Cuando bajamos nos encontramos con los chicos en la sala, esperando por nosotros para ir a comer. Lo sé ya que mi hermano nunca podía sentarse a la mesa sin que yo estuviera. Puedo decir con toda seguridad que les pidió a los chicos que esperaran por nosotros. -Por fin -dice Elliot un poco enojado pero a la vez divertido-. Estaba que me desmayaba. -No seas exagerado -le regaña su prometida-. Si acabamos de sacar la bandeja del honor. -Lamentamos hacerlos esperar -dice David-. Creo que le debía unas cuantas explicaciones a Karla. -Y unas disculpas -responde Elliot serio-. Sobre todo una disculpa. -Lo ha hecho -le aseguro con una sonrisa-. Vamos a comer. Elliot fue el primero en levantarse de sofá y se dirigió a la cocina seguido de Alejandro .Mientras que su prometida los veía con cara de enojada pero al vernos soltó una carcajada contagiosa. -Elliot no está de humor -nos dice. -Nunca lo está -responde David divertido-. Pero con la cena se la pasa. Al menos por un rato -e
Luego de saber que Elliot no le dolía la mano, David y yo salimos al jardín trasero. Dónde habían dos columpios. Flores en cada lugar que mirara. Me pregunto porqué están estos columpios acá. Si David no tiene hijos, ni sobrinos. ¿O sí tendrá y no me lo ha dicho? ¿Tendrá un hijo o una hija con Sofía, o con otra mujer? >, me regañó mi subconsciente. Lo miré confusa y creo que entendió mi confusión ya que se limitó a explicarme: -Los hice para mis hermanos más pequeños -empieza a decirme-. Mi madre se casó de nuevo y tuvo una niña y un niño. Kelly, de 5 años y, Richard, de 7 años. Mi madre siempre de visita. Ni Elliot ni Carmen los conocen, mi madre no quería que lo supiéramos, no sé porqué. -Me encantaría conocer a tu madre -le digo con una sonrisa-. ¿Te gustan los niños? -Me va bien con ellos. -¿Quieres tener hijos? -pregunto sentándome en uno de los columpios. -Sí -responde sentándose en el otro columpio-. Me encantaría tenerlos. Y aún más me e
Lo mejor de todo fue despertar a su lado. Él tenía su brazo encima de mí, su mano puesta en mi vientre con delicadeza, como cuidado que nadie le haga daño a su futuro hijo o hija. Vi el reloj que estaba en la mesita de mi lado y pude visualizar que eran las 4 de la madrugada. Aún era temprano para levantarme, con cuidado quite el brazo de David y me levanté para ir al baño. Me eché un poquito de agua en la cara para refrescarme y vi que mis mejillas tenían su color natural. Sonreí al espejo y cuando estaba lista para salir y volverme acostar escuché los gritos de David. De nuevo su pesadilla. -¡NO! ¡NO! ¡NOOO! -gritó fuertemente-. ¡Déjame en paz! ¡Aléjate! -¡David! ¡David, cariño, despierta! -lo moví lo más que pude y seguía dormido, inmerso en su pesadilla. Los gritos despertaron a todos. En cuestión de segundos la cama estaba rodeada por los demás, con cara de preocupación. -¿Qué pasa? -pregunta mi hermano colocándose a mi lado. -Siempre tiene pesadilla -le respondo movie
El resto de las horas dormimos más tranquilos. Sin preocupaciones. Esas horas no pude dormir bien para poder estar al pendiente de él, pero logré darme cuenta que hiciera el movimiento que hiciera no le molestaba. Pude comprobar que cayó como un tronco luego de esa pesadilla. En las horas de trasnocho sólo lograba imaginarme a David junto con su padre pasando por todo esto sin poder contárselo a nadie. Guardando un secreto tan trágico y maligno. Miré a David dormir tranquilamente, haciendo cómo si no hubiese tenido tal pesadilla y por un momento quise despertarlo para que contara que le había pasado, porque se había cerrado a su familia y a todo, porque esa pesadilla lo atormentaba tanto. Pero preferí no decir nada y dejar que durmiera. Además, decía algo, pronto iba a darse cuenta que Elliot me había contado sobre su infancia, y no quería correr el riesgo de que se enojara o peor aún, se cerrara conmigo y dejara de contarme sobre él. Desde que se durmió no me quise volver a levant
En la ducha me tomé todo el tiempo necesario. Ya que no me faltaba nada quería lavarme el cabello. Tengo unos días sin acomodarmelo, y si algo he aprendido de Carmen es que siempre tu cabello debe estar presentable. Veinte minutos o casi media hora después, no lo sé, salí del cuarto de baño. No había rastro de David, así que imaginé que ya había bajado al encuentro con los demás. Tenía la habitación para mí sola, cuando me dirigía a buscar algo de ropa, vi algo en la cama que llamó mi atención. Para mi sorpresa, había una caja rojo con un moño muy precioso encima y por supuesto, una nota. Antes de leerla, abrí la caja y me lleve una máxima sorpresa. Un vestido blanco de verano con flores de girasoles, pude ver que habían otras dos cajitas más pequeñas dentro y otra nota. Al abrirlas, me encontré otra nota, en una de ellas había un collar con un girasol, y en la otra, dos argollas con forma de girasoles. Cuando por fin vi el contenido por completo, agarré las dos notas y las leí c
Luego de desayunar, David salió de la cocina como alma que lleva el diablo a contestar su móvil. Nadie sabía de quién o de qué era la llamada, no nos preocupamos ya que antes de salir nos obsequió una sonrisa a todos y nos guiñó el ojo. -¿Qué trama? -me preguntó Elliot. -Ni me preguntes, cuñada -digo encogiéndome de hombros-. Lo que sé es que la sorpresa es para todos nosotros. -¿Todos nosotros? -pregunta confuso-. ¿Por qué? -No lo sé. Creo que pronto lo sabremos. Salimos de la cocina y lo vimos en la sala aún al teléfono. -Vale, ya salimos para allá. -¿Vamos a dónde? -pregunté. -A ver la sorpresa -dice volteándose hacia nosotros y sonriendo. -Ya -dice Elliot-. ¿De qué trata? -Ya os verán. No era propio de David ocultar las cosas, o eso creía. Pero no le di mucha importancia, el pobre nos quería dar una sorpresa y no queríamos impedirle que nos las diera, sólo estábamos desesperado por saber. Sin embargo, lo seguimos afuera, Elliot y su prometida se subieron en
-Debo contarles algo -dice Carmen entre avergonzada-. Algo que llevo tanto tiempo ocultando y ya no puedo más. Ustedes son lo más cercano a que tengo a una hermana. -¿Qué pasa? -pregunta Raquel asustada. No creo que aguante más información de este tipo-. No me digas que.. -No -dice automática Carmen-. No es nada parecido a lo que Karla. Es mucho peor. -¿Tan horrible? -pregunto con ojos abiertos. -No tanto. Yo diría muy perverso. Raquel y yo nos quedamos mirando durante un buen rato con los ojos abiertos de par en par. No es que seamos unas vírgenes pero el simple hecho de escuchar sobre la vida sexual de Carmen tampoco es que nos emocione. Sin embargo, nos tranquilizamos, miramos a Carmen y le indicamos que nos cuente. -¿Recuerdan que estaba saliendo con un chico hace tiempo? -nos mira y baja la mirada y empieza a jugar con su cabello. Quizá esto no me gusta para nada-. Bueno, las apariencias engañan. -¿A qué te refieres? -pregunta Raquel confundida. -Pues, que este chic
Mi hermano presentó a su esposa y a los niña. os con todo el amor del mundo. Los chicos al verme salieron corriendo y me abrazaron fuerte sin querer soltarme. Tenían mucho tiempo sin verme, ya los extrañaba. -Te hemos echado de menos -dice la niña. -Sí, tía, muchísimo -dice el niño. -El trabajo no me da chance, lo siento. ¿Me perdonan? Me sonríen y se dirigen son sus padres. Sé mejor que nadie con esa sonrisa estoy más que perdonada. Adoro esos niños cómo si fueran los míos propios. Cuando no está su mamá, soy yo la que se encarga de ellos. Podría decirse que soy su mamá postiza. -Qué monos -dice Carmen cuando ellos se unen a sus padres. -Mucho -respondo con brillo en los ojos. -¿Te encantan los niños? -me pregunta Raquel. -Sí, mucho. -¿Has oído, hermanito? -le pregunta Elliot a David serio-. ¡Le encantan los niños! -Pronto tendremos uno -responde con una sonrisa cariñosa-. O dos. O tres. -¡Vaya, que rápido quieres ir, cuñadito! -le dice Raquel divertida pero luego