Cuando Lucas se marchó para iniciar su investigación, Tania aprovechó para reunirse con los chicos en el salón común que ellos utilizaban.Al entrar, vio a Kevin comiendo gelatina sentado en un sillón frente a Dani, que escuchaba música con unos auriculares puestos.Kevin, al verla, enseguida se puso de pie, asustado.—¿Viene contigo? —preguntó en referencia a Lucas.Tania sonrió con diversión.—No.El chico respiro de nuevo.—Quiere matarme.—¿Y sabes por qué? —lo pinchó con rostro severo.El joven bajó la cabeza, avergonzado, pero ella no lo siguió molestando. Luego hablaría con él. Ahora quería hacerlo con Vicky, quien se hallaba sentada en una mesa con la cabeza hundida en una laptop y con unos auriculares puestos.Aunque sentía cierta aprehensión por ellos, por lo que Lucas le había contado, eran a los únicos a los que podía recurrir.Volvía a sentirse acorralada y eso la ponía nerviosa, para calmar sus emociones tenía que estar en acción.—Hola —la saludó al sentarse frente a el
Tania se marchó a su habitación, estaba cansada, tanto física como moralmente. Se encontraba en un punto en que comenzaba a dudar de todo, de sus capacidades y de su propia existencia.La hacían quedar como un monstruo peligroso y cruel capaz de acabar con la humanidad entera si así se lo propusiera, cuando su única meta era vivir en paz y ser feliz.Al entrar en su dormitorio, se extrañó al verlo de nuevo inundado de oscuridad. Habían cubierto las ventanas con gruesas frazadas dejando espacios llenos de sombras.—¿Lucas? —preguntón cerrando la puerta tras de sí, con cerrojo, a pesar de saber que aquello no serviría de nada.Si Lucas estaba viviendo un nuevo episodio de confusión, como el experimentado la mañana luego de su llegada a ese lugar, quedando a merced de los efectos devastadores que creaba el veneno que le habían suministrado, se volvería un ser violento.Un cerrojo no sería suficiente para retenerlo, ni siquiera, una puerta de madera. Pero ella no pensaba permitirle salir
Tania se dirigió al despacho donde el doctor Guerra estaba reunido con representantes del gobierno local.Cuando ella se hizo presente en la oficina, todos la observaron con recelo y cierto temor. Algunos se alejaron un poco y caminaron hacia la puerta, como si quisiesen escapar de su presencia.La mujer no pudo evitar sentirse afectada por aquel rechazo. Nunca pensó recibir una atención de ese calibre. No la conocían, por eso le temían. En la prensa y en las redes sociales exageraban su comportamiento, la volvían un monstruo de carácter explosivo.A pesar de su inquietud, se mostró altiva. No iba a dejar que aquello la debilitara. Tenía que acostumbrarse a esas reacciones, porque, al parecer, aquello era su destino.Esperó paciente a que Guerra terminara su charla. Gestionaba el traslado del grupo a una clínica del estado para realizarles evaluaciones médicas y garantizar su salud.El encuentro no duró mucho. Tania no sabía si eso era motivo de su presencia o porque el asunto resulta
Esa noche recibieron una visita en la casa. Ángela Guerra, la esposa del doctor Guerra, había asistido con autorización de los militares que los custodiaban para hacerle una revisión psicológica a Lucas.Su esposo había solicitado su presencia en vista de lo conversado con Tania sobre la condición del hombre. Así su diagnóstico le serviría para dar más presión a las autoridades y aprobaran la visita a la clínica.Tania estuvo presente, no solo porque ella lo había exigido, sino porque Guerra lo había indicado. Si Lucas enloquecía mientras lo evaluaban, la única capaz de dominarlo era la chica.Sin embargo, Ángela fue bastante atenta y paciente con él. Lucas al inicio se negaba a colaborar, pero ella logró convencerlo con conversaciones amigables hasta que el hombre se sintió cómodo y permitió el análisis.Con recelo, él le habló de sus sentimientos actuales, del miedo que experimentaba, de las ganas por escapar y esconderse y de la fuerte atracción que sentía por Tania.No había momen
El doctor Guerra logró gestionar el traslado del grupo a una clínica privada de la ciudad.La movilización significaría una importante operación militar, ya que los custodiarían decenas de efectivos armados hasta los dientes y portando trajes especiales que incluían hasta pasamontañas.Lucas los veía con el ceño apretado desde la ventana. Algunos soldados portaban escopetas con dardos sedantes y otros, poderosas armas de fuego. Cualquiera pensaría que trasladarían a peligrosos terroristas.El camión donde los transportarían tenía una cabina trasera reforzada con acero por cada uno de sus lados, y sería escoltado por unas camionetas negras blindadas donde iría el servicio de inteligencia.—Me parece que hay militares extranjeros en aquel grupo —comentó Vicky, quien también veía sorprendida la movilización desde otra ventana, y señaló hacia el lugar donde creyó haber visto a efectivos con banderas extranjeras cosidas a sus uniformes.—Esta gente tiene más miedo de nosotros que de los mi
En medio de un operativo militar sin precedentes, trasladaron a Tania y a Lucas a una clínica privada en el centro de la ciudad.No solo la instalación fue cerrada al público para garantizar la seguridad, sino que el área, a dos kilómetros a la redonda, fue acordonada y fuertemente vigilada.Tania imaginó que el país había movilizado a más de la mitad de sus fuerzas militares a ese lugar. Nunca había visto a tantos soldados juntos, y todos armados como si aquel país se encontrara en guerra.Aunque los doctores trataban de distraerla con charla trivial para que no estuviera atenta al exterior, ella observaba atónita lo que sucedía en la calle.En algunos puntos de la ciudad se producían manifestaciones en pro y en contra de ella. Los que estaban a favor defendían sus derechos y le rogaban que usara su poder para destruir a los políticos de turno.Los que estaban en contra exigían su reclusión inmediata, o su muerte. Aseguraban que era el mal encarnado, que llevaría destrucción y maldad
A Tania le resultó difícil controlar a Lucas. La imagen de las inyecciones, de los enfermeros y del personal médico despertó muchos de sus recuerdos más atroces.Ella tuvo que forcejear con él para que pudieran aplicarle un sedante, los ojos del hombre se tintaron de dorado y rugía como un animal enjaulado.Cuando al fin lo tuvieron adormilado, lo encadenaron a una camilla para realizarle la extracción. El chip estaba ubicado en una zona riesgosa de su cerebro, fue necesaria la presencia de un cirujano especializado y el disponible no quería operar si no le garantizaban su vida.Guerra tuvo que firmar decenas de documentos para que el hombre sintiera confianza, además de permitir que un representante del gobierno estuviese presente dentro del quirófano, así como algunos militares armados.Gracias a la actuación de Tania, ninguno de ellos fue necesario. Ella logró controlarlo y garantizar que la operación se diera sin ningún contratiempo.El chip fue entregado al representante del gobi
La noche en la clínica fue un tormento para Tania. La vigilancia era tan extrema que cada media hora entraban a la habitación sin anunciarse solo para controlarla.En una ocasión le gritó al teniente que había entrado de forma violenta, despertando a Lucas y asustándolo. El oficial apuntó un arma a su cabeza para callarla y le informó que debía colaborar o la encerrarían en una celda portátil que habían llevado en uno de los camiones blindados.No solo la indignación de la joven llegó a niveles estratosféricos, Lucas estaba tan enfadado que poco pudo descansar, sufriendo de dolores de cabeza.Guerra intentó mediar, pero el contingente militar que les había tocado durante la noche estaba conformado por un grupo de sujetos desagradables y poco solidarios. Resultó imposible conversar con ellos.A la mañana siguiente, regresaron a la casa irritados, pero al llegar todo empeoró.—Teniente, por favor, podría retirar la tobillera electrónica de Tania y Lucas —pidió Guerra con amabilidad.—Ne