- Entonces... ¿No me vas a llevar a dar un paseo en tu coche nuevo?- No puedo estar sin mis bebés... - Miré a Andreia saliendo con mis dos preciados regalos meneando la cola.- Tengo otro regalo. Me miró serio.- ¿Más uno? Nunca me diste tantos regalos...- Soy amable a veces.- ¿O estás tratando de compensar algo...- No estoy tratando de compensar nada. No me acosté con la maldita mujer.- Francisco, creo en ti. - Confesé.- Sé lo complicado que es, Vi, ya que nos conocemos muy bien. Y tal vez sea muy difícil para ti creer que puedo cambiar.- ¿Cambió para mí, Francis? – Sentí que mi corazón latía más rápido y mis piernas se tambaleaban ante la posible respuesta.Desafortunadamente con Francis fue así. Parece que siempre tuve que dar el primer paso para que él se armara de valor. Pero temía que él nunca admitiría sus sentimientos ante sí mismo.- Sí, Vi, cambié por ti. Siempre, todo en mi vida, fue por ti... ¿Alguna vez notaste eso?Bajé los ojos, sin saber qué significaba eso. ¿Er
Entonces yo, Virgínia Hernandez, la mujer más desafortunada de Primavera, despreciada toda mi vida por su madre, por mi cuerpo, mis alergias, llena de defectos físicos y emocionales, conseguí esa Navidad un auto, dos perros, un tatuaje, una solicitud de cita. y un anillo de diamantes.Devolví la caja, ya cerrada:- No puedo aceptarlo, Marcelus.- Pero Virginia... te lo compré. Parecía decepcionado.Marcelus estaba bien vestido. Seguramente cenó con su familia y luego terminó en ese hueco de la ciudad, en la casa de una mujer a la que despreciaba, que era mi madre. No era vanidosa y no me consideraba una mujer hermosa, aunque había ganado varios concursos de belleza a lo largo de mi vida. Y me preguntaba qué hacía que este hombre rico, guapo e influyente quisiera algo conmigo. No es que no mereciera este tipo de hombre... Pero no hice absolutamente nada para que se enamorara de mí. Yo era una mujer corriente, llena de defectos, insegura, comandada por mi madre y siempre le dejé muy cla
Besé a mi novio apasionadamente. Nuestras lenguas se conocían tan bien y bailaban al mismo ritmo. Sus labios devoraron los míos, como si supieran lo mejor del mundo. Extrañaba mucho su sabor, su cuerpo sobre el mío, su cálido aliento sobre mi piel.Pronto ya estaba duro, esperándome. Levanté el vestido mientras Francis me arrancaba las bragas y las tiraba por la ventana.- ¿Puedo saber por qué haces esto? Besé su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja, el cual mordí levemente.- Porque no quiero que uses calzones, Vi.- Es que no sabía que iba a salir con mi novio esta noche...- Siéntate, Vi... O me muero.- ¿Morirás? - Empecé a reír. - Pensé que era el único que murió cuando llegué.- Aquí está la pregunta... Ni siquiera me he corrido dentro de ti todavía...- ¡Ruego! exigí, mientras sacaba mis pechos del sostén, sobre el escote del vestido, prestando especial atención a cada uno con calientes y generosos lametones.- Por Dios, mujer, siéntate...- ¡Di, mi esposa! Tiré de su cabe
- Yo... yo tengo novio ahora. Dije, incapaz de ocultar mi sonrisa.- El señor que estaba en la plaza contigo... ¿Ese fin de domingo?- Sí. Arqueé una ceja.Él sonrió:- Noté que te gustaba.- Somos grandes amigos... ¿O lo éramos? - Estaba confundido. De todos modos, me preguntó antes de la cena. - dije feliz.- Luego fueron a celebrar... Con un condón alérgico.- Bueno... Ella era de otro tipo... Estaba caliente.- ¿Te perdiste el fuego? Frunció el ceño, curioso.- No...Alguien llamó a la puerta y luego la abrió. Era la enfermera:- Doctor, todo está listo para la inyección y el suero. - advirtió.- Está bien... Sólo dame unos minutos más. - el pidio.Ella asintió y cerró la puerta.- Virginia, lamento que Marcelus actuara de esta manera contigo. Hay hombres que no aceptan perder.- Eso es muy inmaduro de su parte.- Lo sé... Pero te confieso que hay que tener mucho autocontrol para perder a alguien que amas y no hacer nada... No es mala persona.- Conocía la peor parte de él.- Aún
Abrí la tapa y agarré los dos al mismo tiempo, completamente empapada y asustada, temblando de frío y miedo.Los coloqué sobre una toalla y los cubrí, sosteniéndolos juntos, tratando de calentarlos. Las lágrimas llenaron mis ojos y la ira se apoderó de mí.Corrí con los cachorros en mi regazo hacia la puerta. La abrí y Michelle todavía estaba saliendo por la puerta.Grité desde donde estaba:- Hablé con la tía Meg. Y por eso recortó la pensión. ¿Y sabes qué? Fue lo mejor que he hecho en mi vida.- Tú... no te atreverías.- Llámala y confirma. Incluso me ofreció trabajo en Sweet M. Ahora entiendo por qué no la buscan... Y por qué no le gustas a Noah Collins. Me avergonzaba ser su hija cuando fui a hablar con ellos. Menos mal que heredé el apellido de mi padre, porque no quiero llevar el Miller que viene de ti. ¿Por qué no eres como la tía Meg o la tía Martina? Es la escoria de Miller.- Voy a deshacerme de estas bolas de pelo . Escribe esto. - Dijo yéndose, furiosa.Rápidamente entré a
- Francisco... Eso es...- Lo siento, Vi... No quería tomarte por sorpresa. Ni asustarla. Pero como no quieres ir a mi casa. Pensé que tal vez podríamos vivir juntos en otro lugar. Podrías continuar tus estudios... Yo los míos y... Era solo una idea.Le acaricié la cara y le di un beso:- Francis, gracias por preocuparte por mí. Estoy feliz con tu pedido. Para mí es casi como una declaración de amor, incluso más grande que cuando dices que me amas. Porque viene del hombre que nunca pensó en comprometerse con nadie. Y ahora está... Saliendo... - Sentí una lágrima tonta caer por el rabillo del ojo. - Y con ganas de vivir juntos.- Cuando me vaya de aquí, no me siento seguro dejándote, Vi. Tengo miedo de que sufras con tu madre y Joice... En fin... Pienso en ti todo el tiempo y... Creo que ya sabes que te amo. Se rió tímidamente.- Francis, eres el que más quiero en todo el mundo. Y honestamente, el segundo lugar está muy lejos. - sonreír. “Pero… aunque creo que nos llevaríamos bien comp
Cuando Irina miró a Dorothy, que hasta ese momento estaba de espaldas, se quedó completamente avergonzada, sin saber qué decir. Debo haberme puesto rojo como un pimiento.Los cachorros llegaron al banco, tratando de saltar para atraparme. Dorothy se inclinó y los alisó. Estaban agitados.- Hola Douglas... Hola Dothy... ¿Cuál es cuál? - ella preguntó.¡Vale, seamos realistas!Bajé las escaleras y presenté a mis cachorros.- ¿Debería sentirme halagado por los nombres? – preguntó, mientras tomaba a uno de ellos en su regazo, quitándole la correa.- ¡Claro! Mira que lindos son. - dije, mientras Douglas corría hacia Francis, quien lo interceptaba, tomando su regazo.Francis se acercó a nosotros, sacudiendo la cabeza confundido al ver a Dorothy.- A Dothy le gusto. – le dijo a Francisco. – ¿Es porque tenemos el mismo nombre?- Creo que si. – dijo Francisco. – ¿Has conocido a nuestros hijos? Pasó su mano sobre mis hombros.- ¿Sus hijos? Ella arqueó una ceja. – Se ven un poco peludos… Creo qu
El lunes me desperté más temprano que de costumbre. Tenía muchas cosas que organizar desde la biblioteca de la universidad donde estaba trabajando. Me gustaba adelantarme a lo previsto para que todo saliera bien y luego tenía tiempo para estudiar. Cuando no era época de exámenes, no había mucho movimiento allí.Tenía mi mochila y una bolsa llena de materiales que necesitaba para esa semana de clases. Puse todo en el coche, que todavía estaba en el garaje. Cuando cerré la puerta, me encontré cara a cara con Maurício, sobresaltándome.- Mauricio... Me asustó. - No pude evitar decir.Se apoyó contra la pared, con los brazos cruzados:- Mucho material.- Sí. Tengo clases prácticas esta semana. Voy a empezar los primeros dibujos. Estoy emocionado. Miré el reloj. Si tardaba demasiado, no podría seguir adelante con los planes para llegar temprano.- Emocionado por tu curso de... Arquitectura, ¿es eso?- Sí. – Me apoyé en la carrocería del coche.Tenía curiosidad por saber qué quería allí, po