Capítulo 152
Los pasos tras ella se acercaban cada vez más. Su sombra se fusionó con la oscura silueta que se proyectaba frente a ella.

En el momento en que el sonido cesó completamente, Ana giró repentinamente, sin dar oportunidad de reacción, y ejecutó una llave de judo que derribó al intruso al suelo.

Un gruñido ahogado escapó de los labios del hombre.

Las luces con sensor se apagaron y volvieron a encenderse.

Cuando Ana reconoció a la persona tendida en el suelo, su expresión de asombro fue evidente.

—¿Señor Urquiza?

Ya había planeado toda la secuencia de llamar a la policía. ¡Quién iba a imaginar que el supuesto intruso... era Gabriel!

Gabriel tampoco esperaba experimentar una llave de judo algún día. Sin duda, Ana tenía una fuerza explosiva impresionante. Con esa velocidad y potencia, ningún hombre normal habría tenido tiempo suficiente para reaccionar.

Ana, alarmada, se apresuró a ayudarlo a levantarse.

—Señor Urquiza, no sabía que era usted...

Si hubiera sabido que era Gabriel, ¡ni con cien
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