Perdonen mucho la tardanza en escribir chicos, aquí les traigo un pequeño arco de lo que fue la vida de Edmund, pronto sabrán un poco más cada personaje de la historia porque he notado todo el interés que tienen por la esta maravillosa historia.
La luna llena se alzaba en lo alto bañando al bosque en un resplandor plateado las ramas crujen suavemente bajo el paso del silencio, el viento susurra secretos entre los árboles centenarios. En medio de aquel paisaje misterioso, Charlotte con sus ojos rojos brillando con determinación buscaba la casa del aquelarre de brujas el cual estaba alejado del pueblo. El claro del bosque estaba iluminado por varias antorchas titilantes, lanzando sombras danzantes sobre las figuras encapuchadas se encontraba Thalia practicando un potente hechizo que su madre le estaba enseñando en caso de que un peligro con un gesto torpe siente que hay una presencia no humana entre ellas. Su mirada va de un lado a otro buscando aquel peligro que se avecinaba. Charlotte emerge de entre los árboles su capa negra ondeando tras ella como alas de un cuervo, su rostro pálido está iluminado por una sonrisa malévola mientras fija su mirada en Thalia. Las brujas se tensan al verla su energía era tan siniestra que no l
La noche era densa, impenetrable. Las sombras se extendían como mantos de terciopelo negro sobre el bosque que bordeaba el territorio de la manada de Elias. Edmund avanzaba con paso firme, su capa ondeando tras él como un espectro en busca de su próximo destino. Los rumores de un refugio oculto, donde un hechicero y un licántropo habían unido fuerzas con dos de sus doppelgangers, habían llegado a sus oídos hacía poco tiempo. No podía permitir que sus réplicas siguieran con vida; el simple hecho de su existencia era una ofensa que debía ser erradicada.Los árboles crujían a su paso, como si las mismas raíces sintieran su presencia y se retorcieran con miedo. Edmund había seguido una serie de pistas cuidadosamente tejidas a través de redes de informantes y rastreadores. Cuerpos desmembrados habían sido dejados como migas de pan para guiarlo, cortesía de un cazador que no comprendía el alcance del peligro al que había alertado.Al final, la última pista lo había llevado aquí: una cueva se
El viento se arremolinaba en el interior de la cueva, llevando consigo el hedor metálico de la sangre y la muerte. Edmund, de pie entre los cadáveres de sus enemigos, saboreaba su victoria. Pero entonces, un ligero cambio en el aire le puso en alerta. Algo diferente, algo poderoso, se estaba acercando.Aidan aparecio justamente en todo aquel lugar sangriento sus ojos verdes resplandecian como esmerealdas al fuego, y su cabello castano se agitaba con el viento que parecia obedecer a su voluntad. Edmund sonrio, mostrando sus colmillos ensangrentados. "Aidan". Dijo, su voz goteando desden. —Vienes tarde. Tus amigos ya estan derrotados, es cuestion de minutos que mueren por mi veneno. Aidan no respondio de inmediato. Camino hacia adelante con paso firme, su mano derecha en un resplandor tenue, acumulando energia magica que fluia a traves de sus venas como un torrente de fuego liquido. Sus labios se movieron en un susurro audible, recitando una antigua lengua que hacia que las rocas a su
Todo estaba en silencio era un mausoleo de sombras y muerte. Aidan, exhausto tras su enfrentamiento con Edmund, permanecia de rodillas, jadeante y con la mente atrapada en una confusion de emociones. Habia herido al vampiro, pero la victoria se sentia vacia en su pecho. Elias...todo lo que habia hecho por el fue por el, por proteger a alguien que significaba mas de lo que estaba dispuesto a admitir, Pero ahora, con el peso del silencio, las dudas y los sentimientos reprimidos regresaban con la fuerza de una marea implacable. —Elias—susurro mientras se levantaba lentamente, tambaleandose hacia donde habia caido el lobo herido. A lo lejos, en la parte mas oscura del camino, Elias aun en su forma de licantropo, yacia inmovil. Su cuerpo masivo, cubierto de cicatrices y sangre, estaba retorcido en una postura de dolor. A pesar de su fuerza, el ataque de Edmund habia sido devastador. El corazon de Aidan se acelero, no solo por el peligro que corria Elias, sino tambien por el torbellino de
El aire aun olia a sangre y magia Aidan agotado se apoyo en una de los arboles que estaba cerca de la zona de pelea, las luces de su hechizo de curacion habian desapercido. Y aunque habia hecho todo lo posible para salvar a Steven y a Elias, una sensacion de inquietud lo perseguia. Algo no estaba bien. Steven, tendido a pocos metros de el, deberia estar descansando en su estado de convalecencia, pero lo que Aidan vio lo dejo perplejo. A pesar de las heridas graves que habia sufrido durante la batalla, Steven ya empezaba a moverse con facilidad. Su respiracion, que antes era erratica y dolorosa, se habia estabilizado, y las profundas heridas que habian desgarrado su carne ahora eran apenas cicatrices leves. Aidan entrecerro los ojos, observando como la piel de Steven se regeneraba ante sus propios ojos. —¿Como es posible?—se pregunto, aunque en el fondo ya sabia la respuesta. Steven poseia aquella magia de la cual y el su hermana Thalia fueron bendecidos, una magia antigua que no cu
El sol apenas se asomaba en el horizonte, sus rayos bañaban el bosque en tonos dorados y calidos, en un intento de borrar las sombras de la batalla reciente. Pero no importaba cuanto brillara el dia, en el corazon de Elias solo habia pesadez. De pie frente a los miembros de su manada, el lider licantropo sintio el peso de la decision que estaba a punto de tomar. Una que, aunque necesaria, lo desgarraba por dentro. Los supervivientes de la batalla se habian reunido en un claro cercano, sus rostros tensos, muchos de ellos aun cubiertos de vendas, cicatrices y dolor. Las miradas expectantes estaban fijas en el, cada uno esperando las palabras que los guiarian en los dias por venir. Sin embargo, Elias sabia que lo que estaba a punto de decirles no era lo que esperaban escuchar. —Gracias por estar aqui—comenzo, su voz grave y cargada de autoridad, pero tambien teñida de tristeza—Lo que ocurrio anoche fue un recordatorio brutal de las fuerzas con las que estamos lidiando. Edmund y Charlot
La luna llena brillaba sobre los antiguos bosques de Vermont, iluminando los restos de lo que alguna vez fue prospero refugio vampirico. Los altos pinos se cernian como silenciosos guardianes sobre el paisaje, mientras el viento susurraba entre las ramas, cargando con el los ecos de tiempos olvidados. Charlotte obervaba el paisaje desolado desde una colina rocosa, sus ojos centellenado con la determinacion de alguien que estaba a punto de desatar un poder prohibido. Vermont habia sido el hogar ancestral de los Sellers, su lugar de poder antes de que la guerra entre la familia Halmiton y los Sellers. Generaciones de vampiros habian sido borradas de la tierra, condenados al exilio por la mano de aquellos que temian su creciente influencia. Pero Charlotte, la ultima heredera visible de su estirpe, nunca habia olvidado el juramento que hizo cuando su familia fue expulsada. Y esa noche, estaba lista para cumplirlo. A sus pies, dispuesta en un circulo perfectamente alineado, se encontraba
El atardecer teñía los cielos de tonos purpuras y anaranjados cuando Steven se adentro en el aquelarre de su hermana Thalia, el aire dentro de la casa era denso, cargado de varias miradas muy preocupantes de aquellas hechiceras podian sentir la gran energia que poseia el pelinegro. En ocasiones las luces parpadeaban, al fondo de la sala entre algunos muebles estaba Thalia. Su cabello oscuro caia en rizos salvajes sobre sus hombros, y sus ojos azules brillaban como si pudieran atravesar las sombras. Steven noto que su hermana sostenia un grimorio entre sus manos, uno que no logro reconocer al instante. Se notaba que era muy antiguo y escrito por generaciones pasadas de hechiceros de su linaje. —Pense que no ibas a venir—dijo Thalia sin levantar la vista, aunque una leve sonrisa asomo en la comisura de sus labios. —Nunca romperia una promesa contigo—respondio Steven mientras se acercaba y la rodeaba con un fuerte abrazo—Despues de lo que paso con Edmund, no podia esperar mas para enco