Capítulo cuarenta y siete. Sombras del Pasado. — — — — Narra Amy Carlson — — — — La noche ya no es tranquila. Cada golpe de lluvia que golpea el cristal de la ventana es como el latido acelerado de mi corazón. La tormenta afuera es la misma que se libra en mi pecho. No sé si estamos tomando el camino correcto, pero no tengo más opciones. Brad y yo estamos atrapados en esta red, y la única forma de salir es luchar. Si antes pensaba que Arthur no podía ser más peligroso, hoy me doy cuenta de cuán equivocada estaba. Él no solo juega sucio. Él juega con todo: con nuestras vidas, con nuestros miedos, con nuestras esperanzas. Miro a Brad desde la distancia. Está frente a la mesa, sus ojos fijos en el teléfono, recibiendo información de todas partes. Lo veo, pero no logro conectar. Me siento vacía, pero también más fuerte. Algo dentro de mí ha cambiado, y sé que no puedo volver atrás. A veces me siento como si estuviera corriendo a ciegas, buscando una salida en un laberinto que nunca se
Capítulo cuarenta y ocho. La Línea Rota. — — — — Narra Amy Carlson — — — — El reloj sigue su curso implacable, pero en mi mente todo está detenido. El aire en el coche se siente denso, como si el peso de lo que estamos a punto de hacer se hubiera apoderado de todo. Brad está al volante, sus manos firmes sobre el volante, pero su rostro refleja una tensión que no se puede ignorar. Me pregunto si siente lo mismo que yo: la ansiedad creciente de saber que cada paso nos acerca a una confrontación que podría destruirnos a todos. O liberarnos. Es irónico, ¿verdad? Cómo una simple verdad puede destrozar todo lo que has conocido, y a la vez, cómo puede ser la única forma de reconstruirlo todo. —¿Estás bien? —me pregunta Brad, su tono grave, como si tuviera miedo de que estemos perdiendo el control. Lo miro, intentando sonreír, pero sé que mis ojos delatan la tormenta interna que estoy enfrentando. La incertidumbre, el miedo y la esperanza se mezclan en mi pecho, creando una sensación de
Capítulo cuarenta y nueve. La Descubierta. — — — — Narra Amy Carlson — — — — El aire está pesado, cargado con una tensión que me quema la piel. Estamos dentro de un pequeño café apartado en la ciudad, lejos de los ojos curiosos, pero incluso aquí, la amenaza de Arthur parece seguirnos como una sombra. Cada vez que miro a Brad, veo la lucha interna en su rostro, el mismo hombre que está dispuesto a enfrentarse a todo, pero que no tiene idea de hasta dónde llega la oscuridad en la que se está sumergiendo. Las palabras del testigo resuenan en mi mente, una y otra vez, como un eco que no se apaga. Arthur está buscando algo dentro de la familia de Brad. Algo que podría destruirlo, destrozarlo por completo. Mi mente no deja de hacer una y otra pregunta: ¿qué será? ¿Qué hay en la familia de Brad que lo hace tan importante para Arthur? Las respuestas parecen inalcanzables, y cada intento de encontrar una explicación solo genera más incertidumbre. —Amy, ¿qué piensas? —La voz de Brad interr
Capítulo cincuenta. La caja de Pandora.— — — — Narra Amy Carlson — — — —Hemos llegado a ese punto en el que nosotros sabemos que somos nuestra propia salvación y miramos a nuestro alrededor, en medio de este sitio enorme donde algunas confesiones han quedado a medias, y donde solo nos resta suspirar.Todo lo que podemos sacar de esto es que ahora somos un equipo. Si yo hubiese obedecido mi necesidad de evitar que amarle el mismo día en que me di cuenta de que era agotar una fuerza innecesaria y tardía, nunca habríamos llegado hasta este momento...¿ que habría sido de nosotros si lo hubiera hecho...?El amor es riesgo. Montañas de nervios acumulados en los vuelos de mariposas en todos los estómagos de los que aman. Es pasión y dolor. Crecer y aprender juntos, viviendo a tope. Siendo amantes, cómplices y amigos entrañables que hasta enfadados no olviden disculparse y perdonarse con amor. Pero también es lucha, constancia y apoyo. Si alguna vez me he planteado caer en las garras de A
Capítulo 51. Cuentos en las sombras.— — — — Narra Amy Carlson — — — —El sol ya se ha puesto cuando llegamos a casa. El ambiente está cargado, una tensión en el aire que no se disipa, incluso cuando el día ha terminado. El coche frena suavemente frente a la entrada, pero no me quiero bajar. No quiero entrar. Prefiero quedarme aquí, en este limbo en el que no hay respuestas, solo preguntas, solo silencio.Brad se queda allí, con la mano aún sobre el volante, mirando al frente. Yo estoy quieta, respirando profundamente, buscando algo de paz en medio de este caos que parece envolvernos. La confusión no es algo que pueda dejarse de lado tan fácilmente, y mucho menos cuando es tan evidente que todos los caminos que hemos recorrido nos han llevado a este punto sin retorno.—¿Amy? —La voz de Brad me saca de mis pensamientos. La forma en que me llama es suave, casi implorante. No me gusta esa mirada en sus ojos, ese brillo de duda. Pero ¿cómo no dudar cuando el pasado sigue acechando en cada
Capítulo cincuenta y dos. Bajo la piel del monstruo.— — — — Narra Brad Lancaster — — — —Las palabras de Arthur retumban en mi cabeza como un eco que no quiere apagarse. No las repito en voz alta. No quiero que cobren más poder del que ya tienen. Pero me persiguen. Me despierto con ellas. Me acuesto con ellas. Y ahora mismo, mientras conduzco sin rumbo fijo después de que Amy saliera a escondidas esta madrugada, no puedo sacármelas de encima.Amy no está. Y algo en mí dice que no se trata de una escapada por ansiedad. Ella no me lo habría ocultado. No después de todo lo que hemos compartido. La cama estaba fría cuando estiré el brazo y no la encontré. La casa en silencio. El celular sin señales de mensaje. Su bolso… su chaqueta… faltaban. Y entonces lo supe. Tiene que ver con él. Con Arthur.—Mierda —golpeo el volante con fuerza, acelerando por la autopista desierta. Si le ha hecho algo… si se ha atrevido siquiera a tocarla, no sé qué soy capaz de hacer. Porque ya no puedo seguir ign
Capítulo cincuenta y tres. La mentira perfecta. — — — — Narra Amy Carlson — — — —Me miro al espejo del baño por tercera vez en menos de un minuto. La marca en mi rostro empieza a tomar un color violeta más intenso. La base no puede disimularla por completo. Me duele, pero no solo por el golpe. Me duele por dentro, como si algo se hubiera roto de forma definitiva.—¿Te duele mucho? —pregunta Brad, recostado en la cama con los puños cerrados.Asiento con la cabeza. No sé si me pregunta por la cara o por el alma.—Te juro que esta vez no se va a salir con la suya —dice con la voz quebrada—. No más juegos, no más amenazas, no más poder para ese bastardo.Arthur no es un hombre. Es una plaga. Un veneno que ha ido corrompiendo todo lo que toca, incluida su propia familia.—¿Y tu madre? —pregunto con cautela.—No ha salido de su casa. No me ha llamado. No me ha escrito. Nada.—¿Tú crees que... sabía que Arthur me haría eso?Brad me mira como si quisiera evitar la pregunta, pero no puede.—
Capítulo cincuenta y cuatro. El Juego Peligroso.— — — — Narra Amy Carlson — — — —La amenaza de Arthur sigue resonando en mi mente, como una amenaza silenciosa que no deja de rondar. Su voz tan fría, tan calculadora, y esa promesa que lo acompañó: “Si no haces lo correcto… me veré obligado a cortar esto de raíz. Para siempre. No sabes con quién estás jugando” Mi piel se eriza solo de pensar en ello. Estoy acostumbrada a que Arthur Aramendi sea una figura dominante, un hombre cuyo poder ha sido la columna vertebral de su vida. Pero lo que me hizo va más allá de cualquier advertencia que hubiera imaginado. Me promete que, si sigo defendiendo a Brad, si sigo metiendo las narices en su vida, las consecuencias no solo afectarán a él, sino a todos los que están cerca de él.Mi respiración se acelera mientras veo a Brad al volante, la tensión palpable en cada centímetro de su cuerpo. Sé que algo dentro de él ha cambiado. Ha escuchado las palabras de su padre, y lo ha afectado más de lo que