Sara conversaba con su abuela sobre el estado de salud de su padre y convinieron que lo mejor era no darle preocupaciones, tenía demasiado estrés, aunque ella necesitaba hablar con Renzo. Necesitaba que él supiera que ella estaba bien, le dijo a su abuela que solo sería una llamada y por lo menos un mensaje de WhatsApp para tranquilizarlo, ya que había pasado un mes sin saber nada el uno del otro. Carol entró en la habitación de su hijo, buscando el celular de su nieta, trató de no hacer ruido para no molestar o tener que dar explicaciones, después de revisar exhaustivamente, lo encontró y salió. Sara de inmediato mandó un mensaje a su novio, explicándole la razón por la cual no se comunicaba y dónde se encontraba en ese momento; Renzo recibió el mensaje, arrugó el entrecejo y apretó los labios con enojo. Se preguntó si valdría la pena seguir con aquel romance que solo había traído contrariedad a su familia, con un hombre cegado por el odio, poniendo todo los obstáculos para que
Sara cerró la llamada y Renzo se quedó pensando, se dijo: « Bien merecido lo tienes por idiota, sabes que no es su culpa el que este atada con una fractura y la trataste como si ella no te importara».— ¿Está todo bien?— preguntó Julie— te quedaste como colgado en el espacio. — No estoy bien, acabo de arruinar mi vida al despreciar a Sara — dijo con rabia. — ¿Y piensas rendirte?— quiso saber Julie.— He Estado pensando en su padre y sus amenazas — dijo él— creo que lo nuestro no prosperará. — ¿Entonces no piensas luchar por ese amor que dices sentir por ella, solo porque Tomás les obstruye el camino?— dijo. Julie sorprendida— entonces no la amas lo suficiente querido hijastro, es mejor alejarte y no hacerle daño. Renzo se quedó pensando, no sólo en las palabras de Julie, si no en las de Sara; ¿no la amaba lo suficiente? ¿Su amor se había terminado? Se sintió confundido y triste, de todas maneras iría a verla esa noche, cuando llegó a casa una empleada lo hizo pasar a un pequeño
Sara llamó a su abuela para notificarle que Russell Tobler, uno de los abogados de las empresas le había propuesto ir a cenar esa noche, quería que le ayudara a escoger un vestido impactante. — ¿En serio? ¿Y Renzo?!— preguntó Carol— al parecer esperabas que reaparecerá y te visitaba en casa ¿No era eso lo que esperabas que sucediera.— ¡Sí abuela, pero como Renzo y yo ya no tenemos nada— dijo Sara mirando su mano inocente— no deseo hablar de ese tema que me lastima. — Si no deseas hablar, está bien, pero antes de enredarte en una nueva relación, piensa bien las cosas, porque deseo que disfrutes tu soltería un poco más —le advirtió su abuela. — ¡Abuela solo es una salida para cenar! — exclamó Sara indignada— no estoy buscando pareja, es sólo el abogado de las empresas celebrando mi llegada. — ¡Al que le gustas mucho!— dijo Carol— conozco esas invitaciones y sus motivos. —Entonces vamos a dejarlo así, porque tu picardía no me agrada—dijo Sara sonriendo a medias. — Si así lo des
Después de dormir algunas horas, ya sé sentía renovado para ir enfrentando la vida sin mucha presión, tener ahora la ayuda de su hija haría más llevadera la faena de las empresas.Al rato se estaba reuniendo con su familia en el comedor y después de disfrutar de un buen desayuno, Sara de vidrio poner al día a su padre con todos los pormenores de las estrategias de negocios que tenían entre manos. Russell Tobler, había sido invitado esa mañana para estar presente en la casa con Tomás después de la hora del desayuno, allí estaba llegando puntualmente. Carol también estaba presente, el doctor había sido muy enfático a la hora de que Tomás Williams salió del hospital, debía llevar las cosas con calma, sin presiones, porque si tenía una recaída, haría él camino de regresó un poco más complicado. Carol, parecía un guardián en espera al estar presente en aquella primera reunión después de dos meses de inactividad de Tomás en las empresas. — Señor Williams, como verá, su hija ha tomado la
Russell Tobler siguió optimista, porque al llegar a la oficina esperaba ver a Sara para proponer salidas e invitar a que se conocieran más y si todo resultaba como él aspiraba, le pediría que fuera su novia. Le gustaba bastante ésta chica, además que era un trampolín perfecto para lograr obtener un estatus en el mundo de los negocios, nada más y nada menos que la hija de un magnate implacable de los negocios, como Tomás Williams. Sara esa mañana le dijo a su padre que no iba hasta las empresas, quería ir hasta la Universidad, tenía varias semanas sin asistir y necesitaba retomar su carrera, ya que su papá estaba mucho mejor, ella quería aprovechar el tiempo para sus estudios. Así que Russell se quedó esperando por Sara y tampoco vio llegar al padre de ella, eso lo contrarió un poco, pero no le quitó el buen ánimo, estaba adherido a Tomás en sus planes de desestabilizar a la competencia y le agradaban sus ideas malévolas. Algo había sucedido que no habían llegado esa mañana a la
Tomás salió de las empresas Davies derrotado, había estado convencido de que su estrategia de negocios iba a funcionar para estos dos enamorados, porque aunque él amaba a Julie con locura, el amor era lo menos importante en ese momento. Solo había buscado la manera de tenerla cerca a pesar del resentimiento y casarse con ella, al igual que su hija Sara, al hablar con ella, se había dado cuenta que ella todavía estaba enamorada de Renzo Davies. Unir las empresas era la manera de conseguir su venganza y recuperar lo que su padre había perdido por culpa del esposo de Julie, escuchar el rechazo y además escuchar el desprecio con que le habló, le había roto el corazón. Llegó después de mediodía a la oficina, encerrándose sin ver a nadie, quince minutos después escuchó toques leves en su puerta, se levantó para ver a su hija allí con una tenue sonrisa. — ¿Cómo estás papá, almorzaste?— saludó Sara. — No he tenido tiempo— dijo él— además no tengo hambre. — Lo siento no acepto un no por
Julie y Renzo salieron de las empresas Williams resueltos a tener éxito en esta nueva estrategia, aunque no fue fácil para ella ver a Tomás y mostrarse lo más fría que pudo. — ¿Cómo te sientes mi querida Julie?— preguntó Renzo. — No es tan fácil, pero estoy haciendo mi esfuerzo— dijo ella. — Solo imagina que estás representando un papel y te será más fácil — dijo Renzo con voz llena de seguridad. — ¿Eso es lo que estás haciendo tú?— preguntó ella— no has dejado de amar a Sara, ¿verdad? — No, esa muchachita se metió en mi sangre, en mi mente y en todo mi cuerpo Julie, pero todos los días me repito que es sólo una representación y eso hace más fácil mi día— dijo Renzo— no tienes idea cuántas veces he querido ir hasta la universidad, verla y pedirle o mejor dicho rogarle que me de una nueva oportunidad.— Pienso que actuar de esa manera nos hace daño— dijo Julie— antes de Tomás, nunca había amado a alguien y no se fingir no amar, prefiero que se me salga el amor por los poros. —
—Disculpame, pero aunque me parece que te he visto antes— dijo Renzo contrariado— no te recuerdo. — Te perdono, tenía trece años cuando dejamos de vernos— dijo ella— soy Amanda Alred, ¿recuerdas? "Doble A" Me llamabas. Renzo abrió los ojos como platos por la sorpresa y dijo:— ¡Caramba, pero si que estas cambiada chica! Se levantó y la abrazó en un saludo emotivo, estuvieron abrazados, luego se volvió al grupo, pidió disculpas y les dijo:— Amanda es una amiga de la escuela, tenía muchos años sin verla, ha sido una muy grata sorpresa. — Si, para mi también,— dijo ella extendiendo un pedazo de cartón elegantemente escrito— me perdí de tantos momentos de tú vida, tenemos tanto tiempo sin compartir, allí está mi número de contacto, mil disculpas por la interrupción, nos vemos después querido. Salió dejando a todos con la mirada clavada en Renzo, quien muy tranquilamente dijo:— ¿Ordenamos la comida? Muero de hambre. Julie reprimió una sonrisa ante la actuación magistral de su hi