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El Cobrador
Nueva York, 29 de julio de 2020
Emma
—Espero tenga una buena noche —me despido—, recuerde siempre poner un vaso de agua al lado de su cama y no olvide rezar antes de dormir.
—¡Hija de puta! —El hombre esposado frente a mí, grita—. Te matare.
—Sí, sí —Andrew lo mete en la patrulla—, dile eso dentro de treinta años, si no es que mueres antes.
El tipo se vuelve loco en la parte trasera de la patrulla.
—Bien, Andrew —palmeo el hombro del detective—. Gracias por venir, este tipo me tenía harta.
—De nada, Emma —me sonríe mientras se aleja de la entrada del café donde trabajo—. ¡Gracias a ti!
A pasado un año desde que mi vida se arregló. Un año que llego el primer cheque.
Al principio pensé que había sido una obra de caridad por parte de esa empresa KFamily C.A., pero cuando busqué en g****e, descubrí que la empresa se dedicaba a invertir en negocios pequeños, como empresas de arquitectura, restaurantes, entre otras tantas. Los expande y hace de ellas empresas reconocidas a nivel mundial.
Busqué también, quién era el dueño, pero nadie sabe quién es.
Es ahí que me enviaran un cheque por diez mil dólares no encajaba con su perfil. No hacen ninguna obra de caridad, y cuando dan, es para recibir.
Así que hasta ahora, espero que vengan a cobrarme.
Y no solo esos diez mil dólares. No. Recibí un cheque cada treinta los meses siguientes a esos. Y tres notas más. Las notas tenían solo una palabra. Eres y mía.
Tú. Eres. Mía.
Hace un mes, cuando se cumplió un año de la llegada del primer cheque, sentí pánico.
Si, bueno, conseguí un trabajo y no toque mucho el dinero de los cheques, pero aun así, ¿de dónde sacaba el dinero faltante?
No tenía ni mil, y sería imposible enencontrar el resto.
Después que paso ese día, respire. No llegó cheque. Nada había pasado. No fue nadie por su dinero ni nada parecido.
Así paso una semana y luego dos y me olvide por completo del cobrador y de los cheques.
Hasta hoy.
Me levante y vi la fecha: 29 de julio.
Un nuevo mes, y no sabía que esperar.
Ese día, tuve doble turno en el trabajo. A mi jefa no le importaba si había atrapado al pedófilo más grande del distrito manoseando a uno de los niños que habían estado en las computadoras.
A ella no le importaba si yo había trabajado doble turno. No le importaba nada.
Y bueno, no me quejo, esto es mi único sustento. Aparte de los cheques.
Trabajo en un cyber café y a pesar que la paga no es excelente, me sirve para pagar el alquiler y mantenerme con vida.
Trabajo toda la mañana y toda la tarde.
Cuando cerramos, descubro que ya está oscureciendo, así que llamo a Angie.
—¡Nena! —Grita. Tengo que alejar mi teléfono de la oreja porque realmente grita muy fuerte.
—No me grites, Angie —la escucho reír—. ¿Estás libre?
—Voy por ti —responde—. Cinco minutos, nena.
—Okay —espero cinco minutos exactos hasta que ella llega.
Me subo a su auto y abrocho el cinturón justo a tiempo. Ella arranca el carro como si tuviera una emergencia.
—¿Te estás cagando? —Le pregunto con una ceja enarcada.
Ella se ríe y reduce la velocidad.
—Lo que pasa es que tengo una cena de aniversario con Jacob —los ojos le brillan—. Son dos años.
—Lo sé —ruedo los ojos—. Resulta que gracias a mi estas con él.
—Y es una de las razones por las que te amo tanto —dice.
—Y yo te amo a ti.
Terminamos hablando de tantas cosas y a la vez de nada. Ella me cuenta de su nuevo puesto en la empresa de embalaje, y yo le cuento como mi jefa me odia. Cuando me deja en mi apartamento, le deseo feliz velada y ella me dice que me llamara mañana para contarme los detalles.
Entro a mi departamento quitándome los zapatos en el camino y dejándolos regados al igual que falda corte lápiz y mi camisa de botón blanca.
—Estoy en casa… —susurro a la soledad de mi triste hogar.
Si, fui como millonaria —o soy, porque aún tengo el dinero—, pero, no gaste ni un dólar en muebles nuevos o una remodelación a mi casa. No es que este cómoda con vivir así, pero, siempre pensé que no serían eternos y en algún momento necesitaría de algo para sobrevivir como aquella vez. Y así fue, mi vida laboral es muy inestable.
Me preparo un sándwich y me voy a dormir sin bañarme. Mañana es mi día libre y tendré tiempo de bañarme y arreglar todo mi desorden.
***
30 de julio 2020
Me despierto, como siempre, a las siete de la mañana.
Nunca pierdo esa mala costumbre.
Me quito el sueño de los ojos y salgo de la cama.
—¡A comenzar el día! —digo.
Me quedo sentada un momento más, pensando en las cosas por hacer.
Primero, bañarme.
Y es lo que hago, tomo una ducha larga, luego salgo y envuelvo mi cuerpo en una toalla al igual que mi cabello.
Voy directo a mi habitación cuando escucho unos golpes en mi puerta.
—¡Un momento! —Digo desde el pasillo.
Los golpes cesan cuando me acerco a la puerta. Abro sin fijarme en quien es.
—Buenos días, señorita Walker —una voz gruesa me saluda. Un gigante (literalmente) está de pie delante de mi puerta. Lleva un traje negro que le resalta los músculos de todo el torso y brazos. Aunque su cuerpo, ciertamente esta en forma, tiene cara de estar pisando los cincuenta años—. Vine por usted.
¿Qué?
Lo miro, con lo que creo es mi cara de loca. Él no se inmuta. Solo me observa indiferente.
—¿Recibió usted un cheque de diez mil dólares por doce meses, desde el años dos mil diecinueve? —Siento que no me queda de otra, así que asiento—. Bien, soy el cobrador de su deuda de ciento veinte mil dólares.
—Pe...pero yo no tengo el dinero completo —m****a, m****a, m****a—. Me falta más de diez mil.
—¿Solo diez mil? —El alivio no dura mucho—. Para este punto no debería tener nada, tengo entendido que usted es una persona con muchas carencias…
—Sí, pero también soy trabajadora —le corto—. Si me da un mes podría reunir todo su dinero.
—No tenemos un mes, señorita Walker. El jefe la quiere ahora mismo en su oficina.
¿El jefe?
Todas las ideas más retorcidas del mundo entran en mi mente; vendida para esclava sexual, o quieren mis órganos, o convertirme en una dealer o algo peor… No, no, no.
—Cuando usted decidió cobrar el primer cheque, aceptó todas las normas del contrato que silenciosamente firmo —El hombre se ajusta el traje—. Y como le dije no tenemos tiempo. Vaya y arréglese. Vestido negro, maquillaje fuerte y tacones. Yo le arreglaré su equipaje.
Sin decir nada más, con delicadeza pasa por mi lado.
Se detiene a mitad de camino y se gira para verme.
—Pensé que con ciento veinte mil dólares le alcanzaría para una sala de estar más moderna.
—Sí, pues, me gusta mi sala —me pongo a la defensiva.
—Señorita Walker —el desconocido se gira completamente en mi dirección—. Yo entiendo su negativa, pero este es mi trabajo y me gusta hacerlo legalmente. Pero, tengo que informarle de sus dos opciones: o va conmigo por las buenas o va por las malas.
—No iré, por ninguna de las dos —a este punto ya estoy decidida en poner resistencia aunque el me sobrepase en altura y proporción.
—Entonces tendré que dormirla, y no quiero hacerlo. Me gustaría que entendiera que oponer resistencia solo equivale a su sufrimiento, y no queremos que sufra.
Él me mira y yo a él. Solo pienso. Pienso en mis opciones, las cuales son casi nulas.
Podría correr y llamar a algún vecino. Pero a esta hora seguramente todos están de camino al trabajo.
O podría enfrentarme a él y terminar con un feo cardenal en mi mejilla, o peor, con una costilla rota.
—Bien —susurro, vencida.
—Buena decisión, señorita Walker —Mi mira y medio sonríe—. Por cierto, soy Charlie, su cobrador.
3El ViajeEmmaSoy consciente de lo que hago, pero por una razón que desconozco disfruto arreglándome.Viví en un pequeño pueblito de Texas desde que nací hasta los quince años. Mi vida en Texas fue una mierda. Me crie viendo a mi madre dormir todo el día y salir toda la noche. Nunca nos faltó comida, en eso no tengo ninguna queja, era una madre irresponsable, pero no nos dejó morir de hambre.Aprendí a maquillarme a los once años. Bueno, no es como si lo hacía a la perfección, pero aprendí lo básico. ¿Por qué aprendí tan joven? Fácil. Mi madre me golpeaba cuando le hacía un delineado torcido o cuando su labial no quedaba perfecto. Tuve que practicar conmigo misma hasta lograr hacerlo bien.Terminó de pasar el delineador y quedo complacida con mi aspecto. Tenía alrededor de unos cinco meses que no me arreglaba tanto —cabe resaltar que salgo muy poco y cuando voy al trabajo, no me maquillo—, así que me esmero; pinto mis labio de un color burdeos que resalta bastante en mi piel blanca.
4El JefeEmmaPuedo asegurar, con toda seguridad, que no es para nada cómodo viajar.Sí, había viajado antes en avión, una vez, pero fue un viaje super corto y de alguna manera, no sentí nada en particular.Sin embargo, no se cuántas horas llevo en este jet. He vomitado todo lo que comí y mi maquillaje está un poco corrido. ¿Por qué diablos Charlie me dijo que me arreglará tanto? ¿Para volar horas y horas?Salgo del baño, por cuarta vez desde que me subí en este jet. Voy descalza y con el cabello recogido en un moño alto.—Cinco minutos para el aterrizaje, ajusten sus cinturones de seguridad —la voz de una de las azafatas sale por un altavoz que no localizo.Voy a mi asiento y encuentro mi estuche de maquillaje justo en él.Voy admitir —con recelo—, que Charlie es un hombre muy eficiente. Su jefe debe estar feliz por tenerlo en su equipo de trabajo.Saco todo lo necesario y comienzo a retocar
5El reencuentroLondres, 28 de julio 2020Hunter—Soy Hunter, jefe de todo esto. Yo digo quién vive en mi edificio y quién no —los jefes de Rusia, Alemania y Japón me miran a través de la pantalla, sus caras están sombreadas por una frustración silenciosa.—Que no se le suba a la cabeza, joven Hunter —Allister, el jefe de Alemania, sisea entre dientes—. Recuerda que el poder mal administrado, destruye vidas.—Gracias a mi padre por hacerme un buen administrador —le sonrió con suficiencia—. Espero tengan un buen día, hasta la próxima reunión.Y con eso finalice la videoconferencia.No entiendo por qué si soy el socio mayoritario aún tengo que rendirle cuentas a viejos que no tienen tanto que ver en la empresa como yo.Hace un año, cuando decidí enviar el primer cheque, tuve que hacer una gran reunión y pedir el permiso de todos. La mayoría se rehusó, y aunque dije que sería mi dinero, ellos insistieron en que derrochar mi patrimonio de esa ma
Después de unos treinta minutos en la carretera, llegó al restaurant acordado.Le doy las llaves del auto al encargado, y camino a la entrada.—¡Hunter, cariño! —Una voz chillona grita desde algún lado. No busco quién o qué lo emite, continuo caminando sin prestar atención—. ¡No me ignores, Hunter!Alguien me toma del brazo. Siento unas uñas enterrarse en mi antebrazo izquierdo, y casi quiero golpear a la persona que me detiene.—Cariño —volteo a ver a Kyra—, te espere en casa, ¿por qué no fuiste a dormir?—Déjame en paz, Kyra —intento sonar amable, pero falló—. Tengo mi casa, no tengo porque dormir contigo.Su cara se desfigura por la rabia contenida, pero rápidamente vuelve a su sonrisa hipócrita.—Bebé —afloja su agarre y acaricia el lugar donde había clavado sus uñas segundos antes—, me necesitas, así que ve esta noche a mi apartamento. Olvidaré todo esto.—¿Todo esto? —Casi me rio en su cara—. Todo esto se
30 de julio de 2020Miro la foto que Travis acaba de enviarme.No puede ser, justo hoy.Salgo de mi escritorio y corro hasta al ascensor. Marco el primer piso y espero.En cuando las puertas de metal se abren, corro hasta la camioneta negra que me espera en la entrada de mi edificio. Subo y le pido al hombre que conduce que lo haga rápido.Y obedece.Toma todos los atajos posibles hasta las construcciones abandonadas en las afueras.Llegamos veinte minutos después, y siento como mi sangre hierve en mi venas.Bajo antes de que el auto se detenga completamente y entro a la casa a medio caer donde Travis, Damián y Dalilah me esperan.—¿Qué haces tú aquí? —Miro a Dalilah. Es la copia exacta de Damián, pero con el cabello castaño, largo hasta las caderas y con maquillaje.—Estoy muy bien, hermanito, gracias por interesarte en mi bienestar, te quiero mucho —voltea los ojos—. Termine antes mi expedici
Las razones Hunter—¿Qué diablos haces aquí, Hunter? —Emma intenta contener las lágrimas—. Cuando dijiste que regresabas a casa con tu madre, un auto te atropello y moriste, ¿por qué demonios estás vivo?Ver sus lágrimas me hace sentir como una m****a.—No morí, Em —intento acercarme pero ella da dos pasos lejos de mí—. Escucha por favor, tengo mis razones.—¿Cuáles son? —Se pone a la defensiva. Veo como levanta sus muros de defensa y me aleja cada vez más de ella—. ¿Dirás qué tenías que hacerlo para alejarte de nosotros? ¿Para alejarte de los vagabundos inmundos con los que vivias?Al escuchar eso, siento como si mi corazón se partiera, pero no lo demuestro.—No es así, Emma —le explicó—. Los matones que querían encontrar a mi madre estaban buscándome. Cuándo decidí volver a casa y buscarla para que me sacara de ese lío, encontré un cuerpo a un lado de la carretera, era un chico como de mi edad, lo habían atropellado y tenía el rostro desfigurado —suspire—, tomé su identificación y l
7El trabajo04 de agosto 2020Emma«¿Qué es exactamente lo que hago aquí?». La pregunta da vueltas en mi cabeza desde que estoy en Londres.Luego de ese extraño reencuentro con Hunter, busque el lugar donde habían puesto mis cosas. Entre en una habitación muy amplia, con un ventanal de vidrio enorme, una cama king size con sábanas blancas, una cómoda, un escritorio, las paredes adornadas con afiches de mis bandas favoritas... ¿Cómo diablos sabe todo esto Hunter?Lo peor de todo no fue eso, lo peor de todo es que no me sentí rara estando aquí. Sentí comodidad de estar en este lugar y eso me enfureció.Sentí que estaba haciéndome a la idea de vivir aquí, sentí que estaba traicionando me a mi misma, a mi dignidad y no pude más. Destruí todo: los afiches en las paredes, las lámparas de colores en las cuatro esquinas de la habitación, tire todo lo que estaba en la comoda frente a la cama, rompí la laptop y todo lo que había en mi escritorio, y llore.Llore mucho.Después de un par de min
Después de unos minutos en auto, llegamos a un edificio. Las personas transitan por el lugar como si nada, entrando y saliendo, o entablando una conversación a unos metros de la entrada.Me sorprendo y mucho. Pensé que el lugar donde trabajaría Hunter sería algo más tranquilo, donde solo personas exclusivas entrarían, pero me equivoqué.—Tenemos una reunión con el señor Ryddle dentro de cinco minutos —Travis abre la puerta del auto.—¿Puedo saber para qué es la reunión? —Interrogo.—La reunión es para que usted vaya adentrándose a todo este mundo —es lo único que dice.No respondo, solo lo sigo hasta la entrada. Se detiene y sostiene la puerta para mi.Me he dado cuenta, que a pesar de estar aquí casi que contra mi voluntad, las personas a mi alrededor me tratan bien. O sea, no es que son mis mejores amigos y todo eso, pero, por lo menos son educados y me tratan con respeto.—Gracias —le digo cuando paso por su lado.Llegamos a un recibidor atestado de personas. Podría decir que es ag