La puerta de la habitación donde Emma, la niñera, juega con Andrea se abre de forma sorpresiva.En el marco de la puerta, se presenta el imponente, atractivo y sobre todo implacable Braden DuncanLa niñera, quién tiene una ferviente de atracción por el escocés, siente como la sangre sube a su rostro y baja la vista al no poder mantener su mirada por más de unos cuantos instantes.“Contrólate, contrólate” piensa Emma, al mismo tiempo que intenta contener un suspiro en su garganta para no verse tan ridícula.—Emma— dijo Duncan con un tono sensual— necesito me acompañes.“Sabe mi nombre, sabe que existo, me está hablando” Pensaba Emma emocionada.En los meses que tenía en la mansión de la familia McCarthy, jamás habían cruzado palabra, y hoy sería ese día, el que diera inicio a algo más.Ella sin saberlo estaba presagiando lo que estaba por venir aunque no como lo esperaba.— Yo... amm… ehh…— dudó la joven chica, al mismo tiempo que miraba a la pequeña Andrea.—No te preocupes por ella
— Luciana… Luciana… cariño… despierta— la voz que la llamaba en medio de las sombras era cálida y llena de amor.Pero su cabeza se sentía tan pesada, tan cansada, que sus ojos no obedecían en abrirse para saber quién la llamaba.Un frío torturador como el invierno en medio de la nieve azotaba su cuerpo.Y Luciana se sentía paralizada, aunque no comprendía la razón.Su mente trabajaba en bucle. “Dolor, sufrimiento, cansancio” una y otra vez hasta que en uno de esos instantes algo cambió.Su cuerpo fue agitado de manera brusca, jalándola al presente con la voz que le hablaba desesperada en este punto.— Mi niña por favor ¿qué sucede? ¿Te sientes mal?— cuestionó Amelia con los ojos llenos de preocupación y sus manos apretando más de lo necesario los brazos de Luciana.De forma inconsciente, intentaba mantenerla a su lado, no podía dejarla ir, no podía escaparse entre sus manos de nuevo.Luciana miró a su alrededor y al instante se dio cuenta de todo lo que había olvidado.“No puede ser
Las miradas de ambos, Erick y Lucrecia conectadas hacían una especie de campo magnético, ambas poderosas, ambas desesperadas por destruir a quien tenían enfrente y sobre todo, intentando mantener los secretos ocultos, que tantos años después seguían cobrando su alto precio.Erick se mantenía en silencio, observando el vacío en los ojos de Lucrecia, como una ventana a su falta de alma.“¿Cómo no pude ver esta maldad inherente en ella antes? solo estar en su presencia deja ver un aura insoportable” se reclamaba el moreno en silencio, quien tenía una sensación de fracaso y un peso aplastante, como el que debería sentir un buzo al quedarse sin oxígeno en las profundidades.— Por lo visto, la vida de tu pequeño ángel no es lo suficientemente valiosa, para que te apresures en tomar una decisión— declaró Lucrecia al mismo tiempo que se alejaba moviendo sus caderas de forma danzarina.— ¿Cómo supiste? ¿Cómo lo hiciste? — cuestionó Erick.Las implicaciones eran claras, ella había estado marc
Duncan cerró los ojos por un momento para concentrarse en cualquier otro detalle que pudiera ofrecerle.— ¿No miraste quién era? ¿No viste de quién se trataba? ¿Escuchaste pasos? ¿Una sombra? ¡Algo maldita sea! ¡Dame algo más!Él se acercó a ella de forma amenazante provocando que Emma se encogiera todo lo posible alejando su rostro del de él— Lo siento, no recuerdo más — susurró ella dejando salir lágrimas, sin saber cómo es que seguía teniendo después de tanto llorar.La luz del sol que se filtraba con una fuerza sutil pero firme entre las cortinas, daba una luz celestial al lugar donde Ignacio luchaba por mejorar.El pequeño niño que se mantenía rodeado de cables, máquinas y agujas, luchaba de manera admirable por mantenerse con vida.Su rostro pálido y sudoroso muestra fehaciente que la fiebre había regresado, era una declaración que estaba perdiendo la lucha.Luciana observaba su pequeño hijo, desde un lado, deseaba tocarlo pero tampoco podía contaminar su ambiente.En un inten
Erick caminaba decidido y sobre todo concentrado en una sola cosa.El rostro de su hijo.Después de todo lo que había pasado, un único pensamiento siempre lo acompañó.“La seguridad de su familia y los seres que amaba” — Ignacio— dijo con un susurro acompañado de todo su amor.Se acercó mirando la debilidad y el desgaste que esa maldita enfermedad estaba ocasionando, rompiendo su corazón en mil pedazos.—Lo siento hijo, todo esto es mi culpa pero lo voy a arreglar.El alma de Erick se comprimía cada vez que pensaba todo el sufrimiento que su hijo había tenido que pasar porque él era su padre.Por pagar las equivocaciones que él había cometido en el pasado, y sobre todo, por haberse dejado engañar por personas arrogantes y malvadas como Lucrecia.En ese momento recordó las palabras del doctor.“No sé qué es lo que usted sabe, que no me quiere decir, pero le advierto que su hijo se debate entre la vida y la muerte y aún no vemos una salida”“Recuerdo que me dijo que investigara enf
— A quién se atreva a dar el primer golpe lo mandaré a expulsar, sin importarme el apellido que tenga— dijo el doctor sin vacilación alguna.En ese momento ambos bajaron los puños y Luciana ignorándolos se concentró en el doctor, sus manos comenzaron a temblar y su respiración a hacerse más errática— Doctor…— susurró ella— doctor.Sentía una necesidad desesperante de obtener una respuesta y el único que podía dársela era él.— Hemos estado revisando los síntomas y la evolución del pequeño Ignacio — declaró el doctor con tono serio.El ambiente se puso tenso con una especie de neblina que cubría la razón de todos.Erick sentía que su corazón había dejado de latir a la espera de esa frase que le iba a decir se había cometido el error más grande de su vida o si podría seguir existiendo.Luciana, en cambio sentía como parte de rostro palpitaba, era tal el desgaste físico que las pulsaciones en su piel indicaban que necesitaba con urgencia tranquilidad aunque no había querido decírselo a
En un pequeño hangar, donde no queda registro escrito de nada y todos son tratos de palabra, se encuentra un rubio absolutamente atractivo, quién atrae la mirada de todos a su alrededor.Excepto de una pequeña chica a la que no le interesa compartir ni el mismo espacio.—Escúchame bien— declara Duncan acercándose a de forma irritada, como si detestara hacer este tipo de cosas.Emma quien ya había perdido todo gramo de atracción por él, se estremeció al notar su cercanía, le desagradaba su olor, le provoca un rechazo innato y eso no desaparecería jamás.— No puedes hablar de absolutamente nada que hayas visto dentro de la mansión de la familia McCarthy, si un solo rumor de cualquier cosa me llega, en ese momento estarías rompiendo el contrato de confidencialidad y tu vida volverá a estar entre mis manos.Emma asintió instintivamente, en este punto necesitaba estar de acuerdo con él, con cualquier cosa que dijera para alejarse, para que la dejaran salir de ahí con vida.Sin poder evitarl
Erick respira profundo, decide dar inicio a este plan que había iniciado como una completa locura.Extendió su mano para tomar la de una castaña, esa que deseaba jamás haber conocido en su vida.Su toque le quemaba, era una sensación de perder el control sobre sí mismo…Sobre su propia vida.“M*****a mujer” Pensaba una y otra vez el moreno.En un restaurante de alta exigencia y prestigio, donde los más ricos e importantes se reunían a conversar.Ahí en una mesa, en un área específicamente para mantener la privacidad de las conversaciones, se encontraba Amelia sentada de forma exquisita y tranquila.— Espero no haber llegado tarde — se excusa Erick.— Tranquilo tengo la vieja costumbre de siempre llegar antes, me gusta tomarme unos minutos para mí misma — respondió Amelia.De forma inesperada la acompañante de Erick tomó la palabra.— Mucho gusto — dijo una voz profunda y sensual al mismo tiempo— mi nombre es Lucrecia del Real y sinceramente es un placer conocerla señora McCarthy.Amel