Panico

Allegra respiraba con dificultad, había salido de la iglesia y se encontraba en el jardín que había a un costado.

Cesare se acercó. — Muy bien, cálmate una novia tiene todo el derecho de llegar tarde a su boda.

— Dante debe estar enojado comento

— Dante nació enojado así que ese no es un problema. Además, tú vas a entrar a la iglesia. No creo seas capaz de dejar a mi primo de esa manera. Sería muy humillante exclamó Cesare muy calmado.

— No quiero humillarlo, solo que tal vez yo no sea la persona adecuada para él.

— La persona adecuada es esa que te acepta con lo bueno y con lo malo. Que te apoya incondicionalmente o eso dice mi padre comento Cesare. — Mira no te conozco pero nunca vi a Dante tan relajado y sonriente como anoche.

Allegra lo miró.—No sé que decirte – murmuró, tensa.

—Una novia atada y con una mordaza quizá causaría uno que otro comentario desfavorable, reflexionó Cesare algo divertido.

— No quiero eso, es que me entró el pánico.

Cesare la miró y le ofreció su brazo. Al
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