Me levanté del sofá de Elliot y me dirigí a la cocina a lavar los platos. Limpié la cafetera y la preparé para la mañana siguiente. Todo lo que tendría que hacer era encenderla. Utilicé mi nuevo cepillo de dientes morado y me tomé la pastilla para dormir. Las sábanas supersuaves de la cama de Elliot olían a él; me tranquilizaban y me reconfortaban en mi soledad. Me impregné en su aroma y me quedé dormida. Unos brazos firmes me abrazaron. El olor que adoraba pendía a mi alrededor. Unos labios me besaron. Abrí los ojos en la noche y vi sombras. Aunque sabía quién estaba conmigo. Mi despertar fue tranquilo y suave, algo bueno, y para mí una experiencia completamente nueva. -Estás aquí -murmuré contra sus labios. -Y tú también -susurró él-. Joder, cómo me gusta encontrarte en mi cama. Las manos de Elliot habían estado ocupadas mientras yo dormía. Me di cuenta de que estaba desnuda de cintura para abajo; me había quitado sus bóxers de seda. Elliot también estaba desnudo. Podía sentir s
Le miré desde su pecho cincelado y sus duros pezones hasta su impresionante y precioso pene, completamente fascinada. Iba cuidadosamente depilado, nada raro, solo bonito y totalmente masculino.Se detuvo y ladeó la cabeza. -¿Qué? Le empujé hacia atrás para que se sentara en sus rodillas y yo me levanté. -Quiero mirarte -arrastré las manos por todo su cuerpo, por encima de sus pezones y su abdomen, que estaba tan indecentemente esculpido que era una verdadera injusticia para el resto de la población masculinas,hasta sus tonificados muslos salpicados con vello oscuro. Él me dejó tocarlo y controlar el momento-. Eres tan hermoso, Elliot. Hizo un ruido con la garganta y su cuerpo se estremeció. Nuestros ojos se encontraron y hubo un intercambio; una comunicación de sentimientos y comprensión de hacia dónde nos dirigíamos en esta fuerza que nos conectaba. Bajé la mirada hasta su miembro, duro y palpitante. Una gota en la punta confirmaba lo preparado que estaba para mí. Le deseaba
Elliot gruñó. -Yo puedo hacer todo eso por ti y muchas más cosas -robó otro trozo de pollo-. En especial lo de muchas más cosas. Le di un golpe en la mano. -¡Ladrón!-Eres buena cocinera -murmuró contra mi oído-. Creo que debo conservarte. -Así que te gusta mi cena mexicana. Veo que has querido estar a tono y has traído Dos Equis. Buena jugada, García. Tienes potencial -empecé a llevar los cuencos a la mesa. -¿Dos Equis es de México? -hizo un ruido y se encogió de hombros-. Solo la he elegido porque me gustan los anuncios... El hombre más interesante del mundo -sonrió de oreja a oreja malévolamente y me ayudó a llevar el resto de la comida. -Un mentiroso y un ladrón -negué con la cabeza con tristeza-. Te acabas de cargar todo tu potencial, García. -Luego te haré cambiar de idea, estoy seguro, Bennett -me sonrió desde el fregadero, donde se lavó las manos a toda prisa y luego abrió dos cervezas-. Tengo potencial en abundancia -dijo arqueando las cejas. Elliot me entregó mi Dos E
-No, no me interrumpes -me pasó los labios por el cuello-. Me demuestras que te importo -dijo en voz baja. -Me importas, Elliot -respondí con un susurro. -Entonces ¿te quedas un rato? ¿Cómo podía decirle que no cuando era tan dulce conmigo? -Bueno, solo una hora más. Pero luego de verdad me tengo que ir. Tengo que pasar por mi apartamento a coger unas cosas. Tengo que estudiar para los exámenes y quiero hacer un poco de ejercicio. No eres el único que está ocupado -le pellizqué la barbilla y le hice sonreír. -Quiero ocuparme de ti ahora mismo,aquí en mi escritorio -gruñó mientras me levantaba del suelo y me sentaba sobre su gran mesa de ejecutivo. Di un chillido cuando se abalanzó sobre mí y me abrió las piernas con la cadera para poder colocarse entre ellas. -¡Elliot! ¡Estás trabajando! ¡No podemos! Metió la mano debajo de la mesa y escuché el clic de la puerta al cerrarse con llave. -Te deseo tanto ahora mismo... Te necesito, Raquel, por favor... Tras ponerse encima de mí,
-Eres un idiota -dije sin más, mientras lo miraba-. ¿De verdad le hiciste eso? Elliot me miró y se encogió de hombros. Mi hermano estaba con la boca abierta, tampoco podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Como una historia tan bonita pudo terminar así? Al menos una parte de ella. Ya que claramente Raquel le perdonó a Elliot aquella mentira. -Sí, soy un idiota -dice Elliot por fin-. Tuve que haberle dicho desde el principio pero..., no lo sé, Kar, no la quería perder. -Y eso hiciste -le contesté con ironía-. La perdiste. Menos mal que Raquel tiene corazón para perdonar. -Pero esperen -dice mi hermano agitando las manos-. ¿Qué pasó luego? No pudo haber terminado así, ya que ambos están aquí, juntos, apunto de casarse.-Dije que la historia era larga -dice Elliot divertido, pero luego se colocó serio al ver mi expresión-. Ya, ya, lo sé, soy un gilipollas pero tenía mis razones. -Las peores que pueden haber -le reprocho-. Pero sigan, quiero escuchar como te las apañaste para volver
Junio de 2021 LondresDejé a Elliot en los ascensores suplicándome que no me fuera. Fue lo más difícil que había tenido que hacer en mucho tiempo. Pero me fui. Había abierto mi corazón a Elliot y me lo había destrozado. Le había oído cuando me dijo que me quería y también cuando me aseguró que solo estaba tratando de protegerme de mi pasado. Le había oído alto y claro. Pero eso no cambiaba el hecho de que necesitaba alejarme de él. Solo puedo pensar en la misma idea aterradora una y otra vez. Elliot lo sabePero las cosas no siempre son lo que parecen. Las impresiones se obtienen de manera intuitiva. Las ideas se forjan basándose en emociones y no en hecho reales. Ese fue el caso de Elliot y yo. Por supuesto que esto lo descubrí más tarde, y con el tiempo, cuando pude alejarme de los acontecimientos que me habían convertido en la persona que soy, fui capaz de ver las cosas de forma algo diferente. Con Elliot todo era rápido, intenso..., explosivo. Desde el
Mi mano latía al ritmo de mi corazón. Todo lo que pude hacer fue respirar contra las puertas ya cerradas del ascensor que se la llevaba lejos de mí. Piensa. Perseguirla no era una opción, así que abandoné el vestíbulo y me fui a la sala de descanso. Allí se encontraba Elaina preparándose un café. Mantuvo la cabeza agachada e hizo como si yo no estuviera. Una mujer inteligente. Espero que esos idiotas de la planta hagan lo mismo o van a tener que buscarse otro trabajo. Eché algo de hielo en una bolsa de plástico y metí la mano dentro. Joder, cómo escocia. Tenía sangre en los nudillos y estaba seguro de que también habría en la pared junto al ascensor. Volví a mi despacho con mano en la bolsa de hielo. Le dije a Frances que llamara a la gente de mantenimiento para que viniesen a arreglar la maldita abolladura de la pared. Frances asintió con la cabeza y miró la bolsa de hielo al final de mi brazo. -¿Necesitas hacerte una radiografía? -preguntó con la expresión típica de una madre. -
Accedí por la puerta trasera a la habitación contigua, que contaba con una cama, un baño, una tele y una pequeña cocina, todo de primerísima calidad. El apartamento de soltero perfecto para el ejecutivo que trabaja hasta tan tarde que no le merece la pena conducir hasta casa. O más un picadero. Aquí es donde traía a las mujeres cuando me las quería tirar. Siempre fuera del horario de oficina, por supuesto,y nunca se quedaban toda la noche. Hacía que mis > se largaran mucho antes del amanecer. Todo esto era antes de encontrar a Raquel. Nunca quise traerla aquí. Ella era diferente desde el principio. Especial. Mi preciosa chica americana. Raquel ni siquiera sabía de la existencia de esta habitación. Lo habría pillado en dos segundos y me habría odiado por traerla aquí. Me froté el pecho y traté de calmar el dolor que me abrasaba. Abrí la ducha y me desvestí. Mientras el agua caliente caía sobre mí me apoyé en los azulejos y me enfrenté a la realidad. ¡No estás con ella! La h