Luego de desayunar, David salió de la cocina como alma que lleva el diablo a contestar su móvil. Nadie sabía de quién o de qué era la llamada, no nos preocupamos ya que antes de salir nos obsequió una sonrisa a todos y nos guiñó el ojo. -¿Qué trama? -me preguntó Elliot. -Ni me preguntes, cuñada -digo encogiéndome de hombros-. Lo que sé es que la sorpresa es para todos nosotros. -¿Todos nosotros? -pregunta confuso-. ¿Por qué? -No lo sé. Creo que pronto lo sabremos. Salimos de la cocina y lo vimos en la sala aún al teléfono. -Vale, ya salimos para allá. -¿Vamos a dónde? -pregunté. -A ver la sorpresa -dice volteándose hacia nosotros y sonriendo. -Ya -dice Elliot-. ¿De qué trata? -Ya os verán. No era propio de David ocultar las cosas, o eso creía. Pero no le di mucha importancia, el pobre nos quería dar una sorpresa y no queríamos impedirle que nos las diera, sólo estábamos desesperado por saber. Sin embargo, lo seguimos afuera, Elliot y su prometida se subieron en
-Debo contarles algo -dice Carmen entre avergonzada-. Algo que llevo tanto tiempo ocultando y ya no puedo más. Ustedes son lo más cercano a que tengo a una hermana. -¿Qué pasa? -pregunta Raquel asustada. No creo que aguante más información de este tipo-. No me digas que.. -No -dice automática Carmen-. No es nada parecido a lo que Karla. Es mucho peor. -¿Tan horrible? -pregunto con ojos abiertos. -No tanto. Yo diría muy perverso. Raquel y yo nos quedamos mirando durante un buen rato con los ojos abiertos de par en par. No es que seamos unas vírgenes pero el simple hecho de escuchar sobre la vida sexual de Carmen tampoco es que nos emocione. Sin embargo, nos tranquilizamos, miramos a Carmen y le indicamos que nos cuente. -¿Recuerdan que estaba saliendo con un chico hace tiempo? -nos mira y baja la mirada y empieza a jugar con su cabello. Quizá esto no me gusta para nada-. Bueno, las apariencias engañan. -¿A qué te refieres? -pregunta Raquel confundida. -Pues, que este chic
Mi hermano presentó a su esposa y a los niña. os con todo el amor del mundo. Los chicos al verme salieron corriendo y me abrazaron fuerte sin querer soltarme. Tenían mucho tiempo sin verme, ya los extrañaba. -Te hemos echado de menos -dice la niña. -Sí, tía, muchísimo -dice el niño. -El trabajo no me da chance, lo siento. ¿Me perdonan? Me sonríen y se dirigen son sus padres. Sé mejor que nadie con esa sonrisa estoy más que perdonada. Adoro esos niños cómo si fueran los míos propios. Cuando no está su mamá, soy yo la que se encarga de ellos. Podría decirse que soy su mamá postiza. -Qué monos -dice Carmen cuando ellos se unen a sus padres. -Mucho -respondo con brillo en los ojos. -¿Te encantan los niños? -me pregunta Raquel. -Sí, mucho. -¿Has oído, hermanito? -le pregunta Elliot a David serio-. ¡Le encantan los niños! -Pronto tendremos uno -responde con una sonrisa cariñosa-. O dos. O tres. -¡Vaya, que rápido quieres ir, cuñadito! -le dice Raquel divertida pero luego
Luego de conversar con Carmen y Alvaro, David se levanta y se da un chapuzón junto con el resto. Luego le siguieron Carmen y Alvaro agarrados de mano. Todos sospechaban su relación y ya que habían hablado con mi prometido, no debían ocultarnos más el secreto. -¿Estás segura que quieres que te dejemos sola? -pregunta Alvaro preocupado. -Enseguida los alcanzo. Los chicos luego de casi rogarme que los acompañara, decidieron irse al ver que empezaba a enojarme. Estando a solas me quedé pensando en tantas cosas,y ninguna era buena. Al Carmen contarme lo que hacía con Alvaro, me hizo recordar lo que Jorge me obligaba a hacer. Me llevaba a esos sitios horrorosos y me exponía delante de muchos hombres. Me perdí en mis pensamientos, en mi pasado, en mis tragedias y en mi triste vida, que no percaté que David estaba a mi lado. -Cariño. -¿Eh? -¿Te pasa algo? -No, cariño. Sólo pensaba. -Entiendo -se queda en silencio unos instantes y, añade-: Pensar es bueno. Pero también cansa.
Luego de unos segundos mirándome a los ojos, David me sonríe dulcemente y me acaricia la mejilla, y dice: -¿Peor de lo que ya sé? -me encojo de hombros-. Kar, dímelo. ¿Es peor? -Depende de como lo veas. -¿Cómo crees que lo veré? -pregunta acercándose a mi boca-. Sé que vea cómo lo vea te seguiré adorando igual o más. -¿Estás seguro? -pregunto asombrada-. David, yo... -Eres la mujer que adoro y quiero compartir mi vida, Karla. Eso eres -dice firme-. ¿Cuando vas a aprender que digas lo que me digas mis sentimientos por ti no cambiarán? -Quizá nunca -respondo sincera, mirándolo a los ojos-. Quizá después de que termine de contarte el resto. Y sí -le digo enseguida-, es peor. Te omitió lo peor. -¿Dónde demonios has estado, Karla? -pregunta muy enojado Alejandro. Luego me mira y continua-: Me has matado de un susto por instante -dice en un francés fluido. Yo lo miró, le sonrío débilmente, y él pone los ojos en blanco. -He estado escuchando los sonidos de la naturaleza, Aleja
Al salir de la habitación me sentí totalmente vacía. Estaba dejando ir una vez más a David, pero, no podía hacer nada. Me ha hecho sentir una mujer usada. Sin voltear empecé a bajar las escaleras. Para mi sorpresa todos estaban reunidos en la sala. Al verme sonrieron hasta que bajaron la mirada y vieron mi bolso. -Hola, hija -dice mi abuelo entre cariñoso y serio-. ¿A dónde vas? -Debo volver, abuelo. Se me ha presentado algo importante. -¿Qué cosa? -insiste. -Es algo personal, abuelo, por favor -le suplico. -¿Dónde está David? -Debe estar arriba. -¿Va con usted? -inquiere -Debo hacer esto sola -le respondo tranquilamente. -No me parece que... -Abuelo, estaré bien, por favor debo irme. -Bueno, pero si va su no... -Debe quedarse -le digo bruscamente-. Lo siento -digo al darme cuenta. -¿Qué pasa? -me pregunta con la misma brusquedad. -Déjenla ir. Le prometo que estará bien -dice David bajando las escaleras. -Si no vas tú, voy yo -dice Elliot serio y molesto-. No
Me marché lo más rápido que pude de allí. Casi salí corriendo. Y no por miedo, sino porque necesitaba respirar. El encuentro con Jorge no ayudó a disminuir la rabia que sentía. Por su culpa mi vida ha sido una desgracia. Pero lo iba a pagar muy caro. No estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer. ¿Querían enfrentarse a mí? Pues lo harían. E iba a estar preparada para lo que venga. Me monté en el coche y por fin pude respirar con más calma sabiendo que estaba segura allí dentro. Unos minutos más tarde por fin me tranquilicé. Mi teléfono empezó a sonar y cómo pude lo saqué de mi bolso. Estaba temblando. -¿Sí? -fue lo único que pude acertar a decir. -Por fin -dice Elliot-. Te he llamado antes. -No he visto el móvil. Lo siento. -Me has preocupado un chingo. En fin, ¿qué haces? -Me he visto con Jorge. -¿Qué has hecho que cosa? -dice asustado. -Calma. Ha sido en público y ha sido un encuentro muy corto. -¿Qué quería? -inquiere. -Lo he llamado yo -le digo, sabiendo que se pond
Luego de hablar con David, me fui a dormir. Necesitaba ir a descansar, se suponía que al día siguiente iba a hacer un poco más movido para mí. Pero esperaba con todas mis fuerzas, o al menos con las pocas que me quedaban, que no fuera tan movido y emocional. Pensé que al tocar la cama iba a quedarme dormida enseguida pero eso no pasó. Me la pasé dando vueltas toda la noche. No dejaba de pensar en David. Sabía que no estaría nada bien. Yo no lo estaba. Me cansé de dar vueltas en la cama y me levanté. Fui directo a la cocina por algo de beber, cogí mi móvil y pude ver que tenía unas llamadas perdidas y unos mensajes. No los pensaba revisar hasta mañana pero la curiosidad mato al gato. Quedé en shock cuando vi que las veinte llamadas que habían eran de David. ¿Qué hacía él despierto tan tarde? Al ver el reloj en la pantalla marcaban casi las tres de la madrugada y la última llamada sólo había sido hace cinco minutos. ¿Debería llamarlo? ¿Pasaría algo? No me lo pensé mucho, lo llamé.