Voces

El sonido hace que mi cabeza martillee. Haz que pare. Que pare.

No puedo descifrar qué es ese sonido, pero sólo se hace más fuerte. Empiezo a abrir los ojos, pero la luz es cegadora. Cierro los ojos a la fuerza y aprieto la mano hasta cerrarla en un puño.

Vuelvo a intentarlo y abro los ojos lentamente. Respira, me digo. La luz es nítida y cegadora, pero no tan intensa como hace unos segundos. Sin embargo, siento que el mareo me consume, pero me resisto.

No sé dónde estoy. Parpadeando, intento encontrar mi terreno, intento encontrar el sentido de dónde puedo estar. Mi visión es borrosa, y poco a poco vuelvo en mí.

Lo último que recuerdo. —Rydar—, murmuro en voz baja y me empujo hacia arriba: flashes de la cara de Daniella gritando en mi dirección y luego viendo cómo me sacan el cuchillo.

Unas manos me sujetan. —Estás bien—, me dicen.

Me revuelvo contra la voz. Trato de liberarme, pero el agarre es fuerte.

—Soy yo, Sara.

La voz es familiar. Me resulta familiar. Mis manos y mis brazos ya
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