaccioné igual que tú mi ángel, pero cree nada pasará a nuestra niña o alguien más.—Artemis es algo que tú no puedes asegurar, Victoria me dijo algo que es muy cierto y no es bueno que Emily lo sepa nuestra hija tardó mucho en sanar sus traumas con ese secuestro.—Estoy de acuerdo con Victoria en no hacer ruido con este tema.Tomó la mano de Ángela entrelazando sus dedos.—Hoy en la mañana extrañé darte tus buenos días.Lo dicho por Artemis me hizo recordar lo sucedido hoy en la mañana.—¿Estás bien? —pregunto Artemis tocando la frente de su esposa—, estás roja.—Anoche no fuimIsotta miró seria a la pelirroja a su lado en este momento no se sentía en condiciones de alzar la voz aunque quisiera hacerlo. —Isotta ya estamos aquí tal como tú lo requeriste. —Si tía ¿Para qué nos necesitas? —empero Helios extrañado—, es raro la toda poderosa Isotta Lombardi nunca necesita de nadie, o eso es lo que das a entender. —Habló el rubio de anteojos con ironía. —Preferiría prescindir de su innecesaria presencia —comentó la mujer con un dejo de ironía en su voz—, pero da la casualidad que está es una decisión que no debo tomar sola. —Es sobre lo que habíamos hablado ¿Verdad? —cuestionó Artemis cerrando el folder que estaba frente a ella. El pelinegro había hablado hace un par de días con Isotta sobre el futuro de la dirección de la compañía. —Así es querido Artemis —dijo la mujer seguida de un asentimiento de cabeza—, muchachos se que ustedes no están interesados en llevar las riendas del grupo Lombardi y yo no tuve problemas en asumir la responsabilidad de todo pu
Se alegró al ver un rostro conocido. —Ami me alegra verte. —A mi igual. —Respondió la sonriente doctora Parker. —Y dime Ami ¿Por qué el cambio? —Inquirió el pelinegro. —Bueno la verdad era esto o California y no quería estar lejos de mis seres queridos, además desde que cambiamos a Alana de escuela es más extrovertida y un cambio así sería retroceder y obviamente Abel no quería irse. —Te entiendo. —Bueno esto hay que celebrarlo cardiología ha ganado una doctora excelente. —Halagó el pelinegro a una de las mejores amigas de su esposa. —Artemis —llamó Helios llegando a la cafetería. —Hola Helios ¿Estás libre? —Si y por eso te busco tú y yo tenemos un tema de conversación. —Si lo sé es verdad, tú y yo tenemos un asunto que no puede tratar. —Secundó Artemis de acuerdo con su hermano menor. Ami entendió que el tema era importante y su presencia estaba demás, se levantó de su sil
Ya está historia está en su recta final ¿qué creen que pasará? me tomé unos días pues no me sentía bien. Se podían apreciar los últimos rayos de sol del día, el naranja el rojo y el violeta predominaban en el cielo parecía una enorme acuarela. —Llegamos señorita Lombardi. Ignoró el llamado del chófer notificando que ya habían llegado a casa. —Señorita. —Llamó nuevamente el muchacho con más fuerza en su voz.Parpadeó repetidas veces ya había escuchado al chófer. —¿Qué ocurre? —Ya llegamos señorita. —Repitió el amable chófer abriendo la puerta de la jovencita. —Si disculpe tomas. —No tiene nada de que disculparse señorita Lombardi, solamente su día no fue fácil. —Exactamente Tom, mi día fue una porquería. —Se quejó la adolescente con intención de abrir la puerta del auto.Al ver a la muchacha dirigiéndose a la salida decidió actuar —espere un momento señorita yo abro la puerta. —El chófer bajó rápidamente del lugar del conductor, abrió la puerta del auto. En cuanto Emily puso u
Tomó una bocanada de aire terminó aceptando la petición de su abuela y fue a su casa a cenar con su esposo e hijos, fue recibida por una mujer delgada y alta, de una alta coleta y vestimenta negra. —Buenas noches —saludó Gabrielle a la mujer que les recibió —, ¿Está Alexa? —preguntó la pelinegra. —Si señora, su abuela la espera. —respondió la mujer recalcando el parentesco familiar de la pelinegra y su señora—, adelante pasen. Helios tomó de la mano a Gabrielle la situación le ponía algo nerviosa, eso por no decir incómoda. —¡Mira mami un piano! —señaló la pequeña Serena un piano de cola en color café.La pequeña pelirroja corrió al instrumento animada, sentandose en el banco de este, el pequeño y su hermana mayor Selene fueron con la pequeña en el piano. —Niños bajen de ese lugar. —Ordenó Gabrielle a los tres traviesos. —Dejalos jugar querida —habló Alexandra bajando los últimos escalones—, buenas noches, me alegra que vinieras Gabrielle y aún más que trajeras a tu familia. —B
Abrió sus ojos por los rayos de sol que entraban libres por la ventana. —Mily —llamó la pequeña Lara estrujando sus ojitos—, volviste a dejar la ventana abierta y...La niña calló al ver que estaba sola en la cama —Emily, hermana ¿Estás en el baño? Al no recibir respuesta la pequeña se levantó de la cama dirigiéndose al baño, pensó que su hermana estaba dándose un baño y como usualmente tomaba sus baños oyendo música no escuba cuando le hablaban. Entró al baño y no había nada, se puso sus pantuflas de conejo y salió de la habitación. —Hola pequeña —habló el ama de llaves tras Lara, traía en sus manos un jarrón lleno de recien cortadas —, ¿Qué haces despierta tan temprano pequeña? —Hola Cecil —saludó la niña sin dejar de mirar a los lados—, has visto a mi hermana. —No preciosa, ¿No está en su habitación? —empero la mujer dejando las flores en un jarrón. —Anoche me quedé en la habitación de mi hermana, Cecil por eso te digo que no está conmigo. —Ya veo pequeña pero desperté tempr
Tembló al ver de nuevo ese rostro, aquella mujer había protagonizado sus pesadillas por mucho tiempo. —Pensé que ya estabas grandecita para seguir haciéndote pipí. La voz de esa mujer la hizo llorar, creyó que esa sensación de peligro desaparecería, pero no fue así ahí estaba de nuevo y está vez no era como las brujas de los cuentos de hadas, esta vez era real. —¿Asombrada? —cuestionó la rubia acercarcabdose a la jovencita—, ¿Por qué no dices nada? El gato te comió la lengua, o se te fue la voz. Al no recibir respuesta de la chica Tabita apretó a la jovencita del mentón con fuerza clavando ligeramente las uñas en la delicada piel de la adolescente. De sus temblorosos labios no salieron palabras, solo quejidos de dolor ocasionadas por el fuerte agarre, parecía un halcón cazando una presa. —Habla maldita mocosa —dijo arrastrando las palabras, endureciendo su mandíbula—, ¡Habla niña maldita sea! —gritó Tabita hecha una furia. —¿Por qué me hace esto? —preguntó Emily en un susurro
Apenas su madre le llamó fue al hospital, se sintió tonto como no se dió cuenta antes que estaba pasando. Vió a su madre y hermano en la sala de espera.—¿Cómo está? —preguntó apenas estuvo frente a ellos. —En este momento están haciéndole un lavado estomacal. —Dijo Helios recostado a la pared. —Fue envenenada con veneno para ratas, el médico dijo que de no haber vomitado las cosas serían más complicadas. Las palabras de su madre y su hermano le dejaron petrificado, no creía en lo que decían, algo así era inconsevible. —Artemis —llamó Helios sacando a su hermano mayor de su telaraña de pensamientos—, ¿Qué es lo que pasa? —cuestionó el rubio serio. —¿Pasan? —cuestionó el pelinegro arqueando una ceja. —Si pasan —repitió Helios—, mi madre ya me contó que algo pasa, que acaso no piensas decirme. —habló el menor de los hermanos cruzando sus brazos en jarra. Suspiró derrotado pero no tenía más opción que hablar con su hermano y contarle lo que estaba pasando. Se llevó al rubio hala
Cerró la puerta tras de si esperaba que Isabel lograra calmar a su hija. Agradeció que apareció el pelinegro y se ahorró buscarlo. —A ti te estaba buscando Artemis, mi hija despertó, está alterada. —No le ha dicho nada ¿Verdad? El rubio negó —no pero está preocupada. —Comprendo —sabia que ya no podía seguir ocultando la verdad—, yo hablaré con ella no se preocupe. El momento llegó entró a la habitación, Ángela estaba peleando con su madre porque no quería dormirse. En cuanto lo vió dejó de reñir con su madre, le miró determinada era el momento debía hablar.—Artemis. Levantó su mirada celeste, en cuanto la rubia le llamó por su nombre. —¿Cómo estás mi ángel...? —Estare mejor en casa, ya estoy bien. —Respondi desvíando vla mirada. —Eso no depende de mi Ángela, sabés lo que te hicieron...—Si lo sé y te repito que ya estoy bien, además no puedo estar tranquila sabiendo que esa loca está nuevamente haciendo de las suyas. Era cierto como estar tranquila en un hospital, mientra