Capítulo 4.-Isaac.Después de largas horas de caminata llegamos finalmente a la cabaña, la puerta continúa abierta tal cual la dejé horas antes. Para ser honesto, dudo que alguien encuentre este lugar. El día en que mi padre decidió construir "su base de tortura infantil", pensó en todos los detalles y lo más importante, hacer la construcción alejada de la civilización. Vincent y yo, somos las únicas personas con vida que saben llegar a este sitio, después de todo, nos tocó vivir demasiados años encerrados en este infierno.Me adentro en la sala y dejo el cuerpo inerte de Tobías sobre el sillón, ahora con mis manos desocupadas procuro colgar el rifle y cerrar la puerta con llave y seguro. Debo admitir que resistió mucho más de lo que esperaba. Al menos tiene más agallas que el cretino de su padre, ha de ser porque no tuvo la oportunidad de ser educado por él. Si este niño supiera la verdad, debería agradecer de rodillas por haber acabado con la vida de Sebastián. Tomo un poco de leña
IsaacDe pronto, noto la mirada de Tobías fija en mí rostro, algo desconcertado por su repentina actitud decido enfrentarlo. Analítico, lo observo y noto como sus brillantes ojos negros recorren mi anatomía con curiosidad, es como si deseara escudriñar mi alma y descubrir hasta mi más recóndito secreto. Necesito que deje de hacerlo, la situación comienza a incomodar y me frustra inmensamente, simplemente, detesto no tener el control de la situación. Esbozo una sonrisa encantadora con la necesidad de acaparar su total atención e inmediatamente lo capta, ingenuamente corresponde a mi sonrisa y su cuerpo se relaja bajando completamente la guardia.— ¿Qué tal el baño? ¿Te sentó bien?— Rompo el contacto visual entre ambos y me encamino al baño en busca del botiquín.—El agua estaba demasiado fría y fue una tarea bastante compleja mantenerme en pie—. Se le nota nervioso, es tan fácil comprender sus acciones, es como un libro abierto.—Un poco de agua fría no mata a nadie—, me siento a su la
IsaacNuevamente la nostalgia me ataca, y está vez, con mayor fiereza. El recuerdo de Vincent se instala en mi mente, acaparando todo mi ser. Desde que tengo uso de razón, mi padre inculcó con devoción un amor insano por mi hermano menor. Al punto que decidió aislarnos de la sociedad después de la muerte de nuestra madre. Nos encerró en esta cabaña durante años como muestra de que sólo nos teníamos el uno al otro. No sé exactamente en qué etapa de mi vida comencé a desear a Vincent, lo que si recuerdo claramente fue el día en que cruzamos la línea imaginaria de nuestra hermandad.Doy reiteradas vueltas en la cama, ya es de madrugada y no logro conciliar el sueño. El insoportable ardor en mi espalda no me permite dormir en una postura que me resulte cómoda y el dolor es lo suficientemente intenso para mantenerme despierto durante toda la noche. Entre cierro los ojos e intento recrear la imagen de mamá en mi mente, lamentablemente, la mente humana es frágil y su recuerdo se torna dema
Isaac.Recordar aquellos años genera una asfixiante ansiedad en mi sistema, sin mencionar la profunda tristeza que me embarga en este momento. Fueron los años más felices de mi vida, las caricias de Vincent, se encargaban de borrar todo rastro de dolor. A su lado, no me importaba absolutamente nada, ni siquiera los golpes y torturas de papá pudieron empañar la felicidad que él me proporcionaba. Me levanto de la cama y camino a oscuras por la habitación adentrándome en el balcón. El viento frío golpea de lleno en mi rostro, pero en vez de molestarme, me agrada. De algún modo consigue relajarme.Me acomodo en la vieja hamaca, la cual rechina en respuesta y rápidamente enciendo un cigarrillo. Recordar aquella época provoca en mí un torbellino de emociones. Emociones que se contradicen entre sí y no sé como reaccionar. En aquella época, era un adolescente ingenuo, quien vivió casi toda su vida encerrado, ignorante del mundo y la crueldad de las personas. En aquel entonces, no podía si qui
IsaacSus palabras logran calar demasiado profundo. Me ha herido, aunque jamás le daré en el gusto de demostrar cuanto peso han tenido sus palabras en mí. Una vez más la ira de apodera de mí, ha tocado una fibra demasiado sensible como para dejar esto en nada. Sin pensarlo, alzo mi mano y con fuerza estampó mi palma contra su mejilla. Él se tambalea por el impacto, lentamente palpa su rostro con la punta de sus temblorosos dedos. Quiere llorar, lo noto al ver ese brillo deprimente en sus ojos negros y por un instante, me veo a mi mismo reflejado en él.Sin importarme su apariencia desvalida, le propino un puñetazo en su otra mejilla, él pierde el equilibrio cayendo junto a la cama. Espero que reaccione a mis provocaciones, que diga o haga algo, que me de un solo motivo para desfigurar su bonita cara a golpes. Pero no dice nada, se queda quieto mientras cubre su rostro con ambas manos, su cuerpo convulsiona suavemente y sus quejidos lastimeros penetran en mis oídos. Una vez más me veo r
IsaacNo puedo creer lo que escucho. ¿En qué demonios está pensando? ¿Realmente desea que nos conozcamos más a fondo? No entiendo su forma de actuar, pero en lo personal, no me apetece compartir absolutamente nada con él. No confío en las personas, tampoco deseo entablar lazos afectivos con nadie. Lo observo fijamente por unos segundos, pensando en que responder. No deseo ser demasiado brusco, no después de todo lo acontecido por la mañana...Además yo no busco empatizar con este crío, es un potencial enemigo, hijo del hombre que odié con toda mí alma. Tampoco puedo comprender la estúpida personalidad de Tobías, ¿tan hipócrita e imbécil es? Hace unas horas me grito verdades que hirieron mí orguo y lo único que co siguió es que terminara gilpeándolo. ¿Acaso es masoquista? De solo pensar en esa posibilidad un resoplido molesto escapa de mis labios. En conclusión este chico está compuesto por un conjunto de cosas que aborrezco. —En otro momento, ahora saldré y regresaré dentro de unos d
Tobías El primer día a solas en este lugar fue una jodida bendición. Pude descansar el día completo, mientras comía bocadillos ligeros y dibujaba en uno de los cuadernos que Isaac compró para mí. Fue una velada tranquila y el descanso extremo ayudó a que mis adoloridos músculos se relajaran y el dolor al día siguiente fue mucho menor. Los días posteriores no fueron para nada diferentes, aproveche de descansar y terminar de reponerme. Transcurrieron tres días y me sentía muchísimo mejor, las costillas solo dolían si hacía fuerza o algún movimiento brusco. El hematoma de mi rostro seguía ahí, mucho más verdoso que antes, pero al menos, el pómulo se había desinchado. Los días siguientes empezaron a afectarme, la falta de aire fresco y luz solar comenzó a ser asfixiante y la soledad hizo mella en mí. ¡Ha transcurrido más de una semana! He perdido la cuenta de los días transcurridos, solo sé que hace dos días se acabó el suministro de luz, el
Tobías Ha comenzado a llover, lo sé por que las gotas golpean el tejado con insistencia. En un comienzo es una lluvia suave, la cual poco a poco se transforma en una feroz. El viento no se queda atrás, sopla con tal violencia que las ramas de los árboles azotan la fachada exterior de la cabaña. De pronto, el rechinar de las tablas provoca un escalofrío en mi columna vertebral y la mezcla de sonidos torna el ambiente mucho más tétrico. Admito que soy un cobarde, me aterra pensar en sucesos paranormales en momentos como este. Observo los alrededores de la habitación, las extrañas siluetas que se forman con la sombra que emiten los árboles y mi hiperactiva imaginación aprovecha el momento para hacer de las suyas. Este escenario es digno de una a película de terror y yo parezco uno de esos malos actores que en vez de transmitir miedo, solo logran arrancar burlesca carcajadas de sus espectadores.Me acomodo en la cama y me abrazo a la mullida almohada, que a pesar de los días transcurrido