Explícitamente vi el reaccionar de un cuerpo masculino a la hora de su culminación al éxtasis.Segundos que parecieron eternos, viéndolo fijamente, no podía hablar, no podía moverme si quiera, miraba fijamente la mano que sostenía su miembro.Quería decir algo, pero ¿qué?La visión que tenía ante mí, desapareció entre sus calzoncillos, y se levantó rápidamente de la cama.—¿Qué haces aquí?Me quedé embelesada, intentando comprender lo que me estaba pasando.—Yo… yoTenía el pulso acelerado, intenté incorporarme, pero él fue más rápido, me tomó por los hombros y me levantó del suelo.—¿Qué acaso no sabes tocar? —tenía la respiración acelerada, y tomaba bocadas de aire.Intenté comprender la reacción de mi cuerpo, el toque de sus manos me erizaba la piel, mis pezones me punzaban bajo la tela.—Estaba abierto—protesté.—No debiste entrar—jadeo muy cerca de mí.—¿Cómo podría saber lo que hacías? —la voz me tembló, con nervios, estaba demasiado cerca de mí—¿por qué…?Frunció los labios en
—Fiesta por la noche en casa de Phoebe.—Fiesta, estás invitada.—Toma, fiesta por la noche.Eve, Kim y yo repartíamos folios con mi nombre y la dirección de la fiesta, era de locos realizar una fiesta ahora, mucho más porque nunca había hecho una, pero todo quedaba completamente maravilloso, uno, tenía permiso, dos, Blanche y Cecil no estarían.Todo había quedado perfectamente calibrado, la banda, la comida y reservas de alcohol.Un día, solo quedaba un día. El viernes se corrió el rumor rápidamente y todo mundo estaba entusiasmado por la idea de la fiesta. Aquí en la escuela, la división de estatus era demasiado palpable, chicos ricos, chicos menos ricos, los pachecos, los que se creían mafiosos, los intelectuales, los de diferentes clubs, en fin, toda esa diversidad y vaya que todos estaban bienvenidos, aunque no los conociera.Me levanté temprano el sábado para que el jardín se arreglara para la plataforma de la banda, tiras de luces desde lo alto de la plataforma y que caían haci
¿Qué si me duele?Me duele muchísimo.Al caminar, no quiero parecer incomoda, me sentí extraña, pero feliz, sentía que algo en mi va a explotar de alegría, conteniéndome por completo.Caminé hacia la fiesta, de nuevo, no sabía qué hora era, la fiesta estaba en su punto, chicos saltando y bailando, bebiendo e incluso, en un rincón alejado había chicos “tocando”, hacían un poco de tonterías a causa de la hierba.Busqué entre los chicos a Gabriel, pero no lo encontré en la pista, encontré a Kim bailando.—¡Hey! —chistó ella —¿Dónde estabas?Tragué en seco.—El profesor Rossetti nos encontró a Gabriel y a mí en la biblioteca.Kim me miró fijamente, como escrutándome.—¿Pasó algo?Sentí un poco de nervios, me rasqué el brazo.—No… se puso furioso cuando vio a Gabriel conmigo, besándonos —susurré —lo sacó a la fuerza a Gabriel y me esperé al regaño.—¿Por qué tienes otra ropa?—¿Eh? —miré hacia abajo, solo me había puesto un jean —mí, mi falda estaba sucia.Sí, claro, estaba sucia por... no
Me sentí un poco mal cuando le ordené al grandote sentarse en la parte trasera de la limo, mientras me entretenía colocando música en el transcurso del camino a la escuela.Bajé del auto dándome palmaditas mentales en la espalda para tranquilizarme por aquella discusión.Aunque se disipó totalmente cuando entrando a la escuela, los chicos me recibían con ovaciones, todo mundo me saludaba y elogiaba la gran fiesta, así que me regodee de lo lindo hasta llegar a la primera clase.Las chicas también estaban gozando de las atenciones y de los intentos furtivos de intercambios de bipeos.Cuando al fin llegamos a clase de literatura, los intercambios de miradas secretas entre Kim y Eve me ponían de nervios.Entramos al aula entre risillas, Gabriel y los chicos ya estaban en sus lugares.—Ah, llegaron las reinas de la fiesta —bramó Hugo acaparando el lugar de Eve.Al parecer las estrategias de la fiesta hicieron buenos resultados.—Y habrá muchas más —contestó Eve atenazándole un golpe en el
Las horas pasaron conversando con las chicas y para cuando llegue a casa, ya estaba oscureciendo.Blanche me recibió justo al momento en que salía con Cecil para llevar comida a los trabajadores.Subí hasta mi habitación para comenzar a llenar la bañera y tomar una ducha deliciosa, mientras lo hacía, me retiré del uniforme y la ropa interior, enredé mi cabello en un moño improvisado, tomé un cuadernillo y un bolígrafo.Quería comenzar a escribir mis cartas, una, estaba destinada a mi familia, para que, quedara claro, que no me había ido por allí con un tipo o que nadie me había extorsionado para salir de mi casa y que no me buscaran porque estaría bastante ocupada buscando mi propio destino. Esa debía ser una carta bastante clara y demandante.La otra estaba dirigida a mi nana, debía explicarle que la quería como si fuese mi madre, ella, se había esforzado bastante en intentar criarme y debía explicarle que no sintiera culpa o lastima, en realidad estaba bastante sofocada estando aquí
Se me ha hecho tarde, bastante tarde.Con el cuerpo un poco tembloroso, me levanté, entré a mi closet para vestirme rápidamente, en cuanto salí vi el reloj de mi encimera, solo tenía cinco minutos.Tome la ropa y las cosas que tenía en el suelo que anoche había olvidado levantar, apurada tome mis cuadernos y libros para empujarlos en mi mochila, me embroqué los zapatos y tome el cepillo para que, mientras tomaba el desayuno, lo cepillaba con urgencia.Azoté la puerta de mi habitación y bajé como un bólido justo para toparme con Blanche en la puerta del comedor.—Oh, mi niña.— Désolé, nana —(lo siento, nana)—Es muy tarde —me reprimió y empujó hacia el comedor, donde, un tranquilo Rossetti estaba por terminar su desayuno.—Solo quiero jugo y una tostada —dije con premura.Cecil, que se encontraba en un rincón, se apresuró a servirme un vaso de jugo.—Buen día, señorita Chevallier—murmuró Rossetti mientras me inspeccionaba de reojo.Solté una risa sarcástica.—Buen día —dije algo seca
Pasee por mi habitación buscando que ponerme para ver a Gabriel, la ropa se acumulaba en mi cama.El día anterior había pasado sin altercados, todo fue tranquilo, estuve alerta intentado escuchar algún rumor, algo que implicara a Aidoneo o a mí, pero no los hubo, y me sentí completamente relajada. Lo que no me relajaba, fue el hecho de no encontrar ropa.Después de un largo rato, opté por una mini falda verde y un top blanco que se anudaba al cuello y dejaba al descubierto mi cintura, busqué mis zapatillas blancas de delgadas tiras.Mientras intentaba arreglar un poco, dejando de lado el bulto de ropa, escombre un poco mi escritorio, y un ligero frio me recorrió la espalda, intente negarlo, reprimiendo con todas mis fuerzas que esto no fuera cierto, busque y rebusque, en los posibles lugares donde guarde aquel cuaderno, pero no estaba, entonces, como un ramalazo, mi mente recordó el día anterior, cuando, se me había hecho tarde.Entre esas cosas, cuando apurada metí las cosas en mi mo
Los nervios se apoderaban de mi cada vez más.¿Qué podía decirle a Blanche?“Lo lamento, nana, pero estoy loca por mi profesor”Bueno, no era un mal argumento y era la verdad.Hice que Gabriel me dejara en la entrada de la villa y caminé el resto del sendero reflexionando sobre lo que diría y lo que pasaría.La charla con Gabriel me había dejado esperanzada, pero también nerviosa, el cuaderno estaba resguardado en mi bolso el cual aferraba con fuerza.Las luces de la casa estaban encendidas y parecía siniestramente silenciosa, entonces, reparé en aquel mercedes negro y todo mi cuerpo se puso en alerta, los nervios hirvieron bajo mi piel, no podía ser.Mis padres estaban aquí.Con manos temblorosas tomé el pomo de la puerta y entré.Silencio, todo estaba en silencio.¿Por qué se ponían tan melodramáticos con algo que podría sucederle a cualquiera?Entonces me dirigí a las escaleras y comencé a subirlas.—Phoebe—la voz neutral de mi padre me llamó desde la sala —ven aquí.Un escalofrió