— ¿Por qué?... – preguntó Adella.— Por todo lo que has hecho por mí…Él se sentía avergonzado.— No hice nada…— Lo digo en serio.— Lo dices porque aquí terminan nuestros tres días, pero no tienes que agradecer nada, yo también me he aprovechado de ti.— Los amigos no se aprovechan, se ayudan, se apoyan. Recuérdalo.— Te robo las palabras jejeje.Se levantaron y mientras ella se arreglaba él se limpió y cambió de ropa. Adella lo observaba desde la silla poniéndolo nervioso, quería que dejara de hacerlo, pero en alguna parte de sí mismo aquello le gustaba. Se sorprendió cuando Adella lo abrazó desde atrás enterrando la cara en su hombro. Su corazón saltó de forma dolorosa.— Creo que me enamoré de ti…—la escuchó murmurar, el guardó silencio sintiendo más latente el dolor en su pecho—Traté de que no pasara, pero eres tan lindo conmigo que simplemente pasó…sé que es pasajero porque no creo que nada sea eter
— Como representante o mánager de Adella, con todo este escándalo ocasionado por mostrar una relación íntima con otra persona que no era su novio, creo que en el mejor de los casos sería dar una disculpa y explicar su lado de la historia. —opinó Samantha bien profesional. — No quiero pedir una disculpa —expresó ella indignada porque sabía que no había hecho nada malo en realidad, si se disculpaba automáticamente admitía ser culpable de infidelidad y de ser una zorra. — Tampoco estoy de acuerdo con eso. Yo estaba pensando en otra cosa. Es necesario hacerlo ahora porque el número de ventas online y en físico han disminuido considerablemente. — Explíquese —pidió Samantha interesada. Adella también lo estaba, pero de una forma más preocupada. Temía que ese “algo” no funcionara. — De alguna manera llegaron a mis manos fotos de Jeff en plan seductor con su amante. Filtradas en los medios Adella quedaría excepta de culpa. — ¿Ens
Las manos le hormigueaban por tocarlo, la respiración le faltaba y el estómago tampoco le ayudaba con el gran revoloteo que sentía en él, pensó que tal vez la gente no mentía con eso de las mariposas o más bien eran bichos. Decidió que lo mejor era permanecer callada el resto del camino y pegarse a la puerta para evitar cualquier contacto físico, pero antes marcaría un punto muy importante.— No se suponía que debía ser así.Sabía que estaba siendo caprichosa y testaruda, pero todo valía la pena en su empeño por no enamorarse más de la delicia de hombre que tenía a su lado. Resistirse a él era tan difícil que dudaba no derretirse si volvía a saborear sus labios, si volvía tocar su atlético cuerpo.Al pegarse a la puerta pudo percatarse de la leve sonrisa que él quiso ocultar girando el rostro hacia la ventanilla de su puerta correspondiente y aunque le gustó volver a verla disimulo muy bien su mal humor, uno que se le estaba pasando rápidamente para su mala suerte.El resto
Con un suspiró asintió, pero no pensaba darle tregua, tenía la sensación de que ella quería distancia por una razón diferente y quiso comprobarlo para desechar todas sus dudas, al fin al cabo, había subido para eso.Ella retrocedió para dar media vuelta cuando él tomó su brazo para atraerla hacia su cuerpo para estamparle un beso en los labios. Lo cual sintió muy bien. Se alejó unos centímetros constatando que Adella tenía los ojos puestos también en sus labios con una mirada de anhelo, sedienta por mucho más. Apurándose a contener esa ruta de pensamientos en ella tomó sus labios nuevamente, esta vez con hambre, probando de lo que era suyo. Suya.Sus manos la atrajeron aún más eliminando cualquier espacio, aferrándola al contacto de su cuerpo con sus manos, sus brazos. Acariciando la curva de su espalda la sintió estremecerse y no paró allí. Sus manos recorrieron sus costados hasta encontrar la curva de sus senos donde se deleitó jugando con los duros pezones a través de la tela. Ella
Adella sabía lo que parecían. En ese momento eran como esas parejas normales después de solucionar una estúpida discusión con la rendición de una de las dos partes implicadas. No lo apartó de su lado, y a pesar de lo molesta que estaba porque sus planes fueran un fiasco, en ese momento se concentró en el olor y el calor del cuerpo del rockero, y descubrió que la rendición no había sido de él, sino suya.Más tarde satisfechos con la comida se dieron paso al Spa. Adella quería una sesión de masajes con aromaterapia, depilación corporal y peeling facial. En cambio, Dominic por la falta de tiempo solo optó por los masajes.Los celos se despertaron en Adella al ver guapas masajistas llamar la atención de Dominic, y pudo ver por el rabillo del ojo como estas le rogaban a Anne, la dueña y jefa del lugar, que las dejaran hacerse cargo de la sesión.Haciendo uso de su rápido ingenio no dudó en decir que quería sesión de pareja, aunque eso la pusiera en evidencia con Dominic, pero ya no le impo
— Tardaste mucho… —se quejó Adella con voz ronca.— Fuimos a comer algo —se excusó con una sonrisa mientras se sacaba los zapatos y se metía con ella en la cama.— ¿Qué hora es? —preguntó ella haciéndole espacio.— Las doce con diez —respondió mirando su reloj para luego abrazarla y cerrar los ojos un instante.— Tenía planeado llevarte a un lugar —murmuró ella acariciándole la espalda. Eso de alguna forma le gustaba, lo relajaba.— ¿Qué lugar? — preguntó curioso, feliz por tenerla entre sus brazos.— Un baile de máscaras — susurró Adella alzando la mirada la encontrar la de él.— ¿Esta noche? —preguntó contrariado. Recordaba su segunda fiesta de máscaras en Londres y la idea de que Adella le propusiera algo parecido lo ponía ansioso y excitado, pero dudaba que hablara de lo mismo.— Sí, te gustara —le aseguró ella guiñándole el ojo con picardía. — Es una fiesta privada.— Está bien. Dé
— Acuéstate en la cama —volvió a ordenar más duramente Domimic.Vulnerable por el conocimiento evitó su mirada mientras hacía lo que se le pedía.Dominic se sentó a su lado y ella en un impulso tomó su rostro y lo besó con una necesidad tan profunda y palpable que no percibió las verdaderas intenciones del hombre que la poseía con solo un beso.Dominic correspondiéndola la sujetó de las muñecas y las juntó por encima de su cabeza. Con una mano la sujetaba y con la otra pasaba una suave tela de seda aprisionándola.Cuando se dio cuenta de ello él se separó de sus labios con una media sonrisa.— Vamos a jugar por un buen rato, hermosa gatita… —susurró Dominic.— ¿Una gatita tendría mi cuerpo? —preguntó ella retóricamente alzando una ceja de manera provocativa.— Solo las perras —dijo con diversión — ¿Quieres ser mi perra? —susurró sobre su oído.— ¿Y que hace una perra? —preguntó ella abriendo más campo para él en su cuello para los beso
Sosteniendo sus caderas y alzando más su culo Dom embistió suave y profundo, más tarde rápido y duro. Adella sacudía su cabeza jadeante gritando su nombre, rogándole por más, gimiendo de placer mientras el gruñía y se inclinaba de vez en cuando para besarle la espalda. Su mente se puso en blanco cuando la sintió apretarlo y temblar debajo de él, corriéndose, y él solo pudo seguirla en el trayecto cayendo sobre ella.Seguía duro y buscó entre sus cuerpos el dildo en el trasero de Adella y la liberó de él.— Iré despacio —le prometió él quitándole a venda. Adella con los ojos adormilados asintió mirándolo de una forma que él jamás le había visto. Se estremeció conmocionado y no pudo evitar besarla. Algo se sentía diferente y eso le gustaba, aunque no sabía que era.Se irguió sobre sus rodillas y tomó el lubricante y lo untó en su mano para pasarlo por su miembro y luego por el estrecho aro del culo de Adella. Ya en posición con sus muslos tocándose la penetró con la punta y se