La mañana es una completa mierda, me duele la cabeza, es una fuerte resaca que me apuñala con fiereza. Me muevo en la cama, a duras penas, haciendo un esfuerzo sobre humano logro ponerme en pie y caminar hasta el baño. Busco en el vanitory una píldora para este infernal dolor. Pero no encuentro una sola. Joder.Voy a la habitación de nuevo y todo me da vueltas. Quiero volver a tirarme sobre la cama y olvidarme del mundo. No pasa mucho cuando ya está alguien tocando la puerta de forma tan insistente que me agobia. —¿Quién toca? —suelto malhumorado.Siento que la cabeza me va a explotar. —Señor, es Fred. ¿Se encuentra bien? —pregunta al otro lado de la puerta. Por supuesto que no estoy bien, esta jodida resaca me está matando. Lo pienso mentalmente, no se lo digo, o creerá que estoy muriendo literalmente y no es así. —Fred, no hay de qué preocuparse, me estoy arreglando, en un momento salgo. —Como usted ordene, ¿necesita algo? —Sí, tráeme una pastilla para la resaca, algo que sur
Me ayuda a lavar los trastes, pero le convenzo de ir por Matt y arreglarlo. Solo así ganaremos tiempo, está de acuerdo. Ahora que estoy a solas en la cocina, medito seriamente en el día de hoy. Al final del día, ¿me veré tentada a cambiar la decisión de una estadía lejos de Alek? La verdad no lo sé, desde que llegó siento que debo hacer algo, cambiar los hechos y volver a su lado. Otra fuerza fuera de este mundo lo impide, no sé si pta bien o para mal, lo único de lo que estoy segura es que mi corazón insiste en mantenerme contrariada. Ya he terminado de fregar, así que sin perder tiempo me voy a duchar, es una ducha corta pero lo suficiente para revitalizar mi piel. No quiero vestirme tan pomposa o caer en lo exagerado. Unos bonitos vaqueros y camisa rosada es un atuendo sobrio, me peino y como rara vez me maquillo, entonces no uso tantos productos. No puedo creer que esté lista, sin embargo, Aleksander se ha tardado una vida en el baño con Matt. Al asomar la cabeza sin que ambos s
No busca nada excéntrico, nada lujoso y eso me reconforta bastante. Me hace sentir mejor, porque ahora solo algo acogedor es suficiente. Para ello subimos al auto y regresamos al centro de New York. Pasar cerca de New York cheese cake en Lady M, me hace pensar en aquel día que probé carrot cake, red velvet y cheese cake. Un triángulo vicioso del que me costó salir cada vez que entraba en la típica bakery neoyorquina. Y al final de una semana en la Gran Manzana fueron unas cuantas. Otro dulces que quería probar eran los cupcakes de Magnolia Bakery, los donuts, cookies, pero papá decía que era suficiente o de lo contrario podría dolerme la panza por ser tan glotona. Me enfadaba, pero al final entendía que lo hacía por mi bien, solo estaba cuidando de mí y evitando una discusión con mamá que sigue siendo bastante sobreprotectora. Aunque en Manhattan puedes comer en cada esquina las 24 horas del día, no creo que Alek quiera concurrir a un sitio así. En mi opinión, lo mejor de estos puest
—Deja de pensar en la maldita situación —pide bajito, me atrae a él, sin importar que sigamos desnudos, aunque eso es lo de menos luego de un caluroso encuentro —. Quiero más bebés contigo, Luna. Eso deseo, y encontraremos la solución, irnos del país si es lo que quieres. Estaba pensando en Francia, para serte sincero, ¿qué opinas? Abro los ojos como platos. ¡¿Francia?! No puedo creerlo, jamás he pensado en mudarnos de New York, me gusta la ciudad, estar cerca de la familia, pero si a largo plazo la situación lo amerita entonces es una opción. —¿Hablas de irnos del país? —inquiero sin dar crédito. Él asiente —. La verdad es que no es algo que debamos tomar a la ligera, Aleksander. —No estoy tomando nada relajado, Luna. Además es solo si estás de acuerdo. Eso en caso de que estés embarazada, ¿te parece? —No sé si estoy embarazada —pronuncio con rapidez, nerviosa. —Pero existe la posibilidad, amor. ¿Te imaginas? —habla ansioso, parece que le he dado la noticia, y ni siquiera tengo
P.O.V Luna Hago la cena, pretendo algo ligero pero que sacie el apetito de mi pequeño y de Alek. Preparo pollo a la parmesana, de niña uno de mis platillos favoritos. Puedo decir que el gusto por la comida se ha expandido para mí, me gusta de todo un poco. —Huele muy bien —se coloca a mis espaldas y empieza a acariciar la zona suave. Sonrío cuando no me ve. —Alek, estoy cocinando —regaño. ¿Es que no puede tener las manos quietas? —Eso lo sé, Luna —asegura acercando la nariz a mi cuello, el roce desata un cosquilleo inevitable. Entonces me vuelvo encontrando su sonrisa traviesa. —Por favor, si no vas a ayudarme, entonces ve con Matthew —indico seria. En vez de obedecer, rodea mi cintura y me acerca a él. No puedo creerlo. Me tiene en su poder, intento soltarme pero evidentemente no puedo con su fuerza. —Alek…—Estás hermosa, dime, ¿cómo pude ganarme tu corazón? —suelta en modo de empalagoso, esta faceta que poco muestra, me hace sentir el aleteo más vivo que nunca en la boca de
Completo mi actividad ahí, ya puedo abandonar la cocina y subir a mi habitación. Una vez en el interior, me preparo para dormirme. Sé que Alek se quedará con Matt, y lo comprendo, después de todo es su padre y quiere asegurarse de que no se vaya. Pero mirándome sola en aquella cama, me hace mucha falta. Cierro los ojos y busco dormirme, no lo consigo tan fácilmente. Los giros no se detienen, soy prisionera del insomnio. De pronto suena el teléfono en la mesita de noche. ¡Dios mío! Que repentinamente sonara me hace dar un respingo en la cama. Estiro la mano y lo tomo. Es Grace, ¿Qué le hace llamarme a esta hora? Ya el corazón se me pone en un puño. Me da miedo que sea algo malo, de todos modos deslizo el dedo en la pantalla y tomo la llamada. —Grace… ¿qué pasa? —inquiero sin ocultar que me da terror la respuesta. Los sollozos al otro de la línea me anudan el estómago. ¿Qué rayos está pasando? Me siento en la cama, esperando. —Por favor, dime, ¿qué ocurre? —¡Dios, Luna! —exclama co
A la mañana siguiente mamá ha ido a verme, no tiene idea de lo que pasa no Grace y admito que me veo tentada a ponerla al tanto. Pero no traicionaré a mi hermana. Le ofrezco desayuno pero ya ha comido. Alek antes de levantarme, ya se había ido. Lo llamé varias veces y no me contestó. Trato de no enfadarme por eso, pero tengo mis razones. ¿Por qué se ha ido antes del amaneces y sin avisar? ¿Por qué no toma mis llamadas? —¡Matt! —lo llena de besos y mimos. —¡Abuelita! —exclama con la misma emoción. —Te comes todo el cereal, ¿de acuerdo? —le digo una vez está en el suelo de nuevo y se dirige a la mesa a comer. —Es un buen chico —comenta sonriente. Asiento con la cabeza —. ¿Dónde está Aleksander? —Salió temprano —me limito a decir —. ¿Has sabido algo de Grace? Frunce el ceño. —No, ayer en la tarde hablamos, me dijo que estaba preparándose para los exámenes finales. ¿Por qué preguntas? —Por nada —forzo una sonrisa —. Siéntate, ¿cómo está todo con papá?—Bien, supongo —le da un sor
Él no esperaba ver a Grace aquí, ¿qué explicación creíble le va a dar ahora? No puedo ocultar cierta molestia. —¿Qué te ha ocurrido, Aleksander? —quiere saber, es la primera en ponerse de pie, se cubre la boca impactada por lo que ve.Debo actuar rápido.—Grace, no te alteres —le pido y hago que tome asiento otra vez —. Quédate aquí. Tomo de la mano a Alek y lo llevo conmigo a la habitación. Me meto en el baño con él y empiezo a buscar el botiquín de primeros auxilios. Mis manos tiemblan en todo el proceso. —No te preocupes…—¿Qué no me preocupe? —suelto enfadada—No puedes decirme que no lo haga, Alek —gruño —. Mira tu estado, deberías de ir a un doctor. —No iré al hospital, es solo sangre y ni quiera es mía —dice como si nada. —Ahora, ¿a quién le has arrebatado la vida? —cuestiono devastada por sus atrocidades —. Quítate la camisa, Aleksander, apestas. —Lo siento. —No digas que lo sientes cuando no es así, maldición —rujo enojada. Su torso tiene varios cardenales, señales de