Me alejo de la pista de baile y repentinamente el sigue mis pasos hasta que nos detenemos cerca de uno de los ventanales donde, en cierto modo, tenemos un poco de privacidad. —¿Querrías acompañarme al jardin?—propone. Instintivamente busco con la mirada a Vittoria, no la veo por ningun lado, pero ya que ella fue quien me trajo aqui para hablar con Julius, supongo que nada malo podria pasar si voy con él ahora. ¿No? Asiento e inesperadamente él sonríe y toma mi mano para guiarme. Inclino la cabeza avergonzada, esperando que el rubor de mis mejillas desaparezca en algún momento. Julius me guía por un pasillo bastante largo hasta que finalemnte encontramos una puerta lateral que lleva hacia un hermoso jardín con una fuente muy similar a la de mi casa, aqui no hay nadie ni tampoco se escucha música o voces de ningún tipo. De pronto me encuentro en un jardín lleno de flores. A lo lejos un cenador de marmol que esta rodeado por un pequeño lago artificial por el que se ingresa por dos
—Ya estoy lista—dice Vittoria echándose sobre mi cama, tiene puesto una pijama rosa, la que antes usaba al venir a dormir conmigo. Al verla con eso puesto, no puedo evitar recordar los buenos tiempos, tiempos en que Vittoria no era tan arriesgada como para salir de su zona de confort, pero ahora, después de esta noche he de admitir que tal vez ya no la conozco tan bien como pensé. —Aun te queda—menciono y ella inclina la mirada para ver a que me refiero. Esboza una sonrisa amarga y luego arroga los labios para hacer un puchero —Deje de crecer a los diecisiete años. Suelto una carcajada, yo no soy mas alta que ella, pero su queja me hace reír. Los italianos son bastante altos y no suelen tomar enserio a chicas tan bajas como nosotras o al menos eso ha pasado con chicos que conocemos, por ello Vittoria es tan coqueta y atrevida, porque de no serlo, jamas saldría con nadie. —Por lo que sé, los hombres también, solo que depende de su genetica—le expreso mientras termino de aboton
Me santiguo cuando termina la celebración eucarística, solo entonces puedo suspirar deseando que por favor el día termine de una buena vez. La gente comienza a salir de la iglesia mientras tanto mi padre y la tía Marcella se aproximan al sacerdote, quizás para invitarlo a la fiesta de bienvenida que no sabia que tendría el día de hoy, porque de haberlo sabido habría escapado de aquí. Comienzo a caminar por uno de los pasillos laterales contemplando el sitio, hace años que no vengo al Santuario de la Madonna di Lourdes. Observo los vitrales que pretenden contar sin palabras el paso del señor en la tierra. El ambiente en este sitio ya sea lleno o vació es extraño, muy quieto y tranquilo e incluso me atrevería a decir relajante. El aroma que predomina en este lugar es el olor a gardenias y jazmines, ademas del incienso. —¿Donde diablos estará Alessandro?—le escucho decir a Vittoria y debido al silencio que hay en el lugar, su maldición es bastante audible. —¡Callate!—murmuro hac
—¿Has bebido, Romy?—pregunta Alessandro aproximándose un poco hacia mi. —Un poco—admito y sonrío, pero enseguida percibo un extraño aroma, parece madera o mejor dicho un perfume varonil. El aroma me inunda por completo y sonrió. —No sabia que podías usar algo tan vano como un perfume—me atrevo a decir y aunque me parece que se ruboriza, la tenue luz de la luna no me permite averiguarlo. —Me parece que la gente tiene una idea errónea de las personas que tomamos los hábitos—declara— también tengo una vida, ademas de mi vocación. —¿Porque elegiste ser sacerdote?— me atrevo a preguntar, quizás es el alcohol en mi sangre o tal vez el hecho de que me siento un poco mareada. Él suspira e inclina la cabeza. —Ya te lo dije, sentí un llamado interior—expresa, más me parece que lo dice con cierta aflicción en su tono de voz. —¿Y que hay de todas las mujeres que tenias detrás de ti? ¿Las olvidaste tan fácilmente? Alessandro me mira de reojo, me dedica una sonrisa forzada y luego co
—Gracias por venir al baile—dice después de unos segundos de silencio— la verdad dudaba que aceptaras la invitación, aunque Vittoria insistió en que te haría venir. Suspiro y desvió la mirada hacia la fuente y a pesar de que nada la ilumina, es suficiente la luz de la luna para ver su reflejo en el agua. —De no haberme molestado toda la tarde con eso, seguro no habría asistido, pero la verdad tenía curiosidad—expreso, en ese momento, los ojos de Julius parecen iluminarse y esboza una sonrisa. —Si la conozco, aunque no tan bien como tu. Ambos reímos por lo bajo, quizás por la quietud y calma que hay a nuestro alrededor, cosa que en cierto modo me incomoda, ninguno de los dos debería estar en este sitio. —¿De nuevo solo me hiciste venir para conversar?—expreso un poco intranquila y si bien Julius parece estar solo y no parece tener malas intenciones, no creo que deba pasar mucho tiempo con él. —Si no mal recuerdo dije que quería dar un paseo nocturno—extiende la mano hacia un
—¿Que diablos te ocurre?—protesto mientras que con un fuerte jalón logro zafarme de su agarre. —Eso mismo te pregunto yo a ti—impugna frunciendo el ceño. Su pregunta no hace mas que molestarme aun mas— ¿Que hacías con un Carusso, sobre todo él? —Eso a ti que te importa—comienzo a caminar temiendo que Julius nos escuche pelear por su causa— tu no eres un Montteci. No entiendo cual es tu disgusto. —Me preocupas, Romy—admite, pero por muy intranquilo que se sienta respecto a mis amistades, eso no justifica su actitud hacia él— no quiero que te haga daño. —¡Solo dabamos un paseo, por el amor de Dios! Camino a zancadas, nunca antes me he sentido tan molesta como en este momento y tampoco me he enfadado tanto con Alessandro de esta forma, sobretodo por un hombre, pero he de admitir que Julius no es cualquier hombre y no solo lo digo por su atractivo, sino por quien es su padre. ¿Dije atractivo? ¿Eso pienso de Julius? —¡Detente, Romy!—intento volver a sujetarme del brazo, así qu
Mi semana resulta ser lo que yo esperaba desde un principio, relajada. Me dedico a ponerme al corriente con algunos libros que deje pendientes. También acomodo mi equipaje y elijo ropa vieja para donarla, hago mil y un cosas que estando en mis cinco sentidos no haría jamas, quizás por que quiero mantener mi mente ocupada, de lo contrario comenzaría a sobre pensar las cosas, buscaría excusas para no ver a Julius, pero ya he tomado una decisión que no pienso desaprovechar. Cuando llega el sábado, me preparo para salir, ya que iré a un sitio que desconozco, me decido por un par de jeans y unos zapatos deportivos cómodos, solo en caso de que tenga que salir corriendo, aunque espero que mis imaginaciones fatídicas solo sean eso, delirios míos porque temo con encontrarme en peligro, pero no quiero desconfiar de Julius. También elijo una camiseta blanca de manga corta y una chaqueta azul que me regalo Vittoria antes de irme a la universidad. Esta vez me sujeto el cabello en una cola de
Julius alza la mano y la agita en el aire para animarme a aproximarme hacia él. Miro a mi alrededor un tanto incomoda con la situación, la cual él no parece comprender del todo bien. El hecho de haberle solicitado vernos aquí, era para tener un punto de reunión que ambos conociéramos y nos fuese sencillo encontrarnos mutuamente, pero el estar aquí también representa un problema. Pueden vernos juntos. Camino en su dirección y conforme me aproximo mis mejillas se enrojecen, quiero imaginar que es por el calor del día y no por el hecho de que se ve bastante atractivo para mi mala suerte. —¿Que haces?—murmuro tensando la mandibula, pero él unicamente esboza una sonrisa —Esperándote—indica mientras se levanta de su asiento, entonces da un paso hacia mi y coloca en mis manos un cono de gelato de fresa y frambruesa— pero ya que estas aqui, sera mejor que nos vayamos, tenemos mucho por recorrer. —¿Y esto?—cuestiono algo desconcertada. —Para ti, hace bastante calor el día de hoy y supuse q