Capítulo - El nombre detrás de la bata blanca Alicante brillaba esa tarde con la misma vida de siempre. Las plazas llenas de turistas, las gaviotas planeando sobre el puerto, el aire marino arrastrando promesas y secretos. Todo seguía igual, pero no para Joselín. Su mundo ya no era el mismo desde que Stephen Jones apareció entre las luces del hospital. Su mundo, ese que sus padres habían construido con tanto esmero y temor, había comenzado a resquebrajarse. Aquel día en casa había sido un caos disfrazado de calma. Lilian la rodeaba como si fuera de cristal, siguiendo cada paso, cada movimiento, insistiendo en que debía guardar reposo absoluto. Fabián no era menos. Entre pañuelos, analgésicos y advertencias, parecían olvidar que su hija ya no era la bebé que peleaba en la incubadora. —Mamá, estoy bien —repitió por quinta vez, con una sonrisa cansada. —No te esfuerces, mi amor, por favor —rogó Lilian, acomodándole el pelo como cuando era niña. Fabián, desde la puerta, suspiró
Capítulo Entre miradas y secretos Desde aquella tarde en la rambla, algo se había roto….o tal vez, algo se había despertado en Joselín. El aire de Alicante seguía oliendo a sal y a azahar, las campanas de la iglesia repicaban igual que siempre, las gaviotas revoloteaban sobre el puerto… pero para ella todo era distinto. Las calles que había recorrido mil veces ahora le parecían nuevas, teñidas de una expectativa que no sabía manejar.Su herida, a ojos de sus padres, era la excusa perfecta para mantenerla en casa bajo vigilancia. Lilian preparaba infusiones y vigilaba sus pasos como si un mal viento pudiera llevársela. Fabián, silencioso pero atento, pasaba más tiempo en casa de lo habitual, pendiente de cada quejido o suspiro. Pero lo que sus padres no sabían —y que Joselín no se atrevía a decirles— era que la herida que más dolía no estaba en la pierna, sino en el pecho… y no era dolor, era la ansiedad por volver a verlo.Así que, con disimulo y sonrisas fingidas, comenzó a frecuen
Capítulo - "Antes y después " Stephen caminaba sin rumbo fijo por la playa, con las manos en los bolsillos y el corazón hecho un nudo. Alicante, con su brisa templada y el cielo pintado de naranja por el atardecer, debería bastarle para calmarse, pero no era así. Desde aquella tarde en la rambla, Joselín se le había instalado en el pecho como un huracán dulce y rebelde. No podía dejar de pensar en ella. Su risa ligera, su mirada limpia, sus silencios cargados de más palabras que cualquier conversación. Era absurdo. Tenía veintidós años, una carrera que apenas comenzaba, una vida entera por delante dedicada a la medicina. ¿Cómo podía, entonces, sentir que todo su mundo se reducía a ella? Recordó su rostro cuando le confesó que solo faltaba un mes para ser mayor de edad. La determinación en sus ojos, el leve temblor de su voz. No era una niña, aunque su padre la siguiera mirando como tal. No lo era. Stephen lo sabía. Era una joven fuerte, viva, capaz de llenar de luz hasta el hospit
Capítulo – La traición más temida Punto de vista de Fabián y Lilian Fabián Torres no era un hombre fácil de desestabilizar. A lo largo de su vida había enfrentado pérdidas, frustraciones y desilusiones con entereza. Pero aquella tarde, mientras su dedo se deslizaba por la pantalla del teléfono de la amiga de su hija, algo dentro de él se quebró. —¿Qué es esto…? —murmuró, pero ya lo sabía. La imagen no necesitaba explicación: Joselín, su pequeña, su milagro, su niña frágil y perfecta, sonriendo al lado de un hombre mucho mayor, en la playa, abrazados, con las miradas llenas de algo que no podía tolerar. El corazón le dio un vuelco. El aire se volvió espeso. Un frío desconocido lo recorrió de pies a cabeza. Traición. Eso sintió. —¡Lilian! —gritó, casi rompiendo el teléfono mientras entraba en la cocina. Ella, sorprendida, dejó caer la taza que tenía en las manos. —¿Qué pasó? Fabián le mostró las imágenes. No dijo nada más. No necesitaba hacerlo. Lilian palideció. Sus ojos re
Capítulo – Amigo de verdadMateo Moreno siempre había considerado a Joselín como una hermana. Habían crecido entre las mismas calles de Alicante, compartiendo veranos enteros entre helados, castillos de arena y tardes de películas en casa de sus padres. Verla llorar por una caída o reír hasta que le doliera la panza era parte de su vida desde siempre. Pero nunca la había visto así.Cuando recibió aquella nota arrugada y temblorosa, pasada en secreto por la vecina del piso de al lado, supo que algo no estaba bien."Mateo, ayúdame. No puedo perderlo. No así."Esa frase lo golpeó directo al pecho. Sabía de las reglas estrictas de Fabián y Lilian, sabía que la sobre protegían a Joselín desde siempre, pero jamás imaginó que las cosas se desbordaran de tal manera.Se tomó un día entero antes de aparecer sin avisar en casa de los Torres.Joselín bajó las escaleras casi corriendo, con el rostro demacrado, ojeras profundas y los ojos hinchados. Mateo sintió que su amiga de siempre se había tr
Capítulo El plan de Mateo y el reencuentro Joselín no esperaba que aquella tarde, en medio de su encierro silencioso, Mateo golpeara la puerta. No había recibido aviso, no había escuchado a sus padres decir que él vendría, pero ahí estaba, con su chaqueta gastada y esa mirada que tantas veces la había rescatado de otras tormentas, aunque ninguna como esta. —¿Puedo pasar? —preguntó, serio pero cálido. Joselín asintió, mordiéndose el labio para no romper en llanto. Lo hizo entrar y apenas cruzaron la puerta de su cuarto, Mateo no pudo evitar mirarla con ternura. Estaba más delgada, sus ojeras eran profundas y la sonrisa que solía iluminar le el rostro había desaparecido. Mateo se sentó en el borde de la cama y esperó que ella hablara. Pero Joselín solo bajó la mirada y apretó la pequeña brújula de plata que colgaba bajo su suéter, como si fuera su ancla. —Mateo... —susurró, y sus ojos se llenaron de lágrimas al instante. Él no esperó, la abrazó sin pedir permiso, fuerte, com
Capítulo - Un nuevo cielo El aire de Uruguay era distinto. No era solo la humedad que subía desde el Río de la Plata, ni el cielo ligeramente gris de aquel mediodía; era que, por primera vez en semanas, Joselín sentía que respiraba. Bajó del avión tomada del brazo de Mateo. Su amigo, atento como siempre, la acompañaba con paso firme mientras, por dentro, ella se repetía una y otra vez en la escena que había vivido horas antes en el aeropuerto de Alicante. Stephen. Su Stephen, oculto tras una gorra, diciéndole que la amaba y que la esperaría. Su despedida, aunque breve, le había devuelto el alma al cuerpo. Por eso, aunque debía estar triste, sonreía. Y no era una sonrisa forzada. Estaba contenta. Sentía que, por fin, algo iba a salir bien. —No sabes lo bien que me hace verte así —dijo Mateo mientras caminaban por la manga. Joselín lo miró con ternura. —No sé cómo agradecerte —le respondió—. Mateo, te debo la vida. Literalmente. Él le revolvió el cabello, como cuando eran chicos.
Capitulo– Dudas y ausencias Las primeras semanas en Uruguay pasaron entre estudios, trámites, y tardes tranquilas junto a Mateo. Aunque la distancia dolía, Joselín sentía que podía soportarla porque cada noche, aunque fuera por breves minutos, lograba escuchar la voz de Stephen a través del celular de su amigo. Pero todo cambió de golpe. Una tarde cualquiera, mientras estaba sola en su habitación revisando apuntes, su celular personal vibró. Pensó que sería alguna amiga de Alicante, pero al abrir el mensaje, el corazón se le detuvo. Era una foto. Stephen estaba en una cafetería, sonriendo, con una joven a su lado. La chica tenía el cabello claro, llevaba una bata de hospital y un gesto cómodo. La imagen no mostraba nada más que una charla casual, pero para Joselín, fue como un puñal. No venía de Stephen. Venía de un número desconocido. Se quedó helada, sin poder reaccionar. Su primer impulso fue escribirle por el celular de Mateo, pero no estaba con él en ese momento. A