Cuando llego a la primera planta, camino con sigilo hacia el jardín, aunque en ese lugar me encuentro con los primeros guardias que han tomado su puesto, así que me obligo a regresar y esconderme en un par de arbustos de hierbas de olor que la nonna suele usar para cocinar. Cuando pasan sin notar mi delgada presencia. Me levanto de mi lugar para poder cruzar el jardín de rosas y poder tomar el camino hacia la puerta trasera. Aquí claramente no tengo el menor problema, a pesar de que se supone que se ha intensificado la seguridad, pero se supone que con un muro tan alto y un equipo vigilando las veinticuatro horas del día, no habrá mayor problema si llegaran a entrar, pero si Julius pudo hacerlo, creo que lo mínimo que puedo hacer es salir de aquí.No muy lejos de la puerta, recuerdo que para salir o entrar, alguien debe abrirme la puerta desde la sala de seguridad y aunque llegara y ordenara que la abrieran para mí, es más que seguro que mi padre ya ha dado órdenes de que ni siquiera
Sin previo aviso, Julius toma mi rostro entre sus manos con cierta ternura, me mira con firmeza y niega.—¡Jamás!—me asegura sin apartar la mirada de mí. El calor de sus labios roza los míos, es como un aroma embriagante que me invita a probarlo, pero un leve sonido me obliga regresar a la realidad. Parece el sonido de una puerta al ser cerrada.Me aparto ligeramente de Julius y trato de observar mi entorno, no hay nadie, al menos no aquí, sino que más bien parece provenir de un pasillo, que no dudo lleve a alguna otra parte de la iglesia, quizás las oficinas.—¿Que fue eso?—me atrevo a preguntarle a Julius, a diferencia de mí, él no parece estar nervioso. ¿Acaso vino con alguien más?—Es el sacerdote—asegura, pero no me parece normal, él no suele estar aquí tan tarde, de hecho nadie.—¿Por qué esta aquí?—insisto. Lo único que puedo pensar, es que tal vez pidió que abriera la iglesia para nosotros, para que pudiéramos hablar sin que nadie nos interrumpiera y claro, sin ponernos en pel
Cuando Julius se aleja de mí, me parece que he probado una extraña droga que me causa cierta felicidad y al mismo tiempo demasiado miedo. Aún siento una inusual suavidad en mis labios, es una curiosa sensación que me gustaría volver a sentir, pero antes siquiera de poder moverme, el padre interrumpe mis pensamientos.—Deben irse de aquí—nos sugiere con cierta voz grave, sabe lo que ha hecho. Sabe que por lo que acabamos de hacer los tres podríamos morir.—Por supuesto— responde Julius sin apartar la mano de la mia—le agradezco mucho lo que hizo por nosotros.Julius comienza a avanzar hacia la salida, al igual que el sacerdote, él también esta bastante nervioso, a pesar de que minutos atrás, más bien inspiraba confianza. Luego de abrir la puerta de madera del recinto, primero se asegura de que el atrio sea seguro y gracias al cielo todo para en calma. Incluso logro escuchar el canto de alguna aves nocturnas que supongo rondan la zona por comida.—Sígueme—expresa indicándome silencio co
Mientras camino por las calles vacias de Verona, percibo algo que ata mi dedo, asi que lo levanto y al observarlo con detenimiento, veo el anillo, aquel simbolo que Julius me dio como muestra de nuestro enlace matrimonial.Mis mejillas se ruborizan y por alguna extraña razon, siento verguenza por la situacion y me pregunto si realmente abre tomado la desicion correcta. Todo parece un sueño, no solo por la muerte de Vittoria, sino tambien por haberme casado con Julius de forma tan apresurada, sin pensar mas en las consecuencias que esto tendra si alguien se entera. ¿De verdad el cumplira su promesa?Cuando finalmente cruzo al territorio de los Montteci me siento un poco mas segura, pero en cierto momento estando tan concentrada en mis pensamientos auto inflingidos, escucho el motor de un auto aproximarse. Sabiendo que los empleados de mi padre podian estar vigilando la zona por precaucion, por instinto me detengo e incluso me giro para saber quienes son, aunque por supuesto tengo que t
La tía Marcella camina hasta el exterior de la casa, donde se encuentra estacionado su auto. La sigo sin protestar ni hacer ningún reproche. ¿Cómo podría? Al llegar, intercambia algunas palabras con su chofer que no logro escuchar cuando me aproximo a ellos, pero él asiente con la cabeza y le entrega las llaves para después alejarse. —Entra—me ordena mientras entra al asiento del piloto, por supuesto miro a mi alrededor y sobre todo a la casa, esperando que lo que mi tía está haciendo no moleste aún más a mi padre, ya que, se supone que debería estar en mi habitación, no saliendo una vez más al exterior. Me muevo rápidamente al otro lado del auto, entro por la puerta del copiloto y una vez que me coloco el cinturón de seguridad, ella comienza a conducir, al principio en una velocidad media mientras cruzamos la reja principal y donde la seguridad de mi casa ha aumentado considerablemente. Una vez que nos dejan pasar, ella aumenta la velocidad y durante el trayecto a donde sea que des
—Ojalá hubiese traído a Vittoria a este sitio antes—se lamenta y su voz hace eco en el recinto causando qué rememore a mi querida prima.—¿Por qué lo dices?—digo sin apartar la mirada de aquel nombre qué he escuchado muchas veces en obras de teatro o en vendedores qué quieren venderles souvenirs a los turistas, pero saber que ese joven realmente existió y que aún peor, formó parte de mi familia suena irreal, casi como un cuento de hadas.—Por qué al igual que Romeo, yo también tuve un amor qué termino en tragedia—advierte y solo entonces vuelvo la mirada hacia ella, solo que ahora está a un lado mío.—¿Un amor?—digo con cierta tristeza mientras recuerdo a Julius y por supuesto, la tragedia de Romeo y Julieta. Se dice que esa historia a pesar de su final es la más romántica de todas, pero yo no logro concebir en mi cabeza como es que esa pareja permitió qué su amor terminará así y tampoco puedo imaginarme qué mi historia con Julius termine de la misma forma.—De joven conocí a un hombr
Tomo la fotografía de Vittoria entre mis manos para llevarme algo de ella conmigo. Son las seis de la mañana, los rayos del sol, recién comienzan a acariciar la bella ciudad de Verona, pero al volver la mirada hacia mi habitación, observo un sitio vacío donde la mayoría de mis cosas han sido empacadas y bajadas a un camión de mudanzas para llevarme lejos de mi ciudad natal, lejos de lo que conozco y por supuesto, lejos de mi esposo.—Signorina, Romy—escucho la voz de mi nana que me llama, pero en su voz descubro cierto cansancio, más no como el de alguien que reciente el levantarse tan temprano, sino el de alguien que sufre tristeza y melancolía, tal vez por verme partir de esta manera, para protegerme, según las palabras de mi padre y de la tía Marcella. Aún tengo presente su amenaza, la misma que no me ha permitido tomar mi teléfono para escribirle a Julius lo que está pasando, pienso que si lo hago, él vendrá aquí sin importarle su propia seguridad, poniendo su vida en riesgo solo
Cuando la camioneta se detiene, me animo a ver a través de la ventanilla y lo que observó, me deja un tanto desconcertada. Se trata de una villa campestre, no tan grande ni ostentosa como lo es la casa principal, pero aun así, al ver el escudo de mi familia sobre la reja, sé que este lugar será igual que una jaula de oro.No me molesto en bajar mi propio equipaje, porque sé que hay gente que lo hace por mi. Así que solo me dedico a observar mi entorno mientras el equipo de seguridad se encarga de llevar mis cosas adentro. Camino sin un rumbo fijo sintiéndome atrapada y sin saber que hacer para impedir qué mi familia cometa alguna tontería en contra de Julius.Observó las rosas rojas qué también cubren la mayor parte del jardín delantero del lugar, trato qué mis pensamientos se pierdan entre sus pétalos para tratar de ignorar todas mis angustias, pero mientras lo hago, escucho un par de pasos qué sé aproximan hacia mi. —Mientras estes aquí no puedes dejarte ver, así que lo mejor es qu