La noche seguía su curso, pero para Paula y Eleonor, todo estaba detenido en el tiempo. La fiesta quedaba atrás. La música seguía vibrando dentro del local, las risas de los estudiantes aún resonaban, pero para ellas, el mundo se había reducido a un campo de batalla invisible. Uno donde los secretos se desenterraban a la fuerza. Donde las verdades dolían más que cualquier golpe. Donde el pasado volvía a cobrarse cada herida. El aire estaba gélido, el viento soplaba con fiereza entre los árboles, haciendo crujir las ramas como si también fueran testigos de la confrontación. Paula temblaba, pero no solo por el frío. Eleonor estaba helada, pero no por la temperatura de la noche, sino por el peso del remordimiento que se clavaba en su pecho. Y ninguna de las dos sabía que Mateo y Sergio estaban allí, escuchando cada palabra. El grito que nunca salió —¡Nunca te importó lo que yo sentía! —Paula explotó. Su voz resonó con fuerza en la oscuridad, rebotando contra los troncos de los á
Capitulo :La Culpa de Mateo El aire dentro del local se sentía pesado, denso, como si la culpa flotara en cada rincón. El ruido de la música y las risas se convertía en un murmullo lejano para Mateo. No había brillo en sus ojos, ni emoción en sus gestos. Solo una sombra, oscura y abrumadora, que se cernía sobre él. Apretó los puños, sintiendo cómo el peso de los años se acumulaba en su espalda. Todo esto era su culpa. Desde el momento en que besó a Eleonor. Desde el día en que dejó que Paula se alejara, sin luchar por ella. Desde el instante en que nunca tuvo el coraje de decirle lo que sentía. Y ahora, estaba allí, viendo cómo ella destruía todo a su paso. Y lo peor de todo… Era que la entendía. Esa tarde antes de la fiesta , fue cuando se encontró con Sergio en el café que siempre se juntaban , había querido confrontarlo. Era un enfrentamiento inevitable. Los celos lo carcomían por dentro.Aunque sabía que era una idiotez de él sentirlos pero no podía evitarlos Verlo
Lo que queda después de la tormenta Paula caminó con pasos vacilantes por la calle desierta. El eco de sus tacones resonaba en la acera como un triste recordatorio de lo que acababa de ocurrir. Su mente era un torbellino. Rabia. Tristeza. Vacío absoluto. Había esperado que, al final, todo doliera menos. Pero no. La venganza que la sostuvo durante tanto tiempo se había consumido en cenizas en un solo instante. Había hablado. Había gritado. Había dejado salir todo el dolor que guardó durante años. Pero en el proceso… Lo había perdido todo. Mateo estaba destruido. Eleonor estaba rota. Y ella… Ella ya no sabía quién era. El frío de la noche se colaba en su piel, pero no era solo el viento helado lo que la hacía estremecer. Cuando llegó a la vereda para detener un taxi, una silueta bajo la luz amarillenta del farol llamó su atención. Sergio. Su postura era rígida, con los brazos cruzados y el rostro ensombrecido. Paula sintió un nudo en el estómago. No era enojo lo q
¿Será tarde para el perdón?La noche era un abismo sin fin, un vacío donde solo quedaban las palabras que nunca se dijeron y las heridas que nunca sanaron.El viento soplaba con fuerza, alzando mechones del cabello de Eleonor, pero ella apenas lo notaba. Todo su cuerpo temblaba, no por el frío, sino por la angustia, por la verdad que se había desplomado sobre ella con la fuerza de un golpe directo al alma.Paula no solo la había castigado con ese beso.Paula la había condenado a entender demasiado tarde.Los años de distancia, de silencios, de resentimiento no habían sido casuales. Habían sido la consecuencia de una herida que nunca cicatrizó, de un dolor que Eleonor ignoró porque creyó que con el tiempo pasaría. Pero el tiempo no curó nada. Solo lo envenenó todo.Apoyó la espalda contra la pared de ladrillos, tratando de respirar.No podía quebrarse. No ahora.Pero, ¿qué se suponía que hiciera? ¿Cómo se arreglaba algo que llevaba tanto tiempo roto?Entonces, sintió unos pasos detrás
Capitulo: Siempre te guardé tu hamaca . Sergio detuvo el auto frente a la casa de Eleonor. La calle estaba en completo silencio, como si el mundo se hubiera detenido después del caos de la noche. Eleonor aún tenía los ojos hinchados por el llanto, pero su mente estaba demasiado agotada para seguir procesando lo que acababa de ocurrir. Sergio la miró de reojo y rompió el silencio con suavidad. —No quiero que pienses que todo esto cambia algo. Eleonor giró el rostro hacia él, confundida. —¿A qué te refieres? Sergio apoyó las manos sobre el volante y suspiró. —A que esta noche no fue como la planeé… pero eso no significa que no quiera decirte lo que tenía en mente. Eleonor sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sergio sonrió con tristeza. —Sé que ahora no es el momento, que hay demasiadas cosas en tu cabeza, pero… quiero que sepas que puedes contar conmigo, para lo que sea. Eleonor bajó la mirada, sintiendo el peso de sus emociones. —Gracias, Sergio. Él ne
Capítulo: "A tiempo para sanar"La noche ya no era tan oscura en el parque .de juegos .Paula seguía sentada en su hamaca moviéndose suavemente de adelante hacia atrás, Eleonor estaba a la par de ella con una mano agarrada a la mano de su hermana.El parque estaba envuelto en una calma suave, casi irreal, como si la ciudad entera hubiera detenido su ritmo solo para ese momento.Las luces tenues de los faroles caían sobre las hamacas, y ahí, sentadas, estaban ellas: Eleonor y Paula. Las hermanas como cuando eran unas niñas de cinco años .Horas habían pasado desde que llegaron. Horas en las que no se dijeron todo, pero tampoco necesitaban palabras. A veces, el silencio es también un idioma, uno que solo entienden los corazones que alguna vez estuvieron rotos por la misma herida.Sergio, de pie a unos metros, las miraba con una mezcla de alivio y ternura. Tenía el teléfono pegado al oído.—Alberto… ellas están bien. Están en el parque, en las hamacas. —Su voz era serena, firme, como si
Capítulo: "En medio de la tormenta, elegí quedarme"El aire de la madrugada aún olía a tierra húmeda, a hojas mojadas por el rocío, a esa mezcla extraña de nostalgia y esperanza que solo se siente después de una noche de revelaciones.Sergio salió del parque en silencio. Caminó con calma hasta su auto, dejando atrás las hamacas que ahora quedaban vacías, pero que habían sostenido por horas los cuerpos y las penas de dos hermanas rotas, que finalmente comenzaban a reconstruirse. Lo último que vio fue a Eleonor abrazando a Paula como si el mundo se hubiera detenido ahí, y, de alguna forma, lo hizo.No quiso interrumpir más.No era su momento.Subió a su auto, encendió el motor y lo dejó correr mientras el viento de la madrugada se colaba por la ventanilla entreabierta. En sus manos aún sentía la suavidad de la piel de Eleonor, en su pecho, el peso de todo lo que había callado. Lo único que le quedaba por hacer antes de regresar a casa era una llamada.Marcó el número de Mateo. Tardó en
Capitulo :Errores que marcan el alma La madrugada era espesa, silenciosa y cargada de un frío que calaba los huesos. Pero Mateo no sentía el clima. Sentía algo peor: el peso de la culpa, del dolor, de los años que no se pueden desandar. No volvió a casa esa noche. Le había avisado a su madre que no se preocupara, que necesitaba despejarse… aunque no dijo dónde iba. No tenía fuerzas para enfrentar a nadie más. Solo una persona podía entender lo que le pasaba.Álvaro Méndez.El padrino que había sido más que eso. Una figura paterna, un consejero, un ejemplo… aunque no perfecto. Porque Álvaro también había fallado, y quizás por eso, era el único capaz de comprender lo que él sentía.Mateo se estacionó frente a la casa. No tocó el timbre. Solo se quedó ahí, dentro del auto, con los ojos vacíos y el corazón hecho trizas. Desde una de las ventanas, Álvaro lo vio. Su figura estaba encorvada sobre el volante, y sus ojos rojos delataban que había llorado.—Aurora… está Mateo afuera. —dijo Ál