Andrés cargó a Marcia, salió de la casa camino al auto, José Luis los vio y se acercó a ellos, le daba furia ver a su mujer en los brazos de otro hombre, por eso sin mediar palabra le arrancó a la mujer de las manos.
—¡¿Qué diablos te pasa?! ¿Por qué me la quitas? Además, estás borracho y la puedes tumbar —protestó Andrés, molesto por la actitud del otro hombre.
—Ya se me pasó la borrachera, ¿Acaso crees que después de ganarte a mi esposa podía seguir ebrio? ¡¿Qué le hiciste maldito infeliz?! —inquirió en tono arisco, mientras caminaba hacia el auto, pero Andrés los detuvo.
—No le hice nada, solo la acosté en la cama —cuando vio la expresión asesina en el rostro del hombre aclaró— a ella sola, yo me quedé en la mecedora vié
Cristina se puso pálida, por un momento casi pierde el equilibrio, mientras pensaba "Milagro está hablando sin saber, pocos conocen esa verdad, ya yo cambié y el único que la conocía, no puede hablar porque está muerto, ella solo está fingiendo saber", se dijo internamente para tranquilizarse.—Crees que no me atreveré a decir la verdad, pues es lamentable para ti, porque lo haré, no voy a permitir que sigas dándote ínfulas de señorona, porque tú y yo sabemos tu origen, fuiste una cabaretera, bailando en los bares de mala muerte en Caracas por unos pocos billetes, aparte del dinero sacado a tres de tus hombres fijos al mismo tiempo, aparte de tu marido, put@ es put@ —espetó indignada.—¡Eso no es cierto! Luis Gregorio, díselo, yo era virgen cuando estuve contigo la primera vez —decía con voz casi suplicante, como no lograba
José Luis se levantó de donde estaba sentado y caminó fuera de la sala, hacia uno de los corredores laterales, en compañía de Andrés y la mujer, dejando allí a los demás. No pudo evitar sentir una gran opresión en el pecho. Como si una gigantesca mano le estrujará el corazón sin piedad, negándose a aceptar lo que sus ojos veían. Pues aceptarlo, sería reconocer su estrepitosa equivocación con Marcia y no podría vivir con eso.—¿Qué clase de broma es esta? —preguntó en un hilo de voz, girándose hacia ellos, no pudo evitar la sensación de miedo y la garganta oprimida, porque en el fondo sabía que ella le estaba diciendo la verdad.—Eso iba a decirte —susurró Andrés al ver a la mujer frente a él, deslizó su mirada por toda la figura de Marcela.Sus ojos se posaron sobre el ligero y poco abultado vientre de Marcela Miranda, sus piernas casi fallaron al adivinar las razones por las cuales estaba así, aunque guardó silencio.—No soy Marcia, ¡Soy Marcela su gemel
Habían pasado cuatro días desde la partida de Marcia, no hubo un solo rincón del pueblo y de poblaciones vecinas, la cual no hubiese sido recorrida por José Luis, buscándola sin cesar, estaba decidido a dejar su vida en ello si era preciso, con tal de hallarla. No había dormido, ni comido, mucho menos trabajado, durante todos esos días, pues todas sus energías las había dispuesto para ella.Dos grandes sombras resaltaban debajo de sus ojos, su mirada triste y el rostro demacrado, daba la impresión de haberle caído todo el peso de los años. Andrés se convirtió de repente en su soporte, pero con él también estaba Marcela, cuya presencia no le era agradable, porque aunque sabía que su propio comportamiento fue la de un energúmeno, provocando una catástrofe; ella fue la principal precursora, aún le irritaba su excusa de haber pensado que Andrés era él, porque si eso hubiese sido así, ¿Acaso se habría acostado con el marido de su hermana?, movió su cabeza en forma negativa, pues e
Clara salió corriendo ante el calor que embargaba su cuerpo, no prestó atención a los sucesos a su alrededor, incapaz de controlar el deseo sexual, el cual anidaba con intensidad en su interior, agitando su sangre; su vagina se contraía ante la necesidad de ser penetrada y saciada su lujuria. Mientras la mujer huía sin ser vista por nadie, Luis Gregorio reaccionaba luego de haberse quedado estático y enmudecido por breves segundos, aunque no era debido al descubrimiento sobre su esposa, si no al darse cuenta de que la vida se estaba encargando de pasarle factura, haciéndole cobrar con creces los errores cometidos en el pasado. Porque definitivamente, sus pecados contra la única mujer que amó, fueron muchos, "Mirbida, pude haber sido feliz contigo, sin embargo, fui un ciego, obtuso, soberbio y ahora es muy tarde, ojalá si existe una vida después de esta yo pueda encontrarte y hacerte todo lo feliz que no te hice en esta vida". Las lágrimas rodaron de sus ojos mi
Luis Gregorio vio a su hijo salir, pero no lo detuvo, sentía sus piernas como plomo, se sentó y los recuerdos del pasado inundaron su mente, cuando conoció a Milvida, él a pesar de ser un hombre de treinta y ocho años nunca se había casado, no le gustaba ninguna de las mujeres hijas de otros terratenientes, les parecían demasiado superficiales.Ese día venía por la carretera de arena hacia la hacienda, cuando vio a una jovencita sacando la mano para pedir un aventón, a penas la vio se quedó impactado por lo hermoso de su mirada, tenía unos ojos color chocolate fundido, su cabello color castaño caía como cascada sobre sus hombros.—Buen día, señor, disculpe por pedirle un aventón, mire —expresó, mostrando el calzado—. Se me rompieron las sandalias y debo llegar a casa de mi hermana, bueno ella vive aquí porque trabaja en
Había pasado casi dos semanas desde la llegada de José Luis, los padres de Marcia aún no decidían decirle la mentira que habían planificado decirle a la joven, también le mantenían oculto a José Luis que hablaban diariamente con su hija, de hecho lo hacían desde el mismo día cuando ella huyó de la hacienda, llegó junto a ellos porque recobró la memoria, pero nada de eso querían contarle al hombre.Por su parte, él a penas vio el estado de la casa, los convenció para arreglárselas y aún bajo la oposición de ellos lo hizo, compró, todos los materiales, tapó las grietas, la pintó, le reemplazó hasta el techo, cambió cerraduras de puertas, grifería, trataba de mantenerse ocupado para no pensar en Marcia, sin embargo, en la noche no podía huir de sus recuerdos, se aferraba a la almohada de ella, como s
José Luis fue trasladado a la emergencia en la clínica metropolitana de Cagua. Y por mucho que Marcia quería renegar de sus sentimientos hacia él, le era imposible. La preocupación sentida por el infeliz de su marido, superaba su odio.No, no era odio. Más bien era dolida profundamente, por las acciones cometidas en su contra ¿De verdad la creyó tan ruin como para ponerle los cuernos con Andrés? Si debía encontrar culpables, era menester reconocer que ella tenía parte de la culpa. Nunca le dijo a José Luis sobre la existencia de su hermana gemela, simplemente se limitó a hablar de su hermana mayor, sin mencionarle ese detalle, como si él pudiera adivinarlo.¿Cómo no iba a confundirse viendo a quien creía su esposa montando a su mejor amigo? Porque era así. Marcela se excedió en todo, en primer lugar, no debió intentar h
Dos semanas despuésJosé Luis fue dado de alta tres días después de su colapso, regresaron a casa de los padres de Marcia; como durante esos días ella le hizo compañía en la habitación de la clínica, donde le anexaron una cama adicional para que ella descansara, no fue a la casa, sino hasta ir con él, por lo cual cuando llegaron se encontró con varias sorpresas, una, por dentro estaba bien pintada, arreglada y con muebles de sala y comedor nuevo; en cuanto a su dormitorio fue modificado, en lugar de las dos pequeñas camas de su hermana y ella, había una sola un poco más grande a una matrimonial. Al verla no pudo evitar expresar su enojo.—Ni creas por un momento que terminaré compartiendo cama contigo Salvatierra, yo fui clara y no cambiaré de opinión tan fácil, me iré a dormir en la habitación de mis hermano