Vittoria me deja en casa y yo subo a mi habitación para intentar descansar y comprender que es lo que esta pasando en la ciudad. Me parece que Alessandro se preocupo por verme sola en la plaza. No me atreví a pedirle una explicación a Vittoria porque no creo que sepa explicarme de forma seria como la situación lo amerita, esta más emocionada porque yo conozca a ese tal Julius.
Esa noche ceno unicamente con Nonna, me prepara su famoso Carpaccio y despues de varios platos de comida quedo bastante satisfecha. —¿Mi padre aun no ha regresado?—cuestiono observando lo vacia y silenciosa que se ve la casa. —Me parece que hubo problemas con el almacenaje de una de las bodegas—menciona con voz ronca y al saber eso me dan ganas de preguntar si con producto se refiere a droga o armas, hace mucho que no sé a que se dedica mi padre, lo unico que sé es que gana bastante dinero como para sobornar a la policia y al gobierno, cosa que tambien se disputa la familia Carusso. —Supongo que no vendra a cenar—deduzco y suelto un suspiro. Me levanto de mi sitio y la Nonna me mira con afliccion—me ire a la cama ahora mismo, estoy bastante cansada. —Buona notte, bambina mia—se despide de mi. Me acerco a ella y le proporciono un beso en la frente, entonces recuerdo el incidente con su nieto, no sé si debo decirle lo que sucedio, aunque no quiero que se preocupe a su edad. La Nonna levanta mi plato y lo devuelve a la cocina, mientras que yo intento volver a mi habitación, pero al llegar al vestíbulo dislumbro a Alessandro. —¿Qué haces aquí?—cuestiono algo sorprendida, son más de las once de la noche, él debería estar descansado. —Creo que hace rato fui bastante descortés contigo, me fui muy rapido sin siquiera preguntar cuando llegaste—explica apenado. —Me parece que exageras—menciono y me aproximo a él para envolver mi brazo con el suyo, entonces lo dirijo hacia la sala de estar, la cual esta en la siguiente estancia. El camina sin poner resistencia, entoces ambos tomamos asiento. Esta vez lleva puesto un pantalon y una camisa negra, ademas de un abrigo gris, solo le falta el cuello clerical y aunque no debo admitir esto, él se ve bastante atractivo. —¿Cuando llegaste?—comienza mientras esboza una sonrisa, parece feliz de verme. —Esta mañana—admito. —¿Ya terminaste la universidad?—me pregunta, pero sus palabras me entristecen un poco, hace mucho que no nos frecuentamos, supongo que es normal que no sepa absolutamente nada de mi. —Ahora soy licenciada en comercio—digo orgullosa de mi misma, fueron cuatro años difíciles. —Muchas felicidades—expresa tocando mi mano—el tiempo pasa demasiado rapido. ¿No crees? —Si y por lo que parece cambiaste la ingenieria agroindustrial por...—no se como decirlo sin que suene mal—el sacerdocio. Él se encoje de hombros. —No es algo que se escoja, sino algo que te llama—explica con cierta emocion, entonces aleja su mano de mi. —¿Quién diría que el hombre más mujeriego que conocí se volvería sacerdote?—menciono con cierta burla, realmente es algo que jamas me hubiese esperado. —La vida da muchas vueltas—justifica—¿Porqué volviste, Romy? La expresión de su rostro se vuelve seria y con el silencio de la habitación, me siento un tanto incomoda. —Por mi padre y por Vittoria, sabes que soy una chica bastante sentimental y la verdad los extrañaba bastante. —Sé como eres, no tienes que explicármelo— acomoda sus codos justo encima de sus rodillas y se encorva un poco para entrelazar sus manos, aquella posicion me inquieta— pero me parece que no debiste hacerlo. —¿Porque no?—insisto en saber y me alegra que sea él quien menciona el tema— ¿Sucede algo malo en Verona? —Me parece que ya sabes la respuesta a tu pregunta después de lo que viste en la plaza. —Seguro solo fue un mal entendido, tanto tu como yo sabemos que los Montecci y los Carusso no debemos causar conflictos en la zona turistica de Verona, hay limites establecidos. —Romy, aunque el acuerdo no este roto, han pasado cosas que han puesto en riesgo ese acuerdo, ya casi nadie los respeta, los únicos que se han mantenido al margen han sido las familias, pero quienes les sirven han causado problemas por toda la ciudad—explica—solo es cuestion de tiempo para que eso cambie y se inicie una guerra territorial. —¿Cómo lo sabes?¿Qué ha pasado para que deduzcas algo tan grave como eso? Alessandro se queda en silencio y medita su respuesta. —Han encontrado gente muerta, tanto de los Carusso como de los Montteci—declara en seco, con cierta rudeza y crueldad que me conmociona. Trago saliva, no sé que decir, pero en ese instante recuerdo lo que menciono Vittoria sobre un acuerdo. Si ya han ocurrido muertes entre las familias más poderosa y las más peligrosas de Verona, entiendo el porque Julius intenta comunicarse conmigo. —Y-yo...—tartamudeo— no lo sabía. —Vine aqui para pedirte que regreses a Roma—sugiere mostrandose serio ante la situacion y aunque comprendo que esta bastante preocupado, tanto que vino casi a media noche para advertirme, ahora que lo sé no puedo irme y dejar a mi padre solo en esta situación, yo tambien deberia hacer algo. —Entiendo tu preocupación—digo un tanto consternada— pero me parece que olvidas quien es mi familia, creo que sé cuidarme sola. —Pero, Romy... —Discúlpame, pero si algo le ocurriera a mi familia no me perdonaria no estar aqui cuando me necesiten—manifiesto convencida de mi decisión, simplemente no puedo quedarme con los brazos cruzados. —¿Mia bambina?—escucho la voz de la nonna detras de mi, al volver la mirada descubro que ya esta abrigada y lleva su bolsa para volver a casa, la cual no esta muy lejos—¿Tienes visitas a esta hora de la noche? Instintivamente me levanto de mi asiento, Alessandro me imita y nos miramos como si fueramos dos adolescentes que han sido descubiertos. —Alessandro ya se iba Nonna—le informo para su tranquilidad—solo vino a saludar. —Si—me sigue la corriente—me entere que volvió y quise venir a saludarla, pero ya que el seminario consume las horas de mi día no pude desocuparme hasta esta hora. —Faltaba más, si desean les puedo traer un cafe—dice dandose media vuelta para volver a la cocina. —No es necesario—dice Alessandro alejándose de mi, camina hasta donde se encuentra la Nonna y la persuade de no volver—ya me voy, si quiere puedo pasarla a dejar a su casa si le parece bien. La nonna lo mira un tanto sorprendida, pero al final asiente. —Nos vemos, Romy—dice mi amigo mientras envuelve el brazo de la nonna junto con el suyo para ayudarla a bajar las escaleras de la entrada. Los acompaño hasta la puerta y desde ahi los observo hasta que desaparecen. Esa noche no puedo dormir pensando en las palabras de Alessandro, incluso me animo a buscar en mi teléfono las ultimas noticias de Verona. Me alarmo al descubrir que han sucedido todo tipo de cosas, saqueos, robos, violación y asesinatos. Todo parece indicar que el acuerdo de alguna forma se ha roto. Cuando el sol comienza a iluminar la habitacion, me levanto y observo a mi alrededor, los tres ventanales que llevan hacia un balcon, la vista es encantadora, me trae hermosos recuerdos de mi niñes. Mi dormitorio es exquisito y elegante, decorado con un hermoso tapiz de un jardin de rosas que me hacen sentir en un cuento de hadas. Me levanto de la cama, la cual esta pegada contra la pared, me abro paso atraves del dosel de una tela fina y transparente. Tomo un sueter de color azul, el cual es parte de mi pijama y me pongo un par de pantunflas. Abro una de las puertas del balcón y al hacerlo una maravillosa brisa fresca con aroma a rosas embriaga el ambiente. Desde este lugar se puede ver el hermoso jardín de rosas que caracteriza a los Montecci. Ese jardín ha sido parte de mi familia desde hace varias generaciones, desde que la familia regreso a Verona, aunque los niños no suelen jugar ahi, no fue hasta que fui una adolescente que finalmente me permitieron pasear por los alrededores. Es un sitio especial para mi familia. Una vez satisfecha con el baño de sol, vuelvo al interior, la pantalla de mi telefono esta encendida por lo que me acerco y observo que tengo un mensaje de Vittoria: «Encargue algunos accesorios en la joyeria "La roma" ¿Podrías ir por ellos?» Encorvo el ceño al darme cuenta de que Vittoria no parece entender la gravedad de lo que ocurre en Verona. Ella vive su vida alejada de los problemas de la familia y aunque la envidio por hacerlo, es decir, por no odiar al enemigo de nuestra familia, de igual forma no debe ser descuidada. «No deberíamos ir a la ciudad» le respondo, pero ella escribe enseguida. «Los necesitamos para los disfraces» insiste y envía otro mensaje «Iría yo, pero ahora mismo estoy en el trabajo, no salgo hasta las ocho de la noche, pero si quieres que vaya sola al centro, lo haré» Cierro el puño al darme cuenta de que esta manipulando la conversación para hacerme salir y evitar que ella vaya en una hora inadecuada y aunque me desagrada la idea, Vittoria insistirá en ello. «Dame la dirección» escribo y bloqueo la pantalla de mi teléfono. Luego me dirijo hacia mi equipaje el cual no he podido desempacar y de su interior saco un vestido azul que me llega a las rodillas, es de manga corta y abultada, por ultimo saco el par de zapatos de tacón alto que combinan bien con esta ropa. Sonrío y después de una hora vistiéndome y arreglándome el cabello, finalmente bajo al primer piso, parece haber bastante movimiento. Veo gente llevar cajas y mesas hacia el jardin, parece ser que habrá una reunion en la casa. Intento ignorar a las personas y me aproximó hacia el comedor, por suerte, encuentro a mi padre desayunando. El aroma que emana su cafe es bastante agradable lo que provoca que se me entoje, asi que una vez que me aproximo a él y le proporciono un beso en la mejilla, me siento a su lado para servirme una buena taza. —Buongiorno— saluda mi padre con una sonrisa, al dirigirle la mirada descubro que trata de ocultar en una alegre expresión su cansancio, pero parece que ha olvidado que hay bolsas debajo de sus ojos que lo delatan— ¿Qué tal tu primera noche? —Bastante tranquila—miento. En ese momento la nonna aparece por la puerta que conduce a la cocina y trae consigo una bandeja de panecillos. —Buongiorno, bambina mia—me saluda mientras coloca los panecillos frente a mi padre—¿Qué te sirvo de desayunar? —La verdad es que no tengo hambre—declaro— voy a salir, debo ir por algo que me encargo Vittoria. De pronto la nonna le dirige una mirada a mi padre, ambos parecen compartir cierta complicidad, ella frunce el ceño como si algo le preocupara. —¿Sola?—pregunta lo nonna. —Si—digo al momento de tomar un panecillo, lo coloco sobre el plato que esta frente a mi y comienzo a comerlo mientras ambos me miran. —¿Adonde iras?—pregunta mi padre y estira la mano para tomar un sorbo de su taza de café. —A una joyeria, parece que Vittoria no puede ir por el trabajo, así que quedo en enviarme la dirección. —¿No prefieres que alguien del servicio lo haga por ti?—propone al dejar su taza de café—puedes quedarte a descansar el resto del día. —No, prefiero hacerlo yo misma—afirmo. Ahora que Alessandro me ha contado todo lo que ha pasado últimamente en Verona quiero averiguar por mis propios ojos lo que pasa en la ciudad y por las expresiones de la nonna y de mi padre, deduzco que algo grave esta ocurriendo, pero no comprendo el porque se esfuerzan en ocultármelo.—Claro—dice mi padre, pero noto en su tono de voz un poco de nerviosismo—solo no te demores ni te quedes por ahi paseando en las calles, he escuchado que ha aumentado los incidentes con carteristas. —Asi lo hare, papá —digo para no preocuparlo. Me termino el pan y el cafe que me servi para finalmente me levantarme de mi sitio. —¿Ya te vas?—pregunta la nonna, por como me mira supongo que le preocupa que ande sola por las calles. No me expondria a salir si ellos fueran sinceros conmigo, pero ya que gustan de guardar secretos en esta casa, prefiero ir a averiguar por mi misma que sucede. —Si, no tardare solo ire por el encargo de Vittoria y vuelvo, tengo que prepararme para salir en la noche—admito, aunque un segundo más tarde me arrepiento de revelarselo ahora mismo. —¡Santa Madonna!—pronuncia la nonna angustiada, ahora ya sin poder ocultar su sentir. Encorvo el ceño y trato fingir una expresión desconcertada. —¿Hay algun problema en que salga de noche?—trago saliva, nunca antes mi
—Gracias—dice el joven con animo— son preciosas y fragantes. De hecho tenía planeado comprar un ramo para una chica. Al escuchar sus palabras, la florista se mueve rápido para entregarle uno de sus arreglos florales lleno de rosas igual de hermosas. —¡Oh!—dice el joven cuando la florista le ofrece el arreglo. Lo veo buscar en su bolsillo y de ahí saca una cartera negra y de cuero, le extiende un billete doblado y le paga— el resto por favor úselo para reponer lo que he usado de su botiquín. —No por favor—dice la florista—esto es un regalo de mi parte. La señora es mi cliente habitual, no podría cobrarte por las flores después de que la ayudo. El joven muestra una sonrisa incomoda, supongo que no le gusta deberle a nadie, aunque él no solo trato la herida de la anciana, sino que también me salvo. —Se lo agradezco—dice algo extrañado, pero al mismo tiempo feliz. Poco después la anciana con su ramo de flores algo maltratado se va y se aleja de nosotros hasta que da la vuelta en l
Vittoria se estaciona en un espacio reducido, por lo que vemos hay bastantes autos estacionados, así que dudo que la fiesta sea pequeña. —¿Lista?—me dice Vittoria emocionada, por su sonrisa y emoción supongo que ya esta familiarizada con este lugar, aunque dudo mucho que haya dado su nombre real, porque de otra forma no podríamos estar aquí. Asiento y trago saliva. Ambas salimos del coche y una vez que coloca la alarma, ambas caminamos siguiendo un pequeño grupo de seis personas que también llevan puesto diferentes tipos de disfraces, es al llegar a la entrada de un gran enrejado que nos detenemos en una fila en donde parece ser que piden una invitación. Presiono el brazo de Vittoria cuando me percato de ello, pero ella solo sonríe tal vez entretenida por mi angustia, es entonces que la veo sacar un papel doblado de uno de los bolsillos de su vestido cuando el guardia se lo solicita. El guardia marca la invitación y finalmente nos permiten la entrada, es entonces que vuelvo a r
Me alejo de la pista de baile y repentinamente el sigue mis pasos hasta que nos detenemos cerca de uno de los ventanales donde, en cierto modo, tenemos un poco de privacidad. —¿Querrías acompañarme al jardin?—propone. Instintivamente busco con la mirada a Vittoria, no la veo por ningun lado, pero ya que ella fue quien me trajo aqui para hablar con Julius, supongo que nada malo podria pasar si voy con él ahora. ¿No? Asiento e inesperadamente él sonríe y toma mi mano para guiarme. Inclino la cabeza avergonzada, esperando que el rubor de mis mejillas desaparezca en algún momento. Julius me guía por un pasillo bastante largo hasta que finalemnte encontramos una puerta lateral que lleva hacia un hermoso jardín con una fuente muy similar a la de mi casa, aqui no hay nadie ni tampoco se escucha música o voces de ningún tipo. De pronto me encuentro en un jardín lleno de flores. A lo lejos un cenador de marmol que esta rodeado por un pequeño lago artificial por el que se ingresa por dos
—Ya estoy lista—dice Vittoria echándose sobre mi cama, tiene puesto una pijama rosa, la que antes usaba al venir a dormir conmigo. Al verla con eso puesto, no puedo evitar recordar los buenos tiempos, tiempos en que Vittoria no era tan arriesgada como para salir de su zona de confort, pero ahora, después de esta noche he de admitir que tal vez ya no la conozco tan bien como pensé. —Aun te queda—menciono y ella inclina la mirada para ver a que me refiero. Esboza una sonrisa amarga y luego arroga los labios para hacer un puchero —Deje de crecer a los diecisiete años. Suelto una carcajada, yo no soy mas alta que ella, pero su queja me hace reír. Los italianos son bastante altos y no suelen tomar enserio a chicas tan bajas como nosotras o al menos eso ha pasado con chicos que conocemos, por ello Vittoria es tan coqueta y atrevida, porque de no serlo, jamas saldría con nadie. —Por lo que sé, los hombres también, solo que depende de su genetica—le expreso mientras termino de aboton
Me santiguo cuando termina la celebración eucarística, solo entonces puedo suspirar deseando que por favor el día termine de una buena vez. La gente comienza a salir de la iglesia mientras tanto mi padre y la tía Marcella se aproximan al sacerdote, quizás para invitarlo a la fiesta de bienvenida que no sabia que tendría el día de hoy, porque de haberlo sabido habría escapado de aquí. Comienzo a caminar por uno de los pasillos laterales contemplando el sitio, hace años que no vengo al Santuario de la Madonna di Lourdes. Observo los vitrales que pretenden contar sin palabras el paso del señor en la tierra. El ambiente en este sitio ya sea lleno o vació es extraño, muy quieto y tranquilo e incluso me atrevería a decir relajante. El aroma que predomina en este lugar es el olor a gardenias y jazmines, ademas del incienso. —¿Donde diablos estará Alessandro?—le escucho decir a Vittoria y debido al silencio que hay en el lugar, su maldición es bastante audible. —¡Callate!—murmuro hac
—¿Has bebido, Romy?—pregunta Alessandro aproximándose un poco hacia mi. —Un poco—admito y sonrío, pero enseguida percibo un extraño aroma, parece madera o mejor dicho un perfume varonil. El aroma me inunda por completo y sonrió. —No sabia que podías usar algo tan vano como un perfume—me atrevo a decir y aunque me parece que se ruboriza, la tenue luz de la luna no me permite averiguarlo. —Me parece que la gente tiene una idea errónea de las personas que tomamos los hábitos—declara— también tengo una vida, ademas de mi vocación. —¿Porque elegiste ser sacerdote?— me atrevo a preguntar, quizás es el alcohol en mi sangre o tal vez el hecho de que me siento un poco mareada. Él suspira e inclina la cabeza. —Ya te lo dije, sentí un llamado interior—expresa, más me parece que lo dice con cierta aflicción en su tono de voz. —¿Y que hay de todas las mujeres que tenias detrás de ti? ¿Las olvidaste tan fácilmente? Alessandro me mira de reojo, me dedica una sonrisa forzada y luego co
—Gracias por venir al baile—dice después de unos segundos de silencio— la verdad dudaba que aceptaras la invitación, aunque Vittoria insistió en que te haría venir. Suspiro y desvió la mirada hacia la fuente y a pesar de que nada la ilumina, es suficiente la luz de la luna para ver su reflejo en el agua. —De no haberme molestado toda la tarde con eso, seguro no habría asistido, pero la verdad tenía curiosidad—expreso, en ese momento, los ojos de Julius parecen iluminarse y esboza una sonrisa. —Si la conozco, aunque no tan bien como tu. Ambos reímos por lo bajo, quizás por la quietud y calma que hay a nuestro alrededor, cosa que en cierto modo me incomoda, ninguno de los dos debería estar en este sitio. —¿De nuevo solo me hiciste venir para conversar?—expreso un poco intranquila y si bien Julius parece estar solo y no parece tener malas intenciones, no creo que deba pasar mucho tiempo con él. —Si no mal recuerdo dije que quería dar un paseo nocturno—extiende la mano hacia un