Un sonido agudo y plagado de miedo, es el despertador de Erick y Luciana en medio de la madrugada, quienes después de una noche increíble de reconciliación habían caído completamente agotados.La luz de la luna se colaba entre los ventanales, y hacían un juego de luces en contra de la oscuridad de la habitación.— ¡Erick! ¡Despierta! — Gritó Luciana al mismo tiempo que se levantaba corriendo y tomaba entre sus brazos a su pequeño hijo.Mientras tanto, Erick había prendido el foco de la habitación para después acercarse corriendo a ellos.— ¡Está hirviendo en temperatura Erick!Luciana comenzó a desvestirlo para comenzar a bañarlo pero la mano de su pareja la detuvo.— No lo hagas, no perdamos tiempo, vamos al hospital.Luciana sentía una especie de sombra rodear a Erick ¿qué era lo que ella desconocía? ¿Por qué se comportaba de esta manera?— ¡Vamos!— En ese momento Erick tomó a la pequeña Andrea y se fue directamente a la habitación de Amelia, quien salió confundida y entre sueñ
Erick alcanza a ver que desde las sombras sale Carlos, con una actitud llena de cuestionamientos y dudas.El agente tenía las manos a los costados pero para el moreno quien lo conocía desde muchos años antes, sabía que estaba alerta, para Carlos no había otra forma de estar.— Dime ¿qué sucede?— No deberías estar aquí— Lo reprendió Erick, ajustando bien su camisa — mucho menos espiarme.Carlos levantó una ceja incrédulo ante lo que estaba escuchando, y se acercó un par de pasos más, poniéndose de frente a Erick.El ambiente se torció de tal manera que nadie sabría decir quién de los dos era el jefe y quien era el subordinado.— Te volviste descuidado Erick, mucho más de lo que es tolerable, no puedo pasar por alto tus ataques de histeria, como el de hace unas horas con el pequeño Ignacio.— ¡Sólo vete! ¡Es una orden! — Gritó lleno de rabia y descontrol Erick, al mismo tiempo que se giraba para darle la espalda y comenzar a alejarse de él, tenía mucho en lo que pensar y qué hacer,
Amelia coloca de manera tranquila y cariñosa la cabeza de Luciana sobre la almohada.Después de tanto llorar, de tanto estrés y de no dormir durante toda la noche finalmente había caído rendida.Sin embargo, la vieja mujer tenía muchos pendientes.Solo fue cuestión que saliera de la habitación para hacer una llamada.— Duncan —dijo con un tono que mostraba a cualquiera que la escuchara, que lo siguiente era una orden imposible de contradecir— investiga a todos los empleados que tengo en la mansión, algo no está bien en todo esto, mi bisnieto no pudo haberse enfermado de la nada, alguien que nos rodea es un traidor.— Por supuesto.— Respondió el rubio del otro lado de la línea.— Otra cosa— dice Amelia mirando a los lados, asegurándose que nadie sea testigo de sus órdenes. —Sé discreto, más no gentil.Esa frase era todo lo que Duncan necesitaba para sonreír de forma macabra, finalmente sus raíces podrían ser utilizadas.— Como usted diga señora.Duncan escucha como la llamada se termi
La puerta de la habitación donde Emma, la niñera, juega con Andrea se abre de forma sorpresiva.En el marco de la puerta, se presenta el imponente, atractivo y sobre todo implacable Braden DuncanLa niñera, quién tiene una ferviente de atracción por el escocés, siente como la sangre sube a su rostro y baja la vista al no poder mantener su mirada por más de unos cuantos instantes.“Contrólate, contrólate” piensa Emma, al mismo tiempo que intenta contener un suspiro en su garganta para no verse tan ridícula.—Emma— dijo Duncan con un tono sensual— necesito me acompañes.“Sabe mi nombre, sabe que existo, me está hablando” Pensaba Emma emocionada.En los meses que tenía en la mansión de la familia McCarthy, jamás habían cruzado palabra, y hoy sería ese día, el que diera inicio a algo más.Ella sin saberlo estaba presagiando lo que estaba por venir aunque no como lo esperaba.— Yo... amm… ehh…— dudó la joven chica, al mismo tiempo que miraba a la pequeña Andrea.—No te preocupes por ella
— Luciana… Luciana… cariño… despierta— la voz que la llamaba en medio de las sombras era cálida y llena de amor.Pero su cabeza se sentía tan pesada, tan cansada, que sus ojos no obedecían en abrirse para saber quién la llamaba.Un frío torturador como el invierno en medio de la nieve azotaba su cuerpo.Y Luciana se sentía paralizada, aunque no comprendía la razón.Su mente trabajaba en bucle. “Dolor, sufrimiento, cansancio” una y otra vez hasta que en uno de esos instantes algo cambió.Su cuerpo fue agitado de manera brusca, jalándola al presente con la voz que le hablaba desesperada en este punto.— Mi niña por favor ¿qué sucede? ¿Te sientes mal?— cuestionó Amelia con los ojos llenos de preocupación y sus manos apretando más de lo necesario los brazos de Luciana.De forma inconsciente, intentaba mantenerla a su lado, no podía dejarla ir, no podía escaparse entre sus manos de nuevo.Luciana miró a su alrededor y al instante se dio cuenta de todo lo que había olvidado.“No puede ser
Las miradas de ambos, Erick y Lucrecia conectadas hacían una especie de campo magnético, ambas poderosas, ambas desesperadas por destruir a quien tenían enfrente y sobre todo, intentando mantener los secretos ocultos, que tantos años después seguían cobrando su alto precio.Erick se mantenía en silencio, observando el vacío en los ojos de Lucrecia, como una ventana a su falta de alma.“¿Cómo no pude ver esta maldad inherente en ella antes? solo estar en su presencia deja ver un aura insoportable” se reclamaba el moreno en silencio, quien tenía una sensación de fracaso y un peso aplastante, como el que debería sentir un buzo al quedarse sin oxígeno en las profundidades.— Por lo visto, la vida de tu pequeño ángel no es lo suficientemente valiosa, para que te apresures en tomar una decisión— declaró Lucrecia al mismo tiempo que se alejaba moviendo sus caderas de forma danzarina.— ¿Cómo supiste? ¿Cómo lo hiciste? — cuestionó Erick.Las implicaciones eran claras, ella había estado mar
Duncan cerró los ojos por un momento para concentrarse en cualquier otro detalle que pudiera ofrecerle.— ¿No miraste quién era? ¿No viste de quién se trataba? ¿Escuchaste pasos? ¿Una sombra? ¡Algo maldita sea! ¡Dame algo más!Él se acercó a ella de forma amenazante provocando que Emma se encogiera todo lo posible alejando su rostro del de él— Lo siento, no recuerdo más — susurró ella dejando salir lágrimas, sin saber cómo es que seguía teniendo después de tanto llorar.La luz del sol que se filtraba con una fuerza sutil pero firme entre las cortinas, daba una luz celestial al lugar donde Ignacio luchaba por mejorar.El pequeño niño que se mantenía rodeado de cables, máquinas y agujas, luchaba de manera admirable por mantenerse con vida.Su rostro pálido y sudoroso muestra fehaciente que la fiebre había regresado, era una declaración que estaba perdiendo la lucha.Luciana observaba su pequeño hijo, desde un lado, deseaba tocarlo pero tampoco podía contaminar su ambiente.En un inten
Erick caminaba decidido y sobre todo concentrado en una sola cosa.El rostro de su hijo.Después de todo lo que había pasado, un único pensamiento siempre lo acompañó.“La seguridad de su familia y los seres que amaba” — Ignacio— dijo con un susurro acompañado de todo su amor.Se acercó mirando la debilidad y el desgaste que esa maldita enfermedad estaba ocasionando, rompiendo su corazón en mil pedazos.—Lo siento hijo, todo esto es mi culpa pero lo voy a arreglar.El alma de Erick se comprimía cada vez que pensaba todo el sufrimiento que su hijo había tenido que pasar porque él era su padre.Por pagar las equivocaciones que él había cometido en el pasado, y sobre todo, por haberse dejado engañar por personas arrogantes y malvadas como Lucrecia.En ese momento recordó las palabras del doctor.“No sé qué es lo que usted sabe, que no me quiere decir, pero le advierto que su hijo se debate entre la vida y la muerte y aún no vemos una salida”“Recuerdo que me dijo que investigara enf