Valentino.Había notado la diferencia en esta mujer desde el principio. Su rostro era el de mi esposa, pero algo en ella no encajaba. Necesitaba saber quién era en realidad y, sobre todo, qué planeaba. ¿Qué pretende? Thailarius y yo ya lo habíamos descubierto, aunque los demás no se habían dado cuenta. Emilio, sin embargo, se acercó a mí con la intención de preguntarme algo.Antes de que pudiera hablar, lo detuve con mi mente, usando mi poder de clarividencia.—Emilio, no te preocupes. Ya me he dado cuenta de que ella no es mi Luna. Solo debemos actuar como si lo fuera, porque puede llevarme hacia Maya. ¿Entendido?—Entendido, señor Valentino. No se preocupe.Dejé de hablar mentalmente cuando la impostora se acercó y me abrazó.—No sabes cuánto te extrañé, cariño. Estuve muy preocupado. Pensé que tu padre te tenía secuestrada.—Si, pero ¿Cómo te encontraste con él? Yo Te busqué y no te encontré por ningún lado.—Tu padre me dijo que te fuiste de la mansión —respondí, tratando de ocult
MayaLa oscuridad me hacía sentir aún más impotente. Destruir a todos era lo que buscaba el rey Dante, y yo le ayudaría a hacerlo. Me dejaría manipular con tal de lograr mi objetivo, liberarme de sus manos cuando este lista es mi plan. Él me miraba triunfante mientras invocaba al mal.—¿Ves ese peldaño? —me preguntó, y yo asentí sonriendo—. Ahí se encuentra nuestro objetivo, aquel que deberá despertar y con el que cruzaré mi poder para destruir a todos los seres que deseen entrometerse en mis planes.—Haré que todos se arrepientan, majestad—Mencioné con la mirada fija en ese peldaño que sentía una melodía escalofriante en mi interior era como si me llamara y aunque ahora podía controlar mi poder, sentí que ese llamamiento era un mal que deseaba apoderarse de mi sin piedad.—Muy bien, eso es lo que deseo. Que tu poder fluya y despiertes a ese ser con el que me voy a fusionar para acabar con todos los que te hicieron daño a ti y a él. Pronto, ambos mundos serán nuestros —declaró Dante, r
Valentino El miedo que sentí en ese momento era indescriptible. Nunca había visto algo tan aterrador como la transformación de Maya, mi esposa. Verla convertirse en otra persona, poseída por su lado oscuro, me hizo sentir impotente. Sabía que su poder era único, inigualable, capaz de destruir todo a su alrededor si no lograba controlarlo. Cuando vi cómo acabó con la mujer que había robado su identidad, supe que estaba viendo lo peor de ella, lo más oscuro. Y ahora, ese vampiro, Dante, el supuesto rey, estaba siendo controlado por el poder de Maya. Se lo merecía, pensé, por haberla provocado, pero aun así, la situación me superaba.—Emilio, saca a nuestra manada de aquí, inmediatamente —le ordené con voz firme.—Señor, los sacaré, pero usted también debe venir. No puede quedarse aquí —respondió Emilio, su voz teñida de preocupación.Negué con la cabeza, mi mirada fija en Emilio. Jamás dejaría a Maya sola en esto. Ella no tenía la culpa de que esos seres quisieran aprovecharse de su po
Maya.Ya no soportaba este dolor, sentía como si mi cuerpo se estuviera quebrando en mil pedazos. Pero tenía que alejar este poder de mí, sacarlo definitivamente. No iba a permitir que mi hijo sufriera las consecuencias de las ambiciones de aquellos que querían dominar el mundo. Si yo moría, no importaba, pero mi hijo tenía que nacer.Mi cuerpo dolía, ese ser me observaba desde las profundidades, queriendo salir, tratando de consumir más de mi energía maligna. Aún faltaba para completar lo que debía hacerse. Todos estaban luchando a mi alrededor, querían impedir esta batalla, pero mi cuerpo ya no aguantaba más. Dante estaba como loco, tratando de liberarse, pero él iba a ser el primero en ser devorado. Por haberse atrevido a meterse en mi vida y querer destruirme para dominar el mundo, él sería el primero en perder. El mal nunca prevalece, y yo no iba a permitir que este mundo se contaminara más por seres con corazones tan oscuros.Yo era la flor lunar, aquella joven pura, y no iba a d
ValentinoGrité con desesperación, con el alma rota. Mi esposa… Maya estaba muerta, y no podía soportarlo. Hundí las manos en la tierra, apretándola con furia, como si al aferrarme a ella pudiera aferrarme a su vida.—Señor Valentino… —Emilio se acercó a mí, intentando ayudarme, pero yo no quería que nadie me apartara de ella. No quería que nadie la tocara.—Hija mía… —murmuró Thailarius, lleno de culpa—. Todo esto es mi culpa…De repente, vi algo que me desconcertó. Thailarius se acercó a Maya y la mordió ¿cómo era posible? Que le hiciera eso.—¡¿Por qué haces eso?! —grité, furioso y confuso.Emilio me quito a mi bebé, al ver mi furia, lo sostuve del cuello a Thailarius, apartándolo de mi esposa, con brusquedad.—¡Suéltame! —rugió —. ¡Voy a revivirla!—¡Ella no quería ser una vampira!, además con que intención lo haces.—Pero tiene eso en su sangre… Maya es una vampira. Tal vez… tal vez aún pueda despertar…Caí de rodillas, impotente, las lágrimas cayendo sin control.—¿Despertar? —mu
Valentino.—¡Lucrecia habla, por favor!—Insiste con el alma rota.—Si la magia se completa y ella soporta la energía... despertará. De lo contrario, quedará dormida para siempre —sus palabras fueron un golpe directo al alma.Me volví hacia ella, incapaz de aceptar lo que decía.—Estás segura de lo que dices. —Más que segura— Dijo llorando, en ese momento apareció Thailarius y varios de los ancianos se asustaron, sin embargo solo se apartaron. —Lucrecia; debes ayudarnos.—Le rogó Thailarius, Lucrecia se acercó a mí hijo y dejó un beso en la cabecita.—Debemos irnos de aquí, para empezar el ritual, sin embargo debes pensar bien si quieres hacer esto. Tu eres su esposo, el que debe tomar la decisión final—¿Es mi decisión, siendo su esposo? —pregunté, mi voz temblando—. Tú eres su madre. ¿Qué es lo que debo hacer?—Tengo miedo, Valentino. Miedo de que no despierte... pero también moriría de verla quedarse en este estado para siempre.— Expreso con la voz rota—Haz lo que debas hacer por
ValentinoSentía que la vida se me escapaba al escuchar todo lo que mi pobre esposa tenía que enfrentar. Maya estaba luchando en un mundo que apenas comprendía, y solo si ganaba, regresaría con nosotros. Si no... estaría peleando miles de años con espíritus desconocidos. Tal vez debí dejarla descansar en paz, pero cometí el error de aferrarme, y ahora solo me queda un poco de fé, en que regresará.Miro a nuestro hijo, pequeño, indefenso, y me duele verlo llorar, sin el calor de su madre. Espero que crezca como los demás niños, Lucrecia lo ha estado alimentando con una leche especial, propia de nuestra raza, los hombres lobo. Sé que crecerá bien, rápido y fuerte. Es evidente que será un niño con poderes sobrenaturales inimaginables. Cuando Lucrecia le hizo esa herida para extraerle sangre, se cerró al instante. Fue increíble. A pesar de todo, sé que mi hijo será poderoso y fuerte, igual que su madre. Eso es lo único que me consuela en medio de esta tormenta, el tenerlo cerca y saber q
Maya.Abrí los ojos lentamente, y me encontré en un lugar oscuro y tenebroso. Mi cuerpo estaba frío, casi paralizado por el gélido ambiente. Me sentía pálida, mis manos eran blancas como el mármol. Me incorporé, deseando envolverme en algo que me diera calor. Mis labios temblaban, y en ese instante, escuché una voz lejana, como un eco resonando en mi interior. Era la voz de un hombre, pero no podía reconocerla.—¿Quién es ese hombre? ¿Por qué no lo reconozco?—, me pregunté. La voz resonó de nuevo, diciéndome que regresara. Mi confusión creció a medida que avanzaba lentamente por ese lugar. Estaba tirada en el suelo frío, pero no me importaba. Necesitaba entender dónde estaba, qué estaba sucediendo y qué era todo esto. El frío penetraba mis huesos, y mis dientes rechinaban al temblar. Mis manos comenzaron a sacudirse incontrolablemente, y un dolor intenso se apoderó de mi interior, mientras el lugar me provocaba escalofríos.Seguí caminando hasta que, de repente, vi una serie de formas