Capítulo15
Matías miró a Isabela, quien tenía el rostro pálido, y su expresión se fue tornando sombría.

Media hora después, Matías apareció en la sala privada donde Isabela había estado antes. El lugar estaba en completo desorden, con manchas de sangre por todo el suelo que helaban la sangre al verlas. Gregorio aún estaba inconsciente, tirado en el suelo como si estuviera muerto. Matías ordenó a Max que le pisara con fuerza la entrepierna, manchando instantáneamente de sangre sus pantalones. El dolor extremo despertó a Gregorio de golpe, pero antes de que pudiera gritar, le metieron en la boca algo asqueroso y maloliente. Cuando se dio cuenta, supo que era su propio miembro.

—¿Quiénes son ustedes?— Gregorio no alcanzó a ver bien el rostro de Matías antes de que Max le estrellara la cabeza contra la pared.

Se escucharon golpes. Gregorio, adolorido, suplicó:

—No me golpeen más, tengo dinero, mucho dinero. Les daré dinero, déjenme ir, por favor.

—Si te dejáramos ir, ella se enojaría—dijo Matías con
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