*Sebastián*
—Tu Loba está despertando—dije acercándome a ella—debes estar tranquila, sentirás dolores de cabeza y tu cuerpo arderá—dije a mi Luna cuando Caroline había regresado con el té que le pidió mi madre, me lo dio—tomate esto te ayudará—dije tendiendole el té, ella lo tomo con las manos y lo intento olfatear.—No, no, aléjale eso—dijo Gregory desesperado.—Por todos los Dioses—dijo Rei mientras se sujetaba la cabeza como si una fuerte migraña la invadiera.—¿Madre qué le sucede?—pregunté a mi madre desesperado.No podía sentir lo que le estaba sucediendo y Gregory estaba como loco sin saber que hacer por ella.—No lo sé hijo—contestó acercándose a mí—es la primera vez que veo la unión de una Portadora de Joyas con una Loba—continuo, en su voz se podía sentir la preocupación que sentía.—Por los malditos Dioses Sebastián la está rechazando—concluyó Gregory desesperado.No puede ser, no podía ser, r*Reichel* —Fue a otra habitación—escuché una voz en mi mente. —Hasta que pudiste hablar—conteste con rapidez en mis pensamientos—¿Cómo debería llamarte?—cuestione intrigada. —Me llamo Misrreal y soy tu Loba—contesto algo molesta al parecer. —Interesante, es un gusto Misrreal—conteste a la que ahora era mi Loba. Salí de la habitación y mientras iba bajando las escaleras Sebastián me alcanzó. Me olfateó de forma extraña, pero no me dijo nada. —El Lobo puede sentirme—dijo Misrreal aclarando mi confusión. Salimos de la casa y fuimos a correr por los alrededores. No lleve mi celular así que no sabía qué hora era. —Son entre las nueve y las diez de la mañana—dijo Misrreal sorprendiéndome. —¿Puedes escuchar mis pensamientos?—pregunte con un poco de miedo. —Obvio, también son mis pensamientos—dijo y sentí como me daba un golpe en la cabeza. —¿Cómo sabes qué hora
*Sebastián* Fui hasta mi habitación y me puse lo primero que encontré, salí en busca de Rei y la encontré en las escaleras. —Te lo dije, están más dulces sus esencias—dijo Gregory olfateando el aire a su alrededor. Corrimos por la casa, al parecer ella se sentía mejor porque no daba señales de sentirse mal y en ningún momento perdió el ritmo. —Menos mal que fue una falsa alarma—dijo Gregory muy tranquilo. —Ahora estás tranquilo, pero bien que antes casi te pones a llorar—bromeé a lo que él se quedó en silencio. —Ya volvamos, tengo hambre—dijo Rei después de un rato. —De acuerdo—respondí para después tomarla por la cintura y darle un profundo beso, la tome en brazos y la bese todo el camino hasta la habitación, nos metí en la ducha, así como estábamos. —Haré que tengas más hambre—dije arrancándole la ropa. Cuando terminamos de bañarnos, salimos de la ducha y ella empezó a frotarse las cremas, c
*Reichel* Me había quedado dormida, Sebastián me despertó cuando tuvo que ponerme el cinturón de seguridad para aterrizar. Me desperezo y me quedé viendo como me miraba como si fuera una piedra preciosa. El piloto dio la indicación de que ya nos podíamos desabrochar los cinturones y nos levantamos, fui directo a sus brazos y él me recibió sin dudarlo. —Te amo—dije antes de besarlo. —Yo igual—agregó Misrreal con rapidez. —Yo más mi Luna—dijo cuando dejé de besarlo para tomar aire. Bajamos del avión y salimos del aeropuerto, un auto nos esperaba, Sebastián me abrió la puerta para que entrara. —Todo un caballero nuestro Lobo—comento Misrreal al ver su galantería. Él se subió por el otro lado. —Amor te presento a Lucas, él será tu guardaespaldas desde ahora—dijo apenas subió al auto. —Mucho gusto Lucas—saludé con rapidez a nuestro conductor. —El gusto es mío Luna, es
*Sebastián* Cuando el piloto ordenó ponernos los cinturones de seguridad acomode a Rei en su asiento y le abroche el cinturón, ella se despertó y comenzó a desperezarse de una forma muy sensual, no podría dejar de mirarla nunca. Cuando aterrizamos y el piloto dio la indicación de que podíamos levantarnos Reichel fue directo a mis brazos y yo la recibí gustoso. —Te amo—dijo para luego darme un beso. —Nosotros más Luna—dijo Gregory con rapidez en respuesta. —Yo más mi Luna—dije cuando se alejó para tomar aire. La tomé de la mano y bajamos del avión, salimos del aeropuerto donde Lucas ya nos esperaba con un auto. Abrí la puerta para que Reichel subiera y yo subí por el otro lado. —Amor te presento a Lucas, él será tu guardaespaldas desde ahora—dije cuando me acomode en el asiento. —Mucho gusto Lucas—saludó ella con una sonrisa. —El gusto es mío Luna, es un honor poder servirla—contestó
*John* Dos años atrás… La ciudad está alborotada a esta hora, fue mala idea salir de la reunión antes. —Las cosas no estaban yendo a ningún lado—dice mí Lobo irritado. Estar en espacios cerrados no es agradable para él. —Esos humanos solo quieren más dinero, ¿Para qué? Para mantener su estilo de vida, mientras sus empleados no importan—dice Mats sin poder calmarse. —Tranquilo, sabes cómo son los humanos, egoístas y ambiciosos—digo a modo de intentar calmar a mí Lobo que quiere salir a correr en medio de una avenida alborotada de gente. La hora pico en el centro de la ciudad es un desastre. Extraño vivir en la manada real. Pero vivir en una ciudad tiene sus beneficios. Para los Lobos el mundo humano y moderno tiene sus pros y contras. Aquí debemos llevar nuestra forma humana todo el tiempo, mientras que en una manada podemos transformarnos sin problemas, pero vivir aquí nos d
*John* —Estoy aquí, mi auto está a unas calles, te llevo—digo en su oído con suavidad. Ella se relaja un poco y me dice que si con su cabeza. La tomó de la cintura y empiezo a caminar con lentitud unas dos manzanas hasta donde está estacionado mi auto. La subo con tranquilidad y luego de que ella me da la dirección de su edificio inició el viaje. Ella mira por la ventana sin decirme nada más. —John creo que algo malo pasó—dice Mats sin saber que hacer por ella. —Tranquilo, la consolaremos una vez lleguemos a su casa—digo intentando mantener la calma. Su estado también me estaba afectando a mí. —Llenaremos la tina y nos relajaremos unas horas con ella desnuda entre nuestros brazos—dice mi Lobo inundando mi mente con imágenes de mí Luna. Dejo a Mats con sus pensamientos y me concentro en llegar al edificio donde vive Sara. Unos minutos después estoy en la entrada donde Sara sa
*Sara* John me llevó al auto, ya estábamos listos para ir al aeropuerto, estaba feliz porque este sería el primer día de una nueva vida junto a mi esposo y mi beba, Rei estaría con Sebastián y él la cuidaría y a mí me cuidaría John. Pensar que hace dos años un hombre rubio llegó a donde estábamos almorzando con Reichel y me empotró contra la pared, “Mía” fue lo único que dijo al olfatear en mi cuello algo que él solo podía sentir. No entendía nada, pero Rei me dijo que estuviera tranquila. Faltaba un mes para el cumpleaños de Rei y como siempre pensábamos en ir a la casa del campo donde ella tenía la biblioteca familiar. Nunca me dejo entrar, dice que es algo muy privado y solo es permitido para las Portadoras de Joyas. Yo la entendí, ella tenía doce y yo trece cuando pasó el accidente, mamá me avisó que teníamos que ir al hospital que algo malo había pasado con Lucia y su familia, era de noche y llovía, al llegar al hosp
*Sara* Me desperté abrazada a John, no me sentía diferente, no sentía dolor. Intenté levantarme para ir al baño y John me sujetó. —Necesito ir al baño—dije suavemente intentando que me suelte. Me soltó y me levanté, hice mis necesidades y me miré al espejo. Tenía las venas de mi cuello negras, se marcaban en todo mi hombro y parte de mi brazo. Creo que John se dio cuenta que me asusté porque entro al baño. —¿Estás bien princesa?—preguntó poniéndose detrás de mí y abrazando a nuestra bebé. —¿Esto es normal?—pregunté señalando mis venas. —Sí, ahí irá nuestro tatuaje—dijo besándome en el hombro—ves, yo también lo tengo así—continuó y me mostró su hombro, de igual manera su brazo que tenía las venas marcadas como si le hubieran inyectado tinta negra. —Me asusté—dije cuando me di cuenta que eso era normal. —Tranquila, todo está bien, ¿sientes dolor?—pregunto besando donde estab