José Luis sonrió cuando la miró llegar a su altura, extendió la mano esperando por sentir la de su hermosa prometida. Tratando de olvidarse del hecho de que muchos de sus socios, aliados y amigos, quienes pesé a haber confirmado su asistencia, no habían asistido a la boda.
Dejaría pasar la ofensa por el momento, sin embargo, tenía pensado cobrarle por ese desaire y humillación hecho a su esposa, aceptaba cualquier cosa en su contra, pero con Marcia no, ella era lo más sagrado en su vida. Y pensaba hacerlos pagar, iban a desear no haberla ofendido, porque si de algo podían estar seguro era del carácter vengativo de José Luis Salvatierra, era implacable, intransigente, inmisericorde, cuando se trataba de personas que no respetaban los tres criterios de honor más importantes para él y los convertían en deslealtad, hipocresía y traición, no p
Cristina Salvatierra no soportaba el enojo producido por el atrevimiento de José Luis, ¿Cómo se le ocurría invitar a esos arrastrados a su casa? Eso era inconcebible, nunca imaginó que su casa terminaría convirtiendo en un mercado de verduleros. Entretanto, su hijo recibía a sus invitados con una sonrisa, los acomodó en las mesas vacías, veinticuatro para ser exactos, bajo la atenta mirada de enfado de doña Cristina. Quien sentía que en cualquier minuto le daría un soponcio. Ella no comprendía la actitud de su hijo y su proceder en contra de su voluntad ¿Qué le había hecho esa mujer? ¿Qué clase de hechizo había lanzado sobre su hijo? Se preguntó apretando las manos con rabia, hasta que sus nudillos se tornaron blancos, le provocaba acercársele y cachetearla, para hacerla pagar por la humillación que estaba sufriendo por su culpa en ese momento. Don Gregorio al ver la escena, decidió dejar su mesa para buscar la forma de aplacar la ira de su esposa, colocó la
La fiesta duró hasta altas horas de la madrugada, botellas de cervezas rodaban de un lado a otro, vasos de Whisky iban de mesa en mesa, los invitados ya estaban saturados de alcohol, sus lenguas enredadas vociferaban en voz alta, las risas gritos, convirtieron el lugar en un espacio no agradable. Unos vomitaban sobre el césped, otros se quedaron dormidos encima de las mesas, en el suelo, en cualquier lugar donde los venciera la borrachera; unos seguían bailando lentamente en el lugar habilitado para ello, en fin, nunca se había visto semejante espectáculo en la hacienda el paraíso.Cristina Salvatierra se retiró horas antes, justo después del momento, cuando el hombre la agarró para bailar con ella por toda la pista, luego de haber sido abandonado por su consuegro; comenzó a incorporarse de la cama malhumorada.—No Gregorio, lo siento y lo lamento, no puedo dejar que esos muertos de hambr
Marcia se levantó mucho antes que José Luis lo hiciera, le dolía mucho la cabeza, imaginaba producto de los tragos de la noche anterior. Recordó la manera dura con la cual su marido la trató y las palabras de desprecio de su suegra. De repente se sintió sola, fuera de lugar, necesitaba el consuelo de sus padres, comenzó a pensar en que ya nunca más iba a poder estar junto a ellos.La preocupación por su familia le atenazo el corazón ¿Qué pensarían ellos de su nueva familia? Salió de la cama sin hacer ruido tratando de no despertar a José Luis, porque no quería hablarle, estaba muy molesta con él.Abrió su maleta, una que había enviado el día anterior por la mañana y sacó un pantalón de jean ajustado y una camisa a cuadros, sus botas de montar, un regalo de su marido. Se las colocó y salió co
Marcia disfrutaba del paisaje. Dominar a Chocolate no había sido tarea fácil. El animal era una verdadera fiera, tan salvaje como José Luis, pensó sonriendo. Se detuvo al ver un sendero de flores “¿Se vería muy ridículo si le llevo flores a mi marido?” Se preguntó mientras sopesaba la conveniencia o no de hacerlo. Aunque fue él quien la ofendió, no tenía problemas de ser ella quien buscara una reconciliación. Después de todo, quizás él estaba estresado y enojado por la descortesía de muchos de sus amigos al faltar a la boda. Y eso si era culpa suya, pues era ella la verdadera razón, por la cual ellos no se habían presentado, como una muestra clara de mostrarle a José Luis, que no aceptaban a su esposa, tal vez por no ser de la misma clase social a ellos. Haciendo a un lado sus pensamientos, desmotó a Chocolate y lo sujetó por las riendas a un árbol, después empezó a recorrer el camino y a escoger las flores y rosas más hermosas, las más grandes, vistosas y de colores
Marcia fue despertando poco a poco, sintió unas piernas pesadas encima de las suyas, impidiéndole moverse, a medida que fue abriendo los ojos, también se dio cuenta de una mano posando en su pecho, y de su completa desnudez, se giró y vio a José Luis, cubierto solo con un bóxer, el resto de su cuerpo estaba desnudo, musculoso, su abdomen profundamente marcado, no pudo evitar el rubor cubrir sus mejillas, iba a apartarse y él la atrapó, y dejándola bajo su cuerpo.—¿Te gusta lo que ves? —le preguntó con voz ronca y ella apartó la mirada, sintiendo su piel arder, además de una mezcla de indignación y excitación, ante su contacto y su roce.José Luis siempre tenía ese efecto en ella, con solo un toque, su cuerpo se incendiaba como un cerillo puesto ante el contacto de una sustancia inflamable.—Por favor, señor Salvatierra,
Cristina se puso tan pálida y empezó a toser desesperada, a punto de desmayarse, para desviar la atención de los hombres, no le quedó ninguna otra alternativa, sino actuar.—¡Ay! Me siento muy mal, me falta aire —expresó antes de caer desmayada, solo que antes de golpearse con el suelo fue atrapada por su hijo.José Luis la llevó a la sala, seguido de cerca por su padre y la dejó recostada en el sofá, mientras buscaba una mota de algodón con alcohol y se lo colocaba en la nariz, para hacerla reaccionar, lo cual hizo de inmediato. Entretanto, Clara bajó dramática.—¿Qué le pasó a mi madrina? —preguntó fingiendo preocupación.—No lo sé, mejor quédate con ella y atiéndela, yo no tengo tiempo ahora —declaró molesto.Se regresó a la cocina, pero ya Milagr
Marcia se olvidó de todos los problemas anteriores sufridos en la hacienda y disfrutó de la intimidad nacida entre José Luis y ella. No deseaba que esos días terminaran, porque nunca fue tan feliz como en esos momentos, se sentía plena, completa, pudo percibir el amor de su esposo y porque cada día se enamoraba más. Además sabía que al volver a El Paraíso, las cosas cambiarían. Podía sentir el odio de doña Cristina en su piel, no entendía por qué razón la señora era reacia a darle una oportunidad. La juzgó sin conocerla y le estaba demostrando no querer el mínimo acercamiento con ella.Y en cuanto a Clara, esa víbora era otra cosa, no le gustaba su presencia en la hacienda, no tenía ningún problema de enfrentarse a ella sin compasión y sin miramientos, era evidente su creciente interés por José Luis. Par
Un mes despuésMarcia cabalgaba sobre el lomo de chocolate con José Luis dirigiendo las riendas.—¿A dónde me llevas, cariño? —preguntó.Se sentía feliz, había pasado un mes desde cuando volvieron de su luna de miel, y afortunadamente estuvo equivocada al pensar que su matrimonio fue un error. Desde el momento que regresaron a El paraíso, no pudo haber sido más feliz al lado de su marido, él se desvivía por complacerla, en todo, bastaba ella abrir la boca y José Luis terminaba cumpliendo todos sus caprichos.No obstante, sus enfrentamientos con su suegra y Clara, era harina de otro costal, las constantes discusiones y pleitos, la tenían abrumada, hasta un día cuando ambas comenzaron a incordiarla al mismo tiempo.—Deberías ponerte a trabajar, y así hagas algo para ganarte