Marcia fue despertando poco a poco, sintió unas piernas pesadas encima de las suyas, impidiéndole moverse, a medida que fue abriendo los ojos, también se dio cuenta de una mano posando en su pecho, y de su completa desnudez, se giró y vio a José Luis, cubierto solo con un bóxer, el resto de su cuerpo estaba desnudo, musculoso, su abdomen profundamente marcado, no pudo evitar el rubor cubrir sus mejillas, iba a apartarse y él la atrapó, y dejándola bajo su cuerpo.
—¿Te gusta lo que ves? —le preguntó con voz ronca y ella apartó la mirada, sintiendo su piel arder, además de una mezcla de indignación y excitación, ante su contacto y su roce.
José Luis siempre tenía ese efecto en ella, con solo un toque, su cuerpo se incendiaba como un cerillo puesto ante el contacto de una sustancia inflamable.
—Por favor, señor Salvatierra,
Cristina se puso tan pálida y empezó a toser desesperada, a punto de desmayarse, para desviar la atención de los hombres, no le quedó ninguna otra alternativa, sino actuar.—¡Ay! Me siento muy mal, me falta aire —expresó antes de caer desmayada, solo que antes de golpearse con el suelo fue atrapada por su hijo.José Luis la llevó a la sala, seguido de cerca por su padre y la dejó recostada en el sofá, mientras buscaba una mota de algodón con alcohol y se lo colocaba en la nariz, para hacerla reaccionar, lo cual hizo de inmediato. Entretanto, Clara bajó dramática.—¿Qué le pasó a mi madrina? —preguntó fingiendo preocupación.—No lo sé, mejor quédate con ella y atiéndela, yo no tengo tiempo ahora —declaró molesto.Se regresó a la cocina, pero ya Milagr
Marcia se olvidó de todos los problemas anteriores sufridos en la hacienda y disfrutó de la intimidad nacida entre José Luis y ella. No deseaba que esos días terminaran, porque nunca fue tan feliz como en esos momentos, se sentía plena, completa, pudo percibir el amor de su esposo y porque cada día se enamoraba más. Además sabía que al volver a El Paraíso, las cosas cambiarían. Podía sentir el odio de doña Cristina en su piel, no entendía por qué razón la señora era reacia a darle una oportunidad. La juzgó sin conocerla y le estaba demostrando no querer el mínimo acercamiento con ella.Y en cuanto a Clara, esa víbora era otra cosa, no le gustaba su presencia en la hacienda, no tenía ningún problema de enfrentarse a ella sin compasión y sin miramientos, era evidente su creciente interés por José Luis. Par
Un mes despuésMarcia cabalgaba sobre el lomo de chocolate con José Luis dirigiendo las riendas.—¿A dónde me llevas, cariño? —preguntó.Se sentía feliz, había pasado un mes desde cuando volvieron de su luna de miel, y afortunadamente estuvo equivocada al pensar que su matrimonio fue un error. Desde el momento que regresaron a El paraíso, no pudo haber sido más feliz al lado de su marido, él se desvivía por complacerla, en todo, bastaba ella abrir la boca y José Luis terminaba cumpliendo todos sus caprichos.No obstante, sus enfrentamientos con su suegra y Clara, era harina de otro costal, las constantes discusiones y pleitos, la tenían abrumada, hasta un día cuando ambas comenzaron a incordiarla al mismo tiempo.—Deberías ponerte a trabajar, y así hagas algo para ganarte
Marcia, esperaba la llegada de su esposo un poco nerviosa, las manos le sudaban en exceso, tomó una toallita de uno de los cajones de la cómoda y las secó, mientras se obligaba mentalmente a calmarse “Tranquila Marcia, no hay nada por lo cual temer, todo estará bien”, se dijo, no sabía por qué razón tenía un mal presentimiento, como si su perfecto mundo estuviera a punto de derrumbarse, quizás eran solo suposiciones suyas, su marido y ella no habían podido estar en mejor momento.O tal vez, se debía a no saber lo que estaba preparando su esposo, quien había tomado previsiones, para evitar que ella pudiera enterarse, al punto de no dejarla salir de la recámara desde la tarde anterior, incluso le llevó la comida a la habitación para evitar su salida. Y ella estaba ansiosa por saber que se traía entre manos, pues estaba misterioso.En la mañan
José Luis vio a Clara con cara de pocos amigos, no era estúpido, sabía cuáles eran los motivos ocultos de la mujer para ese comportamiento, como quien dice su intención no era más que pescar en río revuelto y echar más leña al fuego a los problemas entre él y su esposa, por eso de forma brusca, le respondió.—¡Clara, cierra tu maldita boca! —y enseguida su interés, se fijó en su esposa, sin poder ocultar su molestia—¿Tienes algo que decirme Marcia?La rubia no lo podía creer ¿Cómo su marido se atrevía a hacerle semejante pregunta? Su desconfianza provocó un profundo enfado en ella, al punto de hacerla mover su cabeza de forma negativa.—¿Pensaste ibas a salvarte de lo que a todas luces está súper claro? —mencionó Clara con burla, sin ocultar la expresión de triu
José Luis sentía como la rabia corría en su interior, como si se tratara de un río reclamando su cauce, arrasando con todo a su paso, no podía creer la falsedad de Marcia, “¿Cómo fue capaz de engañarme de esta manera? ¡Fui un imbécil seducido por esta mujer!” Se dijo apretando los puños a un lado de su cuerpo, mientras trataba de contenerse para no hacerle pagar en ese mismo momento por su falsedad, porque lo más que odiaba, era ver su rostro fingiendo inocencia, cuando allí frente a ellos estaban las evidencias irrefutables.Entretanto, Marcia se encontraba en Shock, porque cuando el hombre lanzó el blíster, aun cuando su intención fue tirarlo a su lado, este le golpeó en su brazo, casi a la altura de su seno, debido a su piel tan blanca, de inmediato esa área se le tiñó de Carmesí y sus ojos comenzaron a anegarse de l&
Marcia vio la escena y sintió que sus piernas eran como gelatina, en principio quiso enfrentarlo, arañarle la cara a él y a la put@ de Clara, no podía creer el tamaño de la hipocresía de este hombre, la cuestionaba por unas malditas pastillas anticonceptivas y él se estaba revolcando con Clara, el odio la invadió, nunca sintió tanto enojo en toda su vida.Una mueca mezcla de decepción y disgusto se dibujó en su rostro, no haría escándalo, ella tenía forma de hacérselo pagar y con creces. Salió de allí tan silenciosamente como llegó, conteniendo las lágrimas, porque no se permitiría llorar, ese hombre no valía la pena, a ese juego podían jugar los dos.*****José Luis no podía creer el atrevimiento de Clara y aunque por unos segundos hab
José Luis no podía contener su ansiedad, estaba eufórico, quería ver su reacción cuando le diera las llaves de la casa que comenzó a construirle desde el momento cuando llegaron de su luna de miel, para entregársela como regalo en su fiesta de cumpleaños. Pisó con mayor fuerza el acelerador, deseando llegar pronto a su casa, hizo un recorrido que regularmente se llevaba tres horas, sobrepasando todos los límites de velocidad, su camioneta corrió a más de ciento ochenta kilómetros por hora, por lo cual hizo los trescientos quince kilómetros a la hacienda en poco más de hora y media. Bajó del auto corriendo, tomando las llaves de su nueva residenci. Desde el mismo instante cuando entró a la casa grande, empezó a llamar a su esposa en vo alta. —¡Marcia! ¡Esposa! ¡Amor! —exclamaba sin ocultar el tono de alegría de su voz, había sido demasiado impulsivo al no haber hablado con ella de manera calmada. Seguramente estaba molesta, pensó, mas él estaba dispuesto a dis