Apolo
Tenía la sensación de que el universo estaba jugando conmigo. Después de que Geraldine me abandonará en el altar, juré que nunca volvería a pensar en ninguna mujer luego de haberme acostado con ella. Mis relaciones se limitaban a una noche y nunca volvía a pensar en ninguna de ellas en cuanto nos separábamos. Sin embargo ya habían pasado casi cinco días desde nuestra noche de bodas y no lograba sacar a Brianna de mi cabeza. Lo que había hecho con mi inocente esposa en la habitación matrimonial lograba que solo de recordarlo me sonrojara. De hecho, no había podido dejar de pensar en ello durante todos los días que había estado en Londres para reunirme con los rusos que estaban dispuestos de llevar a cabo el golpe a la bóveda de los Bellomo. Hasta había soñado con ella, cada vez que la recordaba sentíBriannaCuando la señora Nicolleta cocinaba, no bromeaba. Era una señora regordeta y adorable a la que todos querían, los hombres de Apolo, incluso Pietro la trataba con respeto y cariño como si casi fuese la madre de todos ellos. Era gracioso ver a esos monos de casi dos metros actuar como pequeños niños ansiosos por la atención de su madre, robando a hurtadillas dulces o levantando las tapas para aspirar el delicioso aroma que desprendía el humeante contenido de las cazuelas de todos los tamaños.Ella se movía con gracia frente a la gigantesca isleta de cocina llena de moldes, cuencos y un montón de artilugios que no sabía para que eran, incluso antes de irnos a vivir con Dante mamá no cocinaba demasiado, por lo que verla cocinar era fascinante para mí.—¡Brianna! ¡Estoy terminando de prepararlo todo! —Estaba resplande
Apolo—¡No quiero sus malditas excusas! —Rugí ante la inoperancia de mis hombres de confianza. —¡Quiero que me traigan en este maldito momento a quien recibió la caja! Los cinco idiotas que estaban frente a mí palidecieron cuando coloqué mi pistola en el escritorio del despacho. Hijos de put@. Como era posible que hubiesen puesto en riesgo la vida de Brianna de esa forma. Tuve un mal presentimiento desde que vi el paquete sin una tarjeta visible. No sabría explicar por qué, pero algo no terminó de cuadrarme, tal vez la hora de entrega, que Pietro no me había informado nada sobre un regalo. Cuando escuché el grito de Brianna, antes de que mis ojos lograsen percibir lo que ocurría, temí lo peor. Cuando vi la piel blanca del animal cubierto de sangre ya era muy tarde, estaba cubriéndose el rostro con las manos manchadas de sangre y sus ojos color azul devolviéndome la mirada completamente horrorizada, comp
Brianna El calor se filtró en la bruma de mi sueño. El sol me dio de lleno en la cara y traspasó la delgadez de mis párpados cerrados. Era consciente de la sensación pegajosa de la piel de mi espalda; esa que es producto de una fina capa de sudor. También, era ligeramente consciente de la presión impuesta sobre el hueso de mi cadera.Tenía deseos de hundirme nuevamente en el sueño profundo, pero era imposible. Lo intenté manteniendo los ojos cerrados el mayor tiempo que pude, pero pronto comprendí que no iba a poder dormir por más tiempo. Intenté moverme, pero algo me lo impedía. Descubrí con cierto placer que algo pesado rodeaba mi cadera y algo ligeramente liviano mi cintura. Una sonrisa me hizo abrir los ojos y levantar la cara para saber si estaba en lo cierto y era el cuerpo de Apolo el que me impedía moverme o solo era un sueño bonito que se había colado justo a último momento. Levanté la cabeza un tanto perezosa y f
BriannaNo sé cómo es que no lo habia notado antes. Sospechaba que su expresión hostil, su energía oscura y peligrosa hacían casi imposible ver cuán atractivo era a simple vista. La belleza de un ángel, un hombre divino.Sus intensos y exigentes ojos me recorrieron. Él no decía nada, pero me sostuvo la mirada mientras deslizaba su mano por mi estómago. Me cogió la barbilla y mis ojos examinaron los suyos en busca de una señal de que está vez llegaríamos al final. No tenía ni idea de qué pasaba por su mente. ¿En qué estaba pensando Apolo?Tenía el presentimiento de que aquello era lo que debía ocurrir, que en cuanto él llegase a mi centro, también lo sabría. Por lo que me aferraba a esa idea.—Desnúdame —siseó.Trague con fu
ApoloMe metí en su cama. La cama era suya y no pude resistir la tentación de dormir a su lado. Aunque fue un error, y luego fue un error aún mayor quedarme retosando a su lado. Ella me miró con ojos cándidos y me dijo:—Y…¿puedes hacerlo de nuevo?Eso basto para que estuviese duro como una roca deseando follarla por el resto del día y la noche. No había logrado contener mi voluntad, carajo. Napoleón no debió desear tomar Rusia, tanto como yo anhelaba tomar a mi esposa. Después todo se redujo a un solo momento. La gloria. Me había sentido un rey, como Aníbal sobre los enormes elefantes.Tocar esa piel morena y tersa, acariciar cada rincón, cada detalle mientras le arrancaba gemidos ahogados y sollozos de placer, era sin duda una droga difícil de ignorar.Me arrepent&i
Apolo No había una forma fácil de admitirlo, sin darle la razón a todos los que me lo advirtieron. Lo había estropeado todo de la peor manera posible, y la única manera de arreglarlo sería actuando por mi propia cuenta. Estaba con alguien por primera vez en casi cinco años y ni siquiera podía verla sin sentirme culpable.Realmente me gustaba, también fuera del dormitorio. Brianna se filtraba en mis pensamientos cuando menos lo esperaba, hacía mejores mis noches con su risa y sus intentos por cocinar, mantenía mi mente activa con sus conversaciones y sus cuestionarios infinitos: ¿Dónde estudiaste? ¿Cuántos libros leíste?...Me gustaría mucho leer una novela de amor, ¿podrías ayudarme? ¿Fuiste a muchos museos? ¿Has ido a la opera? ¿Y a ver el ballet? Me gustaría tanto ver una obra de teatro o ver el ballet… ¿Cómo no caer rendido a los pies d
BriannaCuando entre a la cocina, me detuve en seco para observar a Apolo frente a la vitrocerámica. Iba vestido de negro, con las mangas de su camisa subidas por los codos, y estaba mirando fijamente a la sartén con un aspecto jodidamente sexy.La camisa se ceñía a sus músculos de una forma inimaginable, y llevaba su perfecta y cincelada mandíbula recién afeitada. Incluso desde donde estaba, se podía oler un leve rastro de su narcótica colonia.Noté que se había hecho un nuevo tatuaje en el brazo derecho, un tridente negro que cubría gran parte de su antebrazo.También llevaba un nuevo reloj, que costaba más de lo que valía toda mi existencia. Era casi un ángel caído, rudo, inmoral, jodidamente ardiente.Al notar mi presencia, se dio la vuelta y sonrío, haciendo que unas mariposas indeseadas revolo
Brianna Me duché me afeite las piernas, y corrí escaleras abajo cuando llamaron a la puerta. Pietro la abrió justo cuando Ludovico apareció radiante y vestido a la moda con una valija, un perchero donde llevaba fundas negras con los suntuosos vestidos que me probaría para la noche, además de un maletín. Ludovico era muy atractivo, tenía los ojos color avellana, era alto con un cuerpo firme y el cabello oscuro. Supongo que muchas lo considerarían un auténtico desperdicio. Pero yo solía podía ver en él un potencial amigo, alguien con quien cotillear mientras me peinaba. Corrí hacia él y me abracé como si fuese un viejo amigo que hacía tiempo que no veía. Me tomó entre sus brazos y me levantó a unos centímetro del suelo. —Te ves fantástica, cariño. Un regalo a la vista, que necesito luego de ver ciertos tormentos —Miró a Pietro de reojo —. Vamos arriba, llévame a tu nidito de amor, espero que nadie in