Seis meses después
No podía dejar de carcajearme mientras escuchaba a Allan lanzarme maldiciones a través de su puerta cerrada. Retrocedí, hasta pegar mi espalda contra la puerta de mi habitación, sintiéndome orgullosa de haber logrado mi objetivo.
—¡Maldita sea, Gabriella! ¡Abre la puta puerta! ¿Acaso pretendes que no llegue a tiempo a tomar el vuelo? —refunfuñó, sin dejar de mover la perilla de su puerta.
Puse los ojos en blanco mientras me giraba a abrir mi puerta; estaba verdaderamente molesto, puesto que nunca solía llamarme por mi segundo nombre.
—Cuando dejes de ser un cretino, entonces te dejaré salir.
—¡Tessa! ¿Sí recuerdas que yo también estoy aquí? —gritó Teresa, golpeando la pared con ambos puños.
Una sonrisa llena de satisfacción recorrió mi rostro. Así era justo como deseaba verlos, completamente encerrados hasta que lograran resolver sus broncas.
Sus labios recorrían mi cuello, mientras yo enredaba mis dedos en su cabello. Mordí mi labio inferior, sintiendo como mi cuerpo era recorrido por un sinfín de espasmos por sus caricias.Mi espalda se encontraba presionada contra la pared al lado de los escalones, mientras que mis piernas rodeaban su cintura. Él daba pequeños pasos intentando llegar al piso superior inútilmente. Sus manos encontraron el dobladillo de mi camisa, donde la arrastró con desesperación hacia arriba, levanté mis brazos sobre mi cabeza, permitiendo que terminara por sacarla.Sus ojos barrieron mi cuerpo con lentitud, a la vez que una enorme sonrisa se abría paso en sus hinchados labios. Le regresé la sonrisa con un deje de timidez, mientras escuchaba a mi estúpido teléfono sonar en mis pantalones.Sus dedos recorrieron mi mandíbula, mientras sus oscuras piedras volcánicas continuaban observando mi cuerpo.—¿No contestarás? —arguyó mien
Ladee la cabeza incapaz de poder alejar mi mirada de la suya. Nunca la había visto, pero algo me hacía sentir que conocía esos ojos grises de toda la vida.La mujer continuaba observándome, sin perderse de cada detalle de mi rostro como si temiera que fuese a desaparecer en cualquier segundo. Tragué saliva con fuerza, mientras me sostenía del respaldo de la silla que estaba frente a ella. De pronto, mis extremidades habían dejado de funcionar, intentando casi lanzarme al suelo. No era posible, eso tenía que ser una gran casualidad.Sí. El simple hecho de que sus ojos y sus rasgos eran prácticamente idénticos a los míos, debía de ser mera casualidad.—¿Quién es usted? —argüí con voz ronca.—Soy la persona que crees que soy, Tessa —continuó hablando de forma natural—. Y necesito que me permitas hablar contigo. ¿Podemos ir a otro lugar?Negué con la cabeza una y otra vez, sintiendo de pronto como mis pulmones comenzaban a picar ante la es
Narra T.—Toc, toc.—No contestaré otra vez, Anthony —digo con exasperación.—¡Vamos T! ¡Solo quiero levantarte el ánimo! —hago una mueca de disgusto hacia mi hermano. Desde que llegué a la casa de mis padres, y derramé todo lo que había pasado en la tarde sobre mis dos hermanos, él había tratado inútilmente hacerme sentir menos miserable con sus ridículos chistes, dando en todos los intentos, un resultado desfavorable—. Toc, toc —volvió a decir.—¿Quién es? —pregunto, poniendo los ojos en blanco.Una imagen de Tessa poniendo sus hermosos ojos en blanco me llega a la mente, enviando punzadas extravagantes de dolor a mi corazón, con solo recordar su imagen. Aún no podía asimilar que se haya tenido que enterar de esa manera; me sentía peor que una mierda justo en ese momento.—La vaca que interrumpe.—¿La vaca que interr...
Él conducía tranquilamente. Llevaba una expresión relajada plasmada en su rostro. Por ratos tarareaba una canción cualquiera, a la vez que golpeaba el volante con sus pulgares. De vez en cuando me observaba por el espejo retrovisor, pero rápidamente regresaba su atención al camino; quizás miraba en mis ojos las enormes ganas que llevaba de dejarlo sin oxígeno justo en ese momento.-Sí te das cuenta que puedo llamar a la policía, ¿cierto? -digo, tocando las bolsas de mi pijama en busca de mi móvil. Frunzo el ceño al darme cuenta que no lo traigo conmigo. ¡Buen trabajo, Tessa! Llevaste el helado contigo a abrir la puerta, pero no el maldito teléfono.Lo miro sonreír a través del espejo, fue una sonrisa ladeada, llena de diversión al verme atrapada como un ratoncillo dentro de la jaula de un hambriento gato. Bajo la mirada, llevando ambas manos a mi estómago, tratando de controlar el revoloteo de mariposas. ¿Por qué mi cuerpo continuaba reaccio
Cerré mis ojos, y sostuve la secadora cerca de mi cabello. El sonido que emitía era desagradable, pero ese mismo sonido lograba distraerme de mis locos pensamientos. El cosquilleo que sentía en mi cráneo cuando pasaba el fuerte aire caliente de la secadora mientras continuaba con la ardua labor de secar mi cabello, me ayudaba a no pensar en lo que estaría haciendo Trenton en este preciso momento.¿Estaba pensando en mí? ¿Se había rendido así sin más? Llevaba más de tres meses observando mi teléfono a cada cinco segundos, esperando tan solo un mensaje, un atisbo de que él quisiera luchar para arreglar nuestra situación.Abrí mis ojos y apagué el aparato, dejándolo sobre el lavado de mi baño personal. Gruñí de frustración, ya nada me ayudaba a sacármelo de la cabeza. Estaba enojada, pensé que quería estar lejos de él, mi cabeza me lo decía, pero mi corazón no se ponía de acuerdo con ella.Escuché a lo lejos a mi celular poniénd
Narra TessaPapá nos había dado la dirección del restaurante donde sería la reunión con su supuesta novia, después simplemente desapareció de la casa sin dejar rastro. Así que me encontraba en el auto con mis hermanos, hablando sobre la posible carrera del próximo mes. Me fue inevitable no sonreír y admitir ante todos que deseaba correr otra vez; hacía mucho tiempo atrás que había dejado de sentir la adrenalina que recorría mi cuerpo cada vez que me encontraba tras el volante.—¿Estás segura, Tes? —cuestionó Theo a mi lado.Me encogí de hombros, mientras continuaba con toda mi atención en la carretera.—Alguien tiene que tomar el lugar de Trevor, ¿No es así?—No lo sé, Tessa —Alex se inclinó entre ambos asientos y me observó con el ceño fruncido—. ¿Y si vamos sólo a apostar?—No te comportes como una nena, Alex —refunfuñó Albert, dándole un manotazo en la
Narra TrentonLa pantalla no hacía más que torturarme; no podía dejar de mirarla, aviones salían, y aviones llegaban. Los minutos seguían transcurriendo sin que nadie pudiera hacer algo para detenerlos. No podía dejar de ver la hora, en 30 minutos saldría mi vuelo.Me mudaría a Washington; había aceptado el puesto que me habían ofrecido en la agencia después de haber hecho un gran trabajo en Kentucky.Kentucky... Ese lugar me traía grandes recuerdos. Definitivamente ahí viví los mejores momentos de mi vida; esos preciados momentos que conservaría en mi memoria por el resto de mis días. Pero ahora, en tan solo 28 minutos, estaría volando hacia Washington, donde me haría cargo de la agencia que el FBI tenía en ese estado.Me recosté en el sillón de la terminal del aeropuerto, solo 10 minutos más y estaría abordando ese avión. Pensaba en lo que podría estar haciendo ella en ese preciso i
Sólo me había tomado una hora y 45 minutos llegar hasta Tennessee; un pequeño temor me invadió, al pensar que Dylan se enfadaría conmigo por casi desgastar las llantas de su auto de esa manera. Me había perdido la carrera, pero el hecho de haber llegado en menos de la mitad del tiempo que le tomaba a Trent llegar hasta aquí, hacía que me sintiera complacida.Justo ahora me encontraba estacionándome frente a su casa. Apretaba el volante con tanta fuerza, que mis dedos dolían. Eran cerca de las nueve de la noche, dirigí la mirada hacia la casa, en ella, había una pequeña luz encendida en su interior.Aspiré un par de veces, mientras trataba de moverme, pero ninguno de los miembros de mi cuerpo funcionaba. ¿Y si no estaba ahí? ¿Y si simplemente había decidido olvidarse de mí? Dejé caer mi frente contra el volante, sintiéndome estúpida. Él no había enviado ni un solo mensaje en todo ese tiempo, ¿Qué me aseguraba que no estuviera con alguien más?