Seduciendo al novio de mi mejor amiga
Seduciendo al novio de mi mejor amiga
Por: Keyra payan
Inseguridad

Capítulo uno.

Stella y Diana estaban sentadas en la gran sala de la opulenta mansión de los Richmond, la familia más adinerada del país, Benjamin, el padre de Diana, era uno de los empresarios más importantes a nivel internacional, cuya trasnacional estaba asentada en el más importante barrio de Londres. En cambio Stella, pertenecía a la clase baja y vivía en un barrio pobre, había conocido a Diana en la universidad gracias a una beca de estudios que obtuvo por sus excelentes promedios y desde entonces se habían vuelto inseparables. Diana se había quedado invidente desde muy pequeña, y ese era un complejo que le causaba gran inseguridad, pero desde que Stella había llegado a su vida, las cosas habían cambiado un poco para ella.

–Estoy muy nerviosa, amiga, Tom viene mañana y yo no le he dicho que no puedo ver–manifestó Diana preocupada.

Stella se acercó cariñosamente acariciándole el cabello a su amiga.

–Tenías que haberlo hecho, Diana, no debes sentir preocupación por no poder ver, si él te quiere, deberá entenderlo–señaló la joven.

–Lo sé, pero no tuve el valor de hacerlo, ¿podrías recibirlo tú en el aeropuerto?, ¿harías eso por mí?–le pidió ella con vos suplicante.

Stella sonrió, pero en su rostro se dibujaba una expresión ambigua.

–Por supuesto, sabes que haría cualquier cosa por ti, mi querida amiga–mencionó.

Las horas pasaban y tanto Stella como Diana estaban muy emocionadas, Stella se había quedado a dormir en su casa como lo hacía tantas veces, pues le había prometido ayudarla con todo lo necesario para verse hermosa para conocer al hombre del que se había enamorado por Internet y con quien había iniciado una hermosa relación. Los miedos se apoderaron de Diana y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin que pudiera evitarlo.

–Ya, Diana, tienes que dejar de llorar o vas a arruinar el maquillaje–le advirtió su amiga mirándola de arriba a abajo con una profunda envidia.

–Tienes razón, pero no sé cómo voy a poder hacerlo si estoy tan nerviosa–contestó la inocente chica mientras se limpiaba los ojos.

–Sé que podrás, y ahora será mejor que me marche, ¿dijiste que tu chofer me llevará verdad?–.

–Matt no es nuestro chofer, es la mano derecha de papá, sólo que el está siempre conmigo para apoyarme en todo, es muy bueno–pronunció Diana con gran determinación.

–Quien te escuchara hablar de esa manera, pensaría que estás enamorada del hombre de confianza de tu papá, querida–comentó Stella con una sonrisa de burla en el rostro.

–Claro que no, Matt es como un hermano para mí y lo sabes, y ahora debes irte o de lo contrario llegarás tarde, Stella, por favor dile a mi novio que me perdone, pero que estaba tan nerviosa que preferí esperarlo aquí en la casa–.

Stella se despide de su amiga, pero antes de irse entra a uno de los baños de la casa y decide cambiarse de ropa, poniéndose uno de los vestidos que Diana le había regalado, era muy elegante y sensual, delineando su perfecta figura, con un escote que dejaba entrever sus exquisitos encantos. Se puso los tacones y caminó decidida, con una sonrisa triunfante en el rostro, llegó hasta donde se encontraba aparcado el lujoso automóvil que la llevaría al aeropuerto para recibir a Tom. Nada más llegar, Matt posó sus ojos en el cuerpo espectacular de la joven, siempre había estado interesado en ella, pero al no tener el poder y el nivel que ella ambicionaba, jamás le hizo caso, sin embargo aceptaba todos los regalos y las invitaciones que el joven asistente le hacía.

–Me parece que te esmeraste demasiado en tu aspecto para recibir al novio de tu mejor amiga–dice Matt bastante molesto.

Ella sonríe con satisfacción, se acomoda el cabello y se acerca en forma provocativa pasando una mano por el rostro de Matt.

–¿Y eso te molesta?–inquirió Stella encantada de despertar todas aquellas sensaciones en los hombres.

–Por supuesto que me molesta, sabes lo que siento por ti desde hace tiempo, y tú lo único que haces es ignorarme–le reclamó.

En los ojos de Matt se dibujaba un ardiente deseo, la miraba extasiado, ya que la belleza de Stella era capaz de enloquecer a cualquiera. El joven tomó el rostro de la chica entre sus manos y atrapó sus labios en un beso apasionado que provocó en ella grandes sensaciones, era la primera vez que se atrevía a besarla, pero entre los dos existía un magnetismo difícil de ocultar, el momento se hizo aún más intenso, reduciendo el espacio entre sus cuerpos, las caricias fueron subiendo de tono, pero de pronto ella se apartó bruscamente.

–Basta, no te permito que te comportes así conmigo“ mintió para tratar de justificar todo el mar de emociones que estaba sintiendo.

–No me arrepiento de haberte besado, y sé que lo disfrutaste tanto como yo, porque aunque te empeñas en negarlo tú sientes lo mismo por mí–le aseguró Matt.

–Deja de decir tonterías, yo nunca podría enamorarme de alguien como tú–.

Matt se le quedó mirando fijamente con una profunda tristeza en los ojos, sabía que Stella no tenía un buen corazón, pero aún así la amaba con toda su alma y no perdía la esperanza de poder conquistarla. Llegaron al aeropuerto y se dirigieron hasta la sala de espera, donde unos minutos más tarde, Tom hizo su aparición, volteando para todos lados tratando de encontrar a su novia.

–¿Buscas a Diana?–Se escuchó una sensual voz femenina.

Inmediatamente, los ojos de Tom se posaron en la espectacular belleza que se encontraba a unos cuantos centímetros de el, fue imposible no quedar cautivado ante semejante mujer, pero se obligó a respirar profundo inmediatamente la imagen dulce e inocente de Diana apareció en su cabeza recordándole que era por ella porquien estaba en ese lugar.

–Así es, ¿sabes dónde está?–Preguntó con gran interés.

–Claro, soy Stella, su mejor amiga, ella me pidió que viniera a recogerte, la pobre estaba muy nerviosa por el encuentro y me dijo que prefería esperarte en su casa–le informó.

Fue inevitable que Tom no sintiera un poco de decepción con las palabras de Stella, sin embargo, entendía la forma en la que Diana se sentía, pues desierta forma a él le ocurría algo parecido, pero ella era tan frágil, tan inocente, tenía esa candidez que a él tanto le encantaba, que decidió no tomarle importancia a lo sucedido.

–Es un placer, Stella, muchas gracias por venir, y ahora por favor vayamos a la casa de mi novia, que estoy ansioso por verla–exclamó.

Stella experimentó una punzada de envidia, Tom era un hombre bastante atractivo, y por si fuera poco multimillonario, el hombre que toda mujer desearía tenía que pertenecerle justo a su mejor amiga, quien siempre lo había tenido todo, la cual había crecido rodeada de lujos sin enfrentarse a las carencias por las que ella había tenido que pasar. Matt presenciaba la escena a una distancia prudencial, y se daba cuenta la manera en la que Stella estaba mirando al novio de Diana, por lo que decidió acercarse.

–Bienvenido a Londres, señor Bennett, la señorita Diana lo espera emocionada, así que será mejor que vayamos–sugirió el asistente.

–¿seguramente tú debes ser Matt?, mi novia habla mucho de ti, dice que eres como un hermano para ella–le dijo mientras estrechaba su mano.

El joven sonrió, complacido por las palabras que acababa de escuchar por parte de Tom, después de todo se trataba de un buen tipo, que seguramente haría muy feliz a su querida amiga. Subieron al coche, y Stella no perdía la oportunidad para hacerse notar, intervenía en la conversación entre Matt y Tom valiéndose de la gran inteligencia que poseía. El trayecto transcurrió con una serie de sentimientos encontrados por parte de los tres, pero por fin llegaron a la casa, aparcaron el coche y los jóvenes descendieron del vehículo. Mientras tanto en la sala de la gran mansión Richmond, se encontraba Diana bastante nerviosa, su nana se acercó para tratar de tranquilizarla, ya que llevaba mucho tiempo caminando de un lado a otro.

–No estoy de acuerdo que hayas enviado a la señorita Stella a recibir a tu novio, mi niña–la reprendió Susana.

–Nana, sé que Stella no te cae bien, pero es mi mejor amiga y una de las personas en las que más confío, además me sentía muy nerviosa, tengo mucho miedo, no sé cómo vaya a tomar Tom el hecho de qué no puedo ver– comentó Diana angustiada.

Su nana se acerca para darle un cálido abrazo cuando de repente se escuchan risas y voces acercándose.

Diana sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, la adrenalina comenzó a recorrer su cuerpo en forma impresionante, se puso de pie tratando de lucir lo más normal posible, pero en el fondo sabía qué su novio se daría cuenta inmediatamente de su discapacidad visual y eso le asustaba de sobremanera.

–Diana, querida, tu novio está aquí–le informó Stella cuando llegaron a la sala.

Diana inspiró profundo tratando de mantener el aire en sus pulmones, porque sentía que se estaba ahogando ante tanta presión que estaba experimentando en ese momento, quiso avanzar un poco, pero sus fuerzas no se lo permitieron, cuando de repente sintió unos brazos fuertes que la rodearon en forma posesiva pero a la vez muy seductora. Sintió como sus terminaciones nerviosas se ponían en alerta ante el magnetismo que aquel hombre le provocaba, un delicioso aroma masculino invadió sus fosas nasales, haciendo que su cuerpo reaccionara de una manera qué nunca había sentido.

–Por fin estoy aquí, mi amor–pronunció el con voz ronca acercándose peligrosamente a sus labios.

–Tom–acertó a decir ella bastante nerviosa.

Él la miró fijamente y se percató de qué tenía los ojos cerrados, y pensó qué seguramente se sentía nerviosa por el primer contacto, así qué quiso animarla un poco para darle seguridad.

–Vamos preciosa, abre tus ojos para que puedas verme, sé que estás tan emocionada como yo, pero me muero por verme reflejado en tu mirada– expresó con dulzura pero sin saber el efecto que sus palabras estaban teniendo para Diana.

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