Marcia por un momento se quedó en silencio ante sus palabras, sopesándolas y tomando una decisión, miró a todos los presentes sentados a la mesa, como si rogara en silencio para ser salvada por alguno de ellos, no obstante, la expresión de la señora y la mujer joven era de burla, como si estuviesen disfrutando de su situación de incomodidad.
Sentía la angustia creciendo en su pecho, amenazándola con ahogarla. No podía vivir de esa manera, no soportaría ser tratada peor a un perro. Ella era un ser humano, sin embargo, el hambre que tenía era demasiada, al punto de impedirle pensar y sentir como las paredes de su estómago eran devoradas por los ácidos. La mirada de José Luis no expresaba, sino odio y desprecio.
—¿Comes o te vas? Pero no quiero ver tu cara tratando de provocar lástima entre nosotros, porque ninguno de los presentes te ayudará
Marcia no se apartó de Chocolate a pesar del grito de José Luis. Continuó hablándole bajito al semental y cepillando sus hermosas y achocolatadas hebras. —¡Te estoy hablando! —gritó al verse ignorado por Marcia. —Estoy haciendo el trabajo para lo cual me has contratado ¿Qué sucede contigo? ¿Estás seguro de que fui yo la del problema en nuestro matrimonio? —preguntó con cierta ira en la mirada—. Estoy empezando a creer, de ser cierta mi infidelidad seguramente se debió a tus cambios de humor tan abruptos ¡Quien te entiende! José Luis observó a Marcia, como si le hubiera salido otra cabeza. Apenas hacía unos minutos estaba molesto por su obediencia y ahora estaba exaltado por su respuesta. ¿Acaso provocó él la infidelidad? Negó con un movimiento de cabeza. No, eso no era así, Marcia lo engañó porque era una mujer de cascos ligeros, nada más, él no era responsable de lo sucedido. —No vas a culparme de tus actos desvergonzados. Deja a Chocolate en paz, el
Marcia sintió los dientes de José Luis clavarse en sus hombros, una mezcla de placer y dolor la inundó, al mismo tiempo percibió un chorro de su semilla bañar su interior, el éxtasis fue sorprendente, inigualable, excelso, su cuerpo quedó flácido, cayendo al descuido encima del hombre, por completo satisfecha."¿Qué hice?", se preguntó asustada por lo abrumador de sus emociones, cerró los ojos con fuerza sintiéndose avergonzada y preguntándose ¿Cómo podía haber estado molesta con José Luis, con ganas de matarlo y al segundo después estar ardiendo por él y entregarse de manera desenfadada? Trataba de buscar en su mente, la coherencia, la cual al parecer se había ido quién sabe dónde, dejándola abandonada. Suspiró profundo con una mezcla de desconcierto, decepción consigo misma, sobre todo luego de
José Luis vio a Marcia tan desolada, con su sonrosado y lindo rostro bañado en lágrimas, su pantalón lleno de tierra y sus cabellos alborotados, no pudo evitar sentir pesar por ella, por eso inmediatamente comenzó a consolarla.—No llores cariño, ven, vamos a ver qué le sucede a Chocolate, quizás no sea tan grave —respondió tratando de calmarla y esperando en su interior tener razón.La llevó hasta el caballo, un hermoso ejemplar color miel, llamado Torbellino, la ayudó a subir, de inmediato él se sentó atrás, con una mano agarró las riendas del animal y con la otra la tomó de la cintura acercándola a su cuerpo, olió la fragante aroma de su cabello, incluso se detuvo por un instante para atarle bien la coleta y darle un beso con ternura, calentando el corazón de la chica.—Gracias —respondió el
José Luis sintió como la rabia se agitaba en su interior como un volcán en erupción, se alejó de inmediato del balcón, Clara lo tomó del brazo, para detenerlo, el hombre le dio un manotazo, mientras con dientes apretados gruñía unas palabras.—¡Aléjate de mí!Descendió de allí, luchando con el impulso de enfrentarse a los dos traidores, pero una parte de él se lo impidió, no valía la pena seguir dejándose humillar, el dolor era mucho peor a la última vez, la traición ahora era más decepcionante e hiriente, porque en esta oportunidad no lo vio venir, estaban felices como nunca, le había dado todo a Marcia, le puso el mundo a sus pies y ella lo engañó incluso creyó en sus palabras de amor.Subió a la camioneta, y pisó el acelerador, sin importar la velocidad o cu&aacu
La ira ardió en el cuerpo de José Luis al escuchar las palabras de Andrés. ¿De verdad creía el muy cretino que se la entregaría?, jamás sucedería tal cosa, no sabía cómo llegó allí o por quien fue invitado. Nunca pensó odiar tanto a la persona con la que se crió, juntos recorrían la sábana, se bañaban en ríos, montaban a caballo, trepaban los árboles de mango, mamón, ciruelas y se sentaban en las ramas a comer, más que amigo Andrés fue su hermano, no entendía cómo pudo ser capaz de desgraciarle la vida de esa manera, apretó sus manos en puños, tratando de contenerse.—¡Has llegado tarde! Las partidas han terminado y la he ganado yo —espetó demasiado indignado, arrastrando las palabras debido a su estado de ebriedad.Marcia observó el intercambio entre los dos
Andrés cargó a Marcia, salió de la casa camino al auto, José Luis los vio y se acercó a ellos, le daba furia ver a su mujer en los brazos de otro hombre, por eso sin mediar palabra le arrancó a la mujer de las manos.—¡¿Qué diablos te pasa?! ¿Por qué me la quitas? Además, estás borracho y la puedes tumbar —protestó Andrés, molesto por la actitud del otro hombre.—Ya se me pasó la borrachera, ¿Acaso crees que después de ganarte a mi esposa podía seguir ebrio? ¡¿Qué le hiciste maldito infeliz?! —inquirió en tono arisco, mientras caminaba hacia el auto, pero Andrés los detuvo.—No le hice nada, solo la acosté en la cama —cuando vio la expresión asesina en el rostro del hombre aclaró— a ella sola, yo me quedé en la mecedora vié
Cristina se puso pálida, por un momento casi pierde el equilibrio, mientras pensaba "Milagro está hablando sin saber, pocos conocen esa verdad, ya yo cambié y el único que la conocía, no puede hablar porque está muerto, ella solo está fingiendo saber", se dijo internamente para tranquilizarse.—Crees que no me atreveré a decir la verdad, pues es lamentable para ti, porque lo haré, no voy a permitir que sigas dándote ínfulas de señorona, porque tú y yo sabemos tu origen, fuiste una cabaretera, bailando en los bares de mala muerte en Caracas por unos pocos billetes, aparte del dinero sacado a tres de tus hombres fijos al mismo tiempo, aparte de tu marido, put@ es put@ —espetó indignada.—¡Eso no es cierto! Luis Gregorio, díselo, yo era virgen cuando estuve contigo la primera vez —decía con voz casi suplicante, como no lograba
José Luis se levantó de donde estaba sentado y caminó fuera de la sala, hacia uno de los corredores laterales, en compañía de Andrés y la mujer, dejando allí a los demás. No pudo evitar sentir una gran opresión en el pecho. Como si una gigantesca mano le estrujará el corazón sin piedad, negándose a aceptar lo que sus ojos veían. Pues aceptarlo, sería reconocer su estrepitosa equivocación con Marcia y no podría vivir con eso.—¿Qué clase de broma es esta? —preguntó en un hilo de voz, girándose hacia ellos, no pudo evitar la sensación de miedo y la garganta oprimida, porque en el fondo sabía que ella le estaba diciendo la verdad.—Eso iba a decirte —susurró Andrés al ver a la mujer frente a él, deslizó su mirada por toda la figura de Marcela.Sus ojos se posaron sobre el ligero y poco abultado vientre de Marcela Miranda, sus piernas casi fallaron al adivinar las razones por las cuales estaba así, aunque guardó silencio.—No soy Marcia, ¡Soy Marcela su gemel