Despues de estar varias horas en el salon, hablando mas bien los hombres, el marido de Alice, se dirigió a la cocina, entrando en el salón poniendo la vajilla encima de la mesa, enseguida me levanté yo levantandose tambien su esposa, para ayudarlo junto a su esposa Alice a poner la mesa, sintiendo los brazos de mi esposo rodear mi cintura por la parte de atrás, apartó mi pelo del cuello, haciéndome vibrar por los cálidos besos que me estaba dando en el cuello haciendo mi esposo, que mi piel se erizaba, aunque pensaba que aquellas caricias solo era por que Andrew estaba actuando delante de su familia y él estaba representando a la perfección su papel de marido enamorado, aunque la excitación que yo sentía no eran falsas, sino más bien sabia que estaba haciendo daño, pues me estaba enamorando de un hombre frío y muy calculador. Comimos un sabroso pescado al horno con un buen vino francés , marchandonos al porche después los cinco cuando recogimos la mesa y la cocina, Alice y su esposo
Andrew Punto de VistaDorelia, cubierta de dulce, era el puto cielo. Había conocido mujeres que podían ser aventureras en la cama, pero había algo en la efervescencia y la naturaleza aventurera de Dorelia que lo hacía aún más excitante. También tenía una energía especial que me llenaba. Esta noche, también estuvimos pegajosos.—Vamos. —Me puse de pie y la ayudé a levantarse.—¿A dónde vamos?—A la bañarnos juntos. —La tomé de la mano y la llevé al baño.—Oh, mira la bañera —dijo mientras abría la ducha.—La próxima vez. —Comprobé el agua y, pensando que estaba lo suficientemente caliente, la levanté y la llevé a la cabina.—A veces eres un neanderthal, ¿lo sabías? —dijo sonriéndome.—¿Los neanderthales tenían entrepiernas grandes?Su mano envolvió mi entrepierna, haciendo que pasara de dura a acero en un nanosegundo. —Sí que la tienen.La dejé en el suelo y la giré para que estuviera de espaldas a mí. Saqué jabón del dispensador y comencé a pasar mis manos enjabonadas por su cuerpo.
Andrew y Dorelia conducían por la carretera, dejando atrás la ciudad y adentrándose en el paisaje rural. La puesta de sol teñía el cielo de tonos naranjas y rosados, enmarcando la silueta de los árboles que se mecían con la brisa. Se dirigían a casa de Emily, la hermana de Dorelia, para pasar un fin de semana juntos.Habían estado esperando este viaje durante semanas. Era una oportunidad para escapar de la rutina, relajarse y disfrutar de la compañía de sus seres queridos. En el auto, la conversación fluía con naturalidad, mezclando anécdotas divertidas con reflexiones profundas sobre la vida.Al llegar a la casa de Emily y William, fueron recibidos con una cálida bienvenida. La cena estuvo llena de risas y buenos momentos, recordando viejos tiempos y compartiendo historias recientes. La noche se alargó entre copas de vino y sobremesa, hasta que finalmente llegó la hora de irse a dormir.De camino a su habitación, Dorelia se detuvo frente a Andrew y lo miró a los ojos. Una sonrisa tra
La sombra del secreto de Andrew se extendía sobre su vida como una nube oscura. Desde el terrible accidente que había marcado su rostro con una cicatriz profunda, algo dentro de él se había roto. La fe que antes sostenía su corazón se había hecho añicos, dejando paso a un vacío existencial que lo consumía.Andrew había crecido en un hogar religioso, donde la fe era el pilar fundamental de la familia. Dios era una presencia constante en su vida, un refugio en los momentos difíciles y una fuente de esperanza en el futuro. Sin embargo, el accidente lo había cuestionado todo. ¿Cómo podía un Dios amoroso permitir que algo tan terrible le sucediera a él? ¿Cómo podía tener fe en un mundo donde reinaba el dolor y el sufrimiento?Las dudas lo atormentaron durante meses. Se alejó de la religión, de las prácticas devocionales y de la comunidad que lo había acompañado toda su vida. Se refugió en el trabajo, en la soledad, en la búsqueda de respuestas que nunca llegaban.En medio de esa oscuridad,
Decididas a ayudar a Andrew a superar su pasado y aliviar el peso de su remordimiento, Dorelia y Emily se embarcaron en la búsqueda de Helena. Utilizaron las redes sociales, contactaron con amigos en común y revisaron registros antiguos, sin escatimar esfuerzo para encontrar a la mujer que había marcado la vida de Andrew.Tras semanas de investigación infructuosa, la esperanza comenzó a menguar. Sin embargo, un día, un golpe de suerte las condujo a la dirección actual de Helena. Se trataba de una pequeña ciudad en un estado lejano, donde ella vivía una vida tranquila y alejada del pasado.Con el corazón palpitando de emoción, Dorelia y Emily contactaron a Helena. Le explicaron la razón de su búsqueda y le transmitieron el deseo de Andrew de tener un encuentro con ella para pedirle perdón y cerrar las heridas del pasado.Helena, sorprendida por la inesperada noticia, se mostró reticente al principio. Los recuerdos del dolor que Andrew le había causado aún estaban frescos en su memoria.
Un nuevo día comenzaba en la vida de Andrew. Se despertó con una sonrisa en el rostro, aún sintiendo la paz y la alegría del encuentro con Helena del día anterior. Se levantó de la cama con entusiasmo, ansioso por compartir un desayuno con Dorelia y contarle sobre sus planes para el futuro.Sin embargo, al llegar a la cocina, Dorelia no estaba. La buscó por toda la casa, pero no la encontró. Preocupado, le preguntó a Emily si la había visto, pero ella también le dijo que no la había visto desde la noche anterior.Andrew comenzó a sentir una creciente inquietud. Era extraño que Dorelia no le hubiera dejado ningún mensaje ni le hubiera dicho dónde iba. Salió de la casa y empezó a buscarla por los alrededores.Caminó por las calles, preguntando a los vecinos si la habían visto, pero nadie tenía noticias de ella. La preocupación de Andrew se intensificaba con cada minuto que pasaba.De repente, recordó un lugar especial que Dorelia le había mostrado un día: un pequeño campo de flores silv
Las noches siguientes al extraño episodio de calor corporal, Andrew no pudo evitar sentir una creciente inquietud. El enrojecimiento en su rostro y la sensación de calor excesivo se habían intensificado, y no podía evitar relacionarlo con el sueño vívido de la mano suave que acariciaba su rostro.Su mente racional le decía que era solo una coincidencia, una consecuencia tardía del accidente que había marcado su rostro con una cicatriz profunda. Sin embargo, algo en su interior le susurraba que había algo más, algo inexplicable que desafiaba las leyes de la lógica.Recordaba con detalle el sueño: la mano era cálida y suave, como si estuviera hecha de luz. Su paso por su rostro le había provocado una sensación de hormigueo agradable, como si despertara una energía dormida en su interior.A pesar de sus dudas, Andrew decidió seguir adelante con su cita con el médico. Era importante descartar cualquier causa médica para los síntomas que estaba experimentando.Durante la consulta, el médic
Una tarde, mientras paseaban por un parque, Andrew decidió compartir con Andrew una idea que había estado rondando en su mente desde hacía un tiempo: la energía sexual creadora."Andrew", comenzó Andrew con voz suave, "hay algo que he estado pensando mucho últimamente, y creo que es importante que lo hablemos".Andrew la miró con atención, intrigado por la seriedad de su tono. "¿De qué se trata?", preguntó.Andrew sonrió levemente. "Se trata de la energía sexual", dijo. "Es una fuerza poderosa que a menudo se malinterpreta y se reprime, pero que en realidad tiene un potencial enorme para la creación y el bienestar".Andrew frunció el ceño ligeramente. "No estoy seguro de entender", confesó. "Siempre he asociado la sexualidad con algo sucio o vergonzoso".Andrew tomó su mano entre las suyas y lo miró a los ojos. "Esa es una idea errónea muy común", dijo. "La sexualidad es una parte natural y hermosa de nuestra naturaleza humana. Es una fuente de placer, conexión e incluso creatividad".