c4

Un viernes por la noche Rosmery salió con sus dos mejores amigas a beber unas copas y comenzaron a hablar de hombres, Raiza y Romina criticaban a Rosmery porque tenía varios años sola y aun no se atrevía a salir con alguien, especialmente Raiza le decía:

—Deberías buscarte un papi así bien delicioso que te deje sin fuerzas en la cama.

Rosmery bebió un trago de su copa y riendo le dijo:

—¿Dónde están esos papis? porque no he visto a ninguno.

Romina agregó:

—Tonta Antonio tu chofer, ¿de verdad no te has fijado en él? ese español está como un toro esperando tras las barreras, tiene unos pectorales que provocan y esa barba que se deja se debe sentir tan rico en el pecho.

Rosmery abrió grandes sus ojos y se rió:

—¿Te volviste loca, como voy a salir con el chofer, además es un hombre casado?

—¿Y qué? ¿Acaso lo quieres para casarte con él? es para pasar el rato querida, además que mejor qué tu chofer así nadie sospecharía nada.

—No ¿cómo crees? necesito compañía, pero no me he vuelto loca aun para meterme con un tipo casado.

Al otro día Antonio fue por Liam para llevarlo al colegio y Rosmery recordando lo que Raiza le había dicho se quedó observándolo y vio que ella tenía razón, el hombre en verdad era muy apuesto, pero solo de imaginarse haciendo algo con él le dio risa y entró a la casa recordando las cosas locas que hablaban sus amigas.

El señor Liam invitó a Lorenna a cenar a solas en una casa de campo que tenía en New York y le tenía preparada una sorpresa, esa noche le pidió matrimonio, ahora Lorenna tenía puesto en su dedo un fino anillo de compromiso unido al único hombre que había amado casi toda su vida y estaba feliz. Años antes él estuvo a punto de pedirle matrimonio, pero una aventura amorosa que tuvo con otra mujer alejó a Lorenna, pero ahora nada se interpondría entre ellos, ella en unos meses se convertiría en la nueva señora Eiznich.

Las hijas del Patriarca estaban muy complacidas de que su padre al fin se fuera a casar y adoraban a Lorenna y la ayudaban con los preparativos para la boda.

Un día el Patriarca buscó a Liam en su colegio y se lo llevó a pasear con Lorenna fuera de la ciudad y no le dio avisó a su madre, cuando regresaron a casa, Rosmery estaba furiosa porque se lo habían llevado sin su consentimiento, y ella se comportó descortés con su suegro y su prometida.

Lorenna de ahí en adelante le agarró mala voluntad a Rosmery, en ese momento delante de él no dijo nada, pero después la buscó en la habitación donde estaba y le dijo con mal tono:

—Quiero hablar contigo.

Con la forma como lo dijo, Rosmery de inmediato se puso a la defensiva y con mala cara respondió.

—¿Qué quiere hablar conmigo?

—Quiero pedirte o mejor dicho vengo a exigirte que te dirijas con respeto hacia Liam Avram.

Rosmery puso una sonrisa burlona y estiró el cuello con un áspid:

—¿Con qué derecho me viene usted a exigir?

Lorenna puso los ojos como una rana y respondió:

—¿Olvida que soy su prometida?

Rosmery la miró de arriba-abajo y agregó:

—Si usted quiere que haya respeto, empiece por enseñarlo a él a respetar los límites y que no siga disponiendo de mi hijo como si fuera de él.

Lorenna se quedó muda, pues ella tenía razón. Rosmery le pasó por un lado y se marchó. De ahí en adelante intentaba que su prometido pusiera cada cosa en su lugar, y para ella Rosmery y el niño debían ser puestos en su sitio.

—Él es tu nieto, no puedes obligar a sus padres a tenerlo a tu lado, ellos son los que deben decidir lo que harán con el chico.

—Nunca permitiré que lo alejen de mí, yo soy el que lo protejo, él debe estar conmigo.

—Estas equivocado, no puedes seguir así, tú yerna ya no te respeta, no entiendo cómo puedes tolerar eso de ella, debes ponerla en su lugar junto con su hijo.

—¿Qué quieres decir?

—Que ella y el pequeño deben estar en su casa, y tú debes apartarte de ellos.

—No lo haré, no me alejaré de Liam.

—No me parece sabio lo que haces, todo tiene un límite, y tú estás cruzando las barreras.

—No me voy a alejar de Liam, y te agradezco que respetes mi decisión.

Lorenna al ver que no pudo convencerlo, pensó en un plan para alejarlos, Roy y Claret que no mascaban a Rosmery la apoyaron y el plan consistía en fastidiar a la madre para que no frecuentara la mansión.

Un día Lorenna estaba bronceándose en la piscina cuando de pronto en niño llegó con su perro, ella de inmediato lo corrió:

—Lárgate mocoso.

Rosmery la oyó y se puso como una fiera.

—No le hables así a mi hijo, igualada.

—Ja ¿igualada yo? ubícate y ubica a tu insolente mocoso.

—Ubícate tu recién aparecida, ¿con qué derecho te atreves a meterte con mi hijo, o es que no sabes lo que él representa en esta familia?

—¿Piensas que por tu mocoso malcriado eres inmune? ya verás cómo los voy a sacar como a un par de moscas de está mansión cuando yo sea la señora, ya verás niñita insolente.

—Eso está por verse, a ver quién puede más, si una cincuentona amargada o mi hijo.

— A ese mocoso lo enviaré a estudiar a Europa, lejos de mi esposo.

—¿Esposo dices? como apresurado ¿no te parece? estas contando los pollos antes de nacer, y te falta mucha madera para ser una Eiznich, no olvides que yo ya lo soy, además soy la madre del heredero, así que ten cuidado, si intentas algo contra mi hijo esa será tu perdición.

Rosmery salió de la mansión con el niño muerta de la rabia y cuando ya estaba por subir a su auto lloró de la impotencia que llevaba, el chofer que le había abierto la puerta sacó su pañuelo y muy caballeroso se lo dio.

Rosmery sollozando le dijo:

—Gracias y disculpe.

—No se disculpe señora.

Cuando subieron al auto Liam le preguntó:

—¿Por qué lloras mamá?

Ella se secó las lágrimas con el pañuelo y acaricio la carita del niño:

—Ya no estoy llorando no te preocupes bebé.

Ella levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Antonio por el espejo retrovisor, entonces se sintió apenada y le dijo:

—Disculpe en verdad.

—¿Por qué se disculpa, si se está sintiendo mal lo normal es que de alguna manera se desahogue.

—Sí, bueno, es que últimamente ya no soporto a nadie en esa mansión.

—Si lo he notado, debería no volver allí.

Ella exhaló:

—De verdad crees que puedo no ir más.

—Bueno, todos saben que usted y el señor Arturo no conviven como pareja, usted está en su derecho de alejarse de su familia, parece que sigue casada con todos ellos.

—No lo sé, me gustaría irme a Inglaterra con mi familia.

—Si usted me lo permite, yo le aconsejaría que lo haga.

Rosmery lo miró con una sonrisa. A partir de ese día Antonio se convirtió en una especie de amigo para ella, poco a poco él fue ganando su confianza.

Rosmery le hizo caso a Antonio, cuando Liam se antojaba de ir a la mansión, ella lo enviaba con él y así comenzó a estar más tranquila y como ya le había agarrado confianza lo invitaba por las tardes a tomarse un café mientras charlaban por un rato.

Una tarde Liam se comió unas galletas acompañado por Rosmery y Antonio que se tomaban su acostumbrada taza de café, los tres estaban en la barra de la cocina, entonces él la invitó junto al niño a un ensayo que tenia de una banda de rock local en la que tocaba en sus ratos libres, Rosmery estaba encantada con la idea de hacer algo distinto de lo habitual y le dijo:

—No sabía que eras músico, es increíble lo poco que conocemos a las personas que nos acompañan.

—Bueno, no es habitual que el chofer se siente a beber café con la señora.

—No me digas señora, ya te he dicho que solo me digas Rosmery.

—Bien, Rosmery. Ahora volviendo al tema, toco la guitarra, el bajo y la batería, mi sueño frustrado era ser estrella de rock.

—Yo toco el violín y el piano, y Liam toca piano.

Antonio miró a Liam que seguía comiendo sus galletas y sonriendo le dijo:

—Podrías unirte a mi banda de rock, ¿te gustaría? Podrías llegar a ser una estrella de rock muy famoso.

Liam miró a su madre y se reía.

***

Últimamente cuando el señor Liam se ausentaba por algunos días, Lorenna se instalaba en la mansión apoyada de sus futuras hijastras, ella y Claret fastidiaban al niño, entonces Liam sintiéndose rechazado no quiso volver más al igual que su madre. Rosmery molesta por el trato que le hacían al pequeño se quejó con Antonio:

—Me tienen harta.

—Entonces no vuelvan a ese nido de serpientes.

—¿Y qué hago con Liam si quiere ir?

—Pues que vaya con la niñera.

Rosmery se rió y mirándolo fijamente a los ojos dijo:

—¿Siempre eres así?

—¿Así cómo?

—A todo le encuentras solución.

—Bueno, no a todo, hay cosas que me quedan difíciles de alcanzar.

—¿Qué cosas?

—¿Por qué eres tan curiosa?

—Es que me gustaría saber que son esas cosas que te parecen difíciles de alcanzar.

Antonio tuvo un suspiró involuntario.

—No lo sé, a veces son cosas materiales, otras veces no siempre, son algunas mujeres bonitas que parecen inalcanzables.

Rosmery agachó su mirada y él como cayendo en cuenta de lo que había confesado se levantó y le dijo:

—Lo siento, fue algo inapropiado lo que dije.

Rosmery se quedó cayada y él se fue para el auto.

Al rato ella fue donde estaba Antonio y lo encontró parado al lado del auto leyendo un periódico y estaba serio, entonces le dijo:

—¿Te molestó algo que dije?

—No.

—¿Entonces por qué estás tan serio? No sueles ser así, me gusta más el Antonio alegre.

—Lo siento, es solo que… —Antonio no quiso decir más pero Rosmery habló por él.

—Tú también me gustas.

Antonio se sorprendió por lo que ella dijo y sintió que se le enrojeció el rostro, entonces Rosmery se acercó a él y se paró frente suyo y levantó lentamente su mano derecha y con su boca entreabierta comenzó a acariciarle la cara mientras lo miraba con anhelo.

De un momento a otro comenzaron a darse un beso suave y delicado, como si fueran un par de adolescentes que empezaban a explorar el contacto con el otro. Ellos se olvidaron de todo alrededor y su beso se alargó, no era apasionado ni lujurioso, era la forma en que ellos empezaban a conocerse de otra manera uniéndose más.

Cuando dejaron de hacerlo se reían mirándose a los ojos, aquello parecía un locura, Antonio no pensó nunca en que eso pudiera suceder, aunque admiraba lo hermosa que era ella.

Para Rosmery Antonio era un válvula de escape que la ayudaría a hacer más soportable su solitaria vida, aunque estaba consciente que eso no perduraría, Antonio tenía esposa y tenía hijos, además en cualquier momento podrían cambiarlo de ciudad o lo asignarían de chofer a otro de los miembros de la familia; pero estaba dispuesta a vivir los momentos que la vida le permitiera con él.

—¿Cómo lo supiste? —Preguntó Antonio.

—¿Saber qué? —Él suspiró.

—Que me gustabas.

—Una mujer se da cuenta en el modo como un hombre la mira o en el modo como se comporta.

Él la abrazó y comenzó a besarla de nuevo, así la tuvo por un rato, no quería soltar sus tiernos labios ni dejar de sentir el calor de su frágil cuerpo entre sus brazos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo