NARRADOR Mireya había ido a conocer su nuevo apartamento y lo contempló maravillada. Sus ex suegros habían pensado en todo y realmente agradecía que lo hubieran hecho. Allí tenía todo lo que necesitaba para mudarse porque estaba completamente amueblado, así que solo tendría que llevar su ropa y objetos personales. Se dirigió al banco para poder depositar en su cuenta bancaria el generoso cheque que sus ex suegros le habían dado. Ella prefería no tener el dinero en su poder para prevenir ser robada. Audrey, su ex cuñada, la llevó a un supermercado para poder comprar alimentos y llenar así la despensa. Ella se mantenía en silencio sin decir nada y suspiraba con nostalgia. Esa misma semana, ella se mudaria y dejaría atrás a Dustin. Lo amaba, pero tenía que dejarlo en libertad para que los dos pudieran alcanzar la felicidad. Mientras Audrey iba a buscar cereales para su pequeña hija, Mireya siguió escogiendo los alimentos que necesitaba. Tenía sus ojos llenos de lágrimas porque la f
NARRADOR Mireya intentaba acostumbrarse a su nueva vida como una mujer soltera. Ella jamás había traicionado a Dustin y aún seguía siendo fiel así no lo necesitara. Sus amigas le habían aconsejado salir, divertirse y conocer a algún hombre con quién vivir un momento ardiente, pero nada de eso le apetecía. Cuando consiguió trabajo como maestra de jardín de infantes se sintió realizada. Apenas haría la suplencia de otra docente, pero aún así esperaba pronto encontrar plaza permanente en algún colegio en breve. Al cabo de dos meses viviendo sola, acababa de entrar en un prestigioso colegio que tenía desde jardín de infantes a educación inicial primaria en dos diferentes instituciones dentro del mismo complejo. Era la oportunidad que estaba esperando. Allí debió rendir algunos exámenes y fue puesta a prueba bajo supervisión para trabajar con pequeños. Aquel colegio era privado y su cuota era una de las más costosas del estado. Después de rendir y de pasar su periodo de prueba, ella ob
NARRADOR Revisión tras revisión, la incomodidad de Carissa no hacía más que aumentar. No había parte existente de su cuerpo que no le doliera. Luciano la acompañaba y se sentía consumido por los nervios al no saber cómo ayudarla a calmar su malestar. Carissa intentaba caminar, pero el peso que cargaba debido al embarazo lo volvía una dificultad. Afortunadamente su amigo estaba allí para sostenerla y servirle de apoyo. -No voy a poder hacer esto. Pediré una cesárea- Gimió de dolor por vigésima vez -Podrás hacerlo. Luego de esto pasará el dolor, ¿Recuerdas lo que dijo Marina?- La animó y le secó las lágrimas -Lo dices porque no sientes que te partirás por la mitad. Necesito ir al baño- Luciano la acompañó y la ayudó a sentarse para que pudiera orinar. También la esperó para ayudarla a poner de pie -¿Pensaste en los nombres?- Preguntó sabiendo que ese mismo día o, a más tardar, el siguiente nacerían los gemelos -Agua- Gimió de dolor otra vez y sintió como el líquido salía de
NARRADOR Para Carissa aquellos días hospitalizada le habían resultado más que difíciles y agotadores, pero nada comparados a estar una semana junto a sus hijos allí, recibiendo constantes visitas de enfermeras, pediatras y del doctor Ferro. Si a las rondas médicas sumaba las constantes visitas de sus padres, podría perder la cordura pronto. Afortunadamente, los gemelos estaban en perfecto estado de salud. La pequeña Athena había aumentado algunos gramos de peso y podría recibir el alta médica pronto. Adonis era un pequeño ángel que dormía plácidamente en los brazos de su madre cada vez que lo cargaba. -Esta pequeña me adora. No la culpo, ya sabe que soy guapo- Carissa puso los ojos en blanco cuando Luciano volvió a mostrar su predilección por Athena -Claramente te adora, pero no sucede lo mismo con Adonis. ¿Por qué ella se calma contigo?- Luciano tenía la habilidad de tranquilizar a Athena y eso era incomprensible -Las niñas son más apegadas a los hombres y los niños a la
CARISSA BRITOS Desde que Athena y Adonis nacieron, mi penthouse no conoce el silencio, mucho menos la paz. Ellos siempre me mantienen entretenida. Cuando uno tiene hambre, el otro también. Si uno de ellos tiene cólicos, el otro también llora. Me dijeron que es la conexión que comparten los gemelos, pero la verdad no tengo idea. Los dos duermen en la misma cuna porque son incapaces de conciliar el sueño si están separados. He intentado que cada uno tenga su espacio, pero si no están tocándose comienzan a llorar. Han pasado ya casi seis meses desde que ellos llegaron a darle más color a mi vida y cada día que los miro siento que se parecen menos a mi. Su cabello es más claro que el mío, así como también el color de sus ojitos. Ellos son entre si muy parecidos, pero también muy diferentes. Los dos prefieren dormir en brazos pero de maneras distintas. También he comenzado a darles de probar yogurt, apenas media cucharadita y allí también son opuestos. Athena adora el yogurt de vainill
NARRADOR La empresa en la que Dustin trabajaba, lo empleó por casi dos años y luego, al cambiar de dueños también lo hicieron de empleados; dejándolo nuevamente sin empleo. Nuevamente, él debió comenzar a dejar su currículum en diferentes empresas y fue llamado de una muy exitosa, nada más ni nada menos que de la de la CEO Carissa Britos. Allí, en un pequeño despacho en una planta alejada de la presidencia se encontraba Dustin Ulibarri, sin saber que alguien muy cercano de su ardiente pasado estaba cerca. En tres años, los gemelos habían marcado muy bien sus similitudes así como también sus diferencias. Athena era más traviesa que Adonis. Él siempre recibía regaños por culpa de su hermana que cuando le convenía fingía ser un angelito. Luciano seguía consintiendo a sus ahijados, aunque era constantemente manipulado por la pequeña Athena que con sus hermosas sonrisas siempre conseguía lo que deseaba. Carissa entre la empresa y sus hijos sentía que no tenía tiempo para na
NARRADOR Dustin no había podido observar bien a la pequeña que se escondía, pero su curiosidad lo había obligado a levantarse y acercarse a ella. -Mi hermano me está buscando y Lu también, pero tengo que ver a mi mamá, ¿Sabes dónde está mi mamá?- Ella susurró y él se agachó a su altura para poderla escuchar mejor Él sintió que estaba de vuelta en su niñez al observar el rostro de Athena. Ella era demasiado parecida a su hermana gemela Audrey. Su pelo, sus ojos, aquella sonrisa traviesa... -Mi mamá me dijo que no tengo que hablar con extraños, ¿Cómo te llamas?- Le preguntó sin darle oportunidad de responder su pregunta anterior -Me llamo Dustin, ¿Cómo te llamas tu?- Le preguntó con curiosidad y ella salió de su escondite para extender su pequeña manito y saludarlo -Yo soy Athena. ¿Ahora sigues siendo un extraño?- Dustin sonrió sin poderlo evitar. Ver la confusión en aquella preciosa criatura le despertaba mucha ternura -Ya no somos extraños. ¿Quién es tu mamá? Tal ve
NARRADOR Tamara saludó a Mireya con tanto afecto como lo hacía siempre y le regaló el reloj de pulsera que siempre le había gustado. Sabía que lo necesitaría en su trabajo porque allí no podría usar su teléfono celular a menos que fuera una emergencia. -¿Quienes son esos niños?- Le preguntó poco después y ella sonrió con cariño haciéndoles una seña con su mano a forma de despedida -Ellos son los hijos de Carissa Britos, una empresaria. Seguramente ustedes la conozcan porque yo de empresas y empresarios poco se- Contestó con simpleza viendo como Luciano se acercaba ya que Athena había olvidado su abrigo en el salón -¿Él es su padre?- Preguntó Audrey observando a Luciano y la manera en que él veía a Mireya -No, es el padrino de los gemelos. Ellos tienen el apellido de su madre y no hay padre en el registro. No deberíamos hablar de esto- Susurró con temor de meterse en problemas -Los veo a ellos y si no tuvieran más de veinte años mis gemelos, juraría que Audrey y Dustin volvi