Capítulo 155
—¿Cómo que mente limpia? A estas horas de la noche, un hombre y una mujer solos en un apartamento... ¿y no pasa nada? ¡Sería un desperdicio!

Ana respondió:

—Entre nosotros no pasó nada. Si algo ocurrió, fue que lo golpeé. ¿Eso cuenta?

¿Lo golpeó?

—Espera.

Lucía quedó completamente aturdida con esa información. Miró a Ana con una mezcla de confusión y perplejidad en su rostro.

—Ana, no sabía que te gustaban esas cosas...

—Cuando digo golpear, me refiero literalmente a golpear.

Ana explicó brevemente lo sucedido.

Lucía se sentó a su lado, chasqueando la lengua repetidamente.

—Ana, he descubierto algo: ¡tienes una resistencia increíble a la tentación! Gabriel fue tan obvio y tú ni te inmutaste. ¿Eres monja o qué?

Si hubiera sido ella, hace rato que se lo habría comido enterito.

Ana:

—...¿Es eso lo importante?

¿No debería ser lo relevante que ella había golpeado a Gabriel?

Lucía decidió no discutir más sobre ese tema.

Cambiando de dirección, preguntó:

—Ana, ¿puedo hacerte una última pregun
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