Mi semana resulta ser lo que yo esperaba desde un principio, relajada. Me dedico a ponerme al corriente con algunos libros que deje pendientes. También acomodo mi equipaje y elijo ropa vieja para donarla, hago mil y un cosas que estando en mis cinco sentidos no haría jamas, quizás por que quiero mantener mi mente ocupada, de lo contrario comenzaría a sobre pensar las cosas, buscaría excusas para no ver a Julius, pero ya he tomado una decisión que no pienso desaprovechar. Cuando llega el sábado, me preparo para salir, ya que iré a un sitio que desconozco, me decido por un par de jeans y unos zapatos deportivos cómodos, solo en caso de que tenga que salir corriendo, aunque espero que mis imaginaciones fatídicas solo sean eso, delirios míos porque temo con encontrarme en peligro, pero no quiero desconfiar de Julius. También elijo una camiseta blanca de manga corta y una chaqueta azul que me regalo Vittoria antes de irme a la universidad. Esta vez me sujeto el cabello en una cola de
Julius alza la mano y la agita en el aire para animarme a aproximarme hacia él. Miro a mi alrededor un tanto incomoda con la situación, la cual él no parece comprender del todo bien. El hecho de haberle solicitado vernos aquí, era para tener un punto de reunión que ambos conociéramos y nos fuese sencillo encontrarnos mutuamente, pero el estar aquí también representa un problema. Pueden vernos juntos. Camino en su dirección y conforme me aproximo mis mejillas se enrojecen, quiero imaginar que es por el calor del día y no por el hecho de que se ve bastante atractivo para mi mala suerte. —¿Que haces?—murmuro tensando la mandibula, pero él unicamente esboza una sonrisa —Esperándote—indica mientras se levanta de su asiento, entonces da un paso hacia mi y coloca en mis manos un cono de gelato de fresa y frambruesa— pero ya que estas aqui, sera mejor que nos vayamos, tenemos mucho por recorrer. —¿Y esto?—cuestiono algo desconcertada. —Para ti, hace bastante calor el día de hoy y supuse q
Bajamos las escaleras hacia la primera planta siguiendo el mismo camino que transitamos para ir hacia la salida, pero una vez que Julius pisa el último peldaño, se queda inmóvil. Al intentar mirar en la misma dirección que él, enseguida reacciona y me empuja hacia el muro. —¿Qué diablos...?—intento decir, pero él hace una señal con el dedo para que guarde silencio, así que me limito hacer lo que dice. Mira de reojo hacia el pasillo y luego vuelve la mirada y niega con la cabeza. —¿Qué diablos hace él aquí?—murmura para sí mismo, pero alcanzo a escucharle. —¿Sucede algo?—pronuncio inquieta debido a la expresión de Julius, parece preocupado. —Ven conmigo—dice y me toma de la mano. Mi cuerpo maquinalmente lo sigue, aunque prácticamente debo correr detrás de él, debido a sus pasos, lo cuales en realidad son zancadas que atraviesan el pasillo con rapidez. Me lleva por un camino diferente, el cual parece ser donde únicamente se permite la entrada a los empleados del sitio. Intent
Julius me lleva consigo a un restaurante, el lugar esta bastante lleno, parece ser que es muy popular por este lado de la ciudad. Una joven rubia lo reconoce al entrar, esta sonríe y mientras hablan me parece ver que le coquetea, lo cual me hace sentir incómoda, pero no sé si se debe al hecho de que parece que soy yo quien le estorba a la pareja o porque he descubierto que Julius es todo un don juan. Si bien, jamás creí en su absurda declaración de amor, darme cuenta de que en realidad no es lo que dice ser, no creo poder darle mi total y absoluta confianza. —Por aquí, señor Carusso—expresa la chica introduciéndonos hacia el interior del restaurante, pero no al mismo salón que esta lleno de gente, sino que nos lleva por varios pasillos hasta llegar un jardín con bastantes flores aromáticas. Ahi hay una mesa que esta aislada de cualquier fisgón, hay una vela en medio y una cesta de pan de ajo partidos en diferentes pedazos. Antes de tomar asiento, Julius se coloca detrás de mí p
Sus amigos nos acompañan después de cerrar el restaurante, ambos se sientan con nosotros para disfrutar de una copa de vino, descubro entonces que su amigo, el dueño y chef del restaurante se llama Guido y su esposa se llama Sofia y que los tres se conocieron en la universidad antes de que Guido decidiera cambiar su especialidad de literatura por gastronomía. Sofia me cuenta que desde aquel entonces Julius ha sido su amigo e inversionista, puesto que aquel negocio fue posible gracias al capital que él había invertido para levantarlo, pero que debido a su amistad, él nunca quiso aceptar la parte que le correspondía como socio y por un lado eso me hace creer que Julius es en cierto modo un tonto, pero al mismo tiempo una gran persona. Julius es como yo, no nos importa el dinero, quizás por las familias en las que crecimos, pero incluso cuando tienes el suficiente dinero como para invertir y no esperar una ganancia te puede traer graves consecuencias, como por ejemplo ser utilizado y
Al siguiente día, al bajar a desayunar descubro que mi padre se fue muy temprano hacia la región de trieste, cerca de venecia, donde si no mal recuerdo dispone de un puerto marítimo donde exporta e importa su materia prima. Esa noticia unicamente confirma lo que ya pense antes, algo bastante grave esta pasando. Esta mañana no tengo animo para arreglarme, pero tampoco quiero irme en pijama a ver a Julius y aunque mi mejor opcion seria cancelar todo, supongo que Julius insistira de nuevo, asi que al final decido ponerme un vestido corto de color blanco, junto con una chaqueta azul y una bolsa del mismo color. Esta vez me dejo el cabello suelto y aunque no quiero maquillarme, mi ansiedad es mas fuerte que yo, así que termino maquillándome bastante bien. Por si acaso, le envió un mensaje a Vittoria de que no estaré disponible en caso de que tenga algún plan, pero extrañamente ella tampoco me responde enseguida como normalmente lo haria, parece que todo el mundo tiene cosas que hacer, i
Poco después, un acomodador se aproxima a nosotros para guiarnos hacia nuestros asientos, los cuales Julius decidió que debían ser a mitad de la sala, donde pudiéramos disfrutar de una buena vista, pero sin tener alzar nuestra vista para conseguirlo. —No sabia que había otro lugar donde se pudiera disfrutar de buenas obras de teatro, ademas de la arena de Verona—menciona en voz baja antes de que comience la función. —Ni yo—admito, entonces él me mira extrañado y yo únicamente sonrió en respuesta, gesto que Julius imita. Pocos segundos después, el telón de terciopelo del escenario se abre al comenzar el primer acto y conforme avanza la obra, Julius se muestra en cierta forma, cautivado por el romance entre Romeo y Julieta, pero todo cambia cuando ambas familias se enteran de su amor e incluso cuando Romeo toma el veneno para morir junto con su amada, Julius me toma de la mano sin querer, pero al estar tan concentrado en la trama de la historia ni siquiera se percata de ello o al m
Antes de que Julius diga algo, un quinteto de acordeones le interrumpe. Me vuelvo hacia el origen de la música tan tradicional de Italia, olvide que estos restaurantes los visitan comúnmente los turistas, así que es usual que algunos músicos sean contratados por el mismo restaurante para animar el ambiente. En cierto modo agradezco el poder tener un momento de silencio, pero incluso con la música no es suficiente, puesto que su mirada se posa en mí. —Hace mucho tiempo que no escuchaba esa canción—expresa, quizás con la intención de cambiar de tema, después de tan incómodo silencio. —Es extraño que los turistas la escuchen más que los mismos italianos. ¿No crees?—menciono, siguiéndole la corriente para no volver a mencionar el tema, entonces Julius sonríe mostrando esa sonrisa que lo caracteriza. Es esa parte de él la que comienza a gustarme, la que no espera nada de mí, sino todo lo contrario. Me pregunto si de no estar en estas circunstancia, si nuestras familias no se odiaran