La vida es muy difícil y hay que llevarle la contraria, pero lo más doloroso es vivir sin el cariño de tus padres. En el transcurso de mi infancia he tenido que ver a los padres, amar a sus hijos y no dejan que nadie los lastime, pero desde el momento en que llegue a este mundo, mi madre se ha hecho cargo de mí y trata de que no sienta la ausencia de mi padre.
Es muy triste crecer sin él y más cuando mis hermanos nunca me aceptaron y siempre dijeron que no era parte de su familia. Ahora entiendo por qué lo decían. Un día buscando en el despacho de mi madre encontré un acta de nacimiento y con ella unos papeles de adopción donde decía que mi madre no era mi verdadera madre, ¡era hija de mi tía!
Todo mi mundo se vino abajo, quise reclamarle, pero no pude, ya que ella me había dado todo el amor que mis padres no pudieron darme.
Mi nombre es Laura Montenegro, actualmente tengo veintiún años y a mi corta edad he encontrado algo que pudiera decirse “verdadera amistad", luego que a los dieciséis me fuera de mi casa. En ese entonces estuve vagando por las calles sin rumbo a donde ir, no conocía a nadie que me ayudara. Solo llevaba en mi cartera un billete de 10 dólares; a esa edad no me querían rentar una casa. Así que hice una parada en la cafetería para descansar por qué tenía rato estar caminando y fue allí donde conocí a Mónica, ella solo tenía seis meses de embarazo y estaba en problema porque no le alcanzaba para pagar y yo le ayudé.
Fue en ese momento que comprendí lo importante que es tener a alguien a tu lado para salvarte de los problemas. Le conté de mi caso y no se negó en darme alojamiento en su casa, ella vivía sola. Llego solo a comentarme que sus padres la botaron por quedar embarazada y no querer abortar; y para su mala fortuna el padre del bebé la terminó abandonando.
Después de un tiempo, era de noche y estábamos caminando Mónica y yo cuando pasamos por un callejón y vimos a un hombre golpear a una chica, así que, valientemente nosotras interferimos haciendo que el escapara dejando a la chica gravemente herida. Nosotras la llevamos al hospital y nos hicimos cargo de ella, hasta la apoyamos para que pusiera la denuncia, pero hasta el día de hoy no quiso hacerlo.
Esa chica que conocimos es Julia, ella tenía dieciocho años en ese tiempo era estudiante universitaria, que se metió con un hombre equivocado él tenía adicción a las drogas y por ella estar enamorada, acepto introducirla a la prostitución. Por más que quería dejar ese mundo no podía, ya que estaba obligada a ser todo lo que ese decía ciegamente.
El hecho de no saber quiénes son mis verdaderos padres no significa que me olvide de todo lo que sucedió, ni menos de mi tía que me ha dado ese amor que necesite en un principio. Quiero ser feliz por primera vez y encontrar a un hombre que me valore y me ame como soy, que acepte que odio las mentiras y no tolero que jueguen con mis sentimientos.
Seguimos viviendo en ese apartamento que tenía Mónica en un principio, no quise seguir siendo una carga para mi tía, aunque hay veces que la visito y me quedo a dormir dos o tres noches allí. Estoy muy feliz de ser una persona independiente y aunque me han ocultado la verdad no les guardo rencor todo lo contrario, la quiero aún más por no haberme abandonado.
Mi problema ahora es conseguir un trabajo ya que es muy difícil si no tengo experiencia laboral, pero no me voy a rendir, encontraré alguno estoy segura de ello.
—Laura, no te desanimes, ya verás que muy pronto encontrarás un trabajo —lleva Mónica una de su mano a mi espalda para darme ánimos.
—Lo sé, Mónica, estar sin dinero y no aportar nada para la casa me tiene mal —le respondo mientras me siento en el sofá.
Veo salir de la cocina a Julia comiendo unas palomitas, camina hasta donde estoy y se para frente a mí —Por eso no te preocupes —menciona mientras va tragando lo que está comiendo—. En el transcurso del día vi en el periódico un anuncio donde necesitan a una asistente ¿Y qué crees? —siento una gran energía positiva y me imagino que puede ser—. Llamé, así que mañana a las 7 a.m. tienes una entrevista.
—¡De verdad! —Me levanto de un salto por la noticia que me acaba de dar mi amiga Julia.
Estoy sudando de la emoción y por los gritos, Gabriela baja corriendo por las escaleras y me da un beso en las mejillas. Gabriela es la hija de Mónica, tiene cinco años. Es muy tierna e inteligente, puedo asegurar que es la luz que ilumina mis días.
—Tía Laura. No estés triste —me mira con esos ojitos tiernos—. Abrazo de oso —todas nos abrazamos, es como algo entre nosotras que nos encanta hacer cuando hay felicidad o tristeza.
Este abrazo no es como cualquiera porque me da fuerza para continuar, doy gracias por pertenecer a su familia y que no me hayan rechazado como las demás personas. Entre lágrimas, Mónica y Julia van en busca de sus bolsos.
—Laura —me miran mis amigas—. ¿Puedes cuidar a Gabriela mientras Julia y yo hacemos la compra? —me preguntan mientras se abrigan.
—Si, no se preocupen.
—¿Tía, podemos jugar a las muñecas? —pregunta brincando sobre el sofá.
—Claro princesa, todo lo que tú quieras—le hago cosquillas por todas partes.
Gabriela es una niña que a su corta edad sabe más que los adultos. Después de terminar el juego de las muñecas con Gabriela, noto que hace una linda tarde, así que invito al parque a mi pequeña princesa. Cuando estamos juntas nos encanta disfrutar de la naturaleza y jugar las escondidas. Tenemos muchas cosas en común, la quiero como una hija, ojalá un día encuentre al amor de mi vida y poder tener una niña tan tierna como ella.
Se hace de noche, así que decidimos volver a casa porque quiero dormir temprano. Del parque a la casa no hay mucho tramo, así que llegamos en pocos minutos. Estando en casa subo a mi habitación y al entrar el silencio abunda y el frío me acompaña.
Al acostarme en la cama el sueño se apodera de mí, duermo como un bebe. El sonido de la alarma me despierta, debo apurarme no quiero dar una mala impresión, porque para mí lo más importante es la puntualidad y ser responsable, eso es una buena carta de presentación. Corro a darme una ducha y logro hacerlo lo más rápido posible.
Tampoco suelo vestirme elegante, toda mi vida me ha gustado la ropa sencilla así que esta vez haré una excepción. Busco en el clóset, encuentro una camisa manga larga celeste y unos pantalones de tela color marrón y en lo que me lo voy poniendo observo en el espejo y me gusta mas mí cabello suelto que recogido.
Genial, estoy lista para asistir a la entrevista, sé que las empresas Quark Industries son prestigiosas por su comercio en el mercado.
Me miro por última vez en el espejo, creo que estoy lista, no necesito usar mucho maquillaje porque mi belleza es natural. Miro el reloj y me sorprendo al ver que faltan poco para las siete. Voy a llegar tarde si no salgo ahora mismo. Mis amigas habían pedido un taxi por mí, mientras me despido de ellas le doy la dirección al taxista y este en pocos minutos me deja frente a la empresa.
Al bajar del taxi admiró la arquitectura del edificio y más cuando me abro paso por la instalación, tiene color neutro por dentro, muy moderno, me gusta. Voy directo donde está la recepcionista.
—Buenos días. Me llamo Laura, vengo una entrevista— le dedico mi mejor sonrisa.
Me observa de arriba abajo, como para saber cuál es mi estatus social.
—Espere un momento, mientras la anuncio ante el jefe —toma el teléfono, marca un número y espera a que le respondan.
Le dan unas indicaciones y ella solo asiente como si el pudiese observarla. Al colgar, me explica que debo hacer.
—Disculpe, el señor en estos momentos no la puede atender, está en una junta. Si gusta lo puede esperar en su oficina —me dice mientras está escribiendo en el computador.
—Me puede indicar donde está la oficina de su jefe.
—Claro que si. El segundo piso, la segunda puerta a la derecha.
—Gracias —doy media vuelta y tomo el ascensor, sigo las instrucciones que me acaba de dar la señorita no paso ni cinco minutos y ya estoy en el segundo piso.
Salgo del ascensor y camino por los pasillos. Al no haber nadie allí, todo está en total silencio. Abro la puerta y para mi sorpresa veo un hombre de espalda teniendo sexo en su escritorio con una chica, aunque están tan concentrados que ni se dan de cuenta que estoy ahí. Con una mano me tapo la boca y cierro los ojos, jamás en mi vida había visto esto.
—Katherine eres mi juguete favorito, bebé grita mi nombre —le pide el joven, que no está para nada mal.
Creo que lo mejor es tocar la puerta para anunciar mi presencia.
—Disculpen por interrumpir, creo que es mejor que me retiré, ya vi suficiente.
El hombre me mira sobre sus hombros y maldice en voz baja, rápidamente se separa de la chica para subirse los pantalones. Sin dar la vuelta, le dice a la chica que se retire y se gira sobre sus talones para mirarme, mientras que ella se arregla el vestido color negro que lleva puesto.