-XXVII-

Se despertó bastante descolocado.

Yacía en la cama del moreno y curiosamente con unos pantalones y camiseta de pijama puestos. Se miró las muñecas y pudo ver dos cercos rojizos en torno a ellas.

Sorprendentemente no le dolía nada, tan solo sentía un hormigueo por la espalda y un leve malestar en el culo.

Saliéndose de la cama, anduvo hacia la puerta para tras abrirla salir de la habitación.

En su recorrido hacia las escaleras cruzó justo por delante de otra habitación donde encontró a Bale.

Clavando los talones en el suelo se detuvo y se quedó junto a la puerta, observándole.

Dominic, de espaldas a él y con tan solo un pantalón anclado a las caderas, ejercitaba sus brazos.

Subía y bajaba bien sujeto a una barra de acero que cruzaba, de punta a punta, una pared a otra de la habitación.

Hacía dominadas.

Joel rió por lo bajo.

Justo cuando ya iba a hablar, el hombre respondió:

-Ni lo pienses nene, ya

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