Bella, tras bajar las escaleras, buscó por todos lados pero no logró encontrar rastro alguno de Pedro.Creyendo que él había tenido que ir a la oficina por algún asunto, Bella marcó su número, pero solo obtuvo la indicación de que el teléfono estaba apagado.Bella entonces llamó a Miguel, pero su línea también estaba fuera de servicio.Tuvo que recurrir a la secretaría del Grupo Romero, donde le informaron que Pedro y Miguel habían tenido que viajar al extranjero por una situación de emergencia.No tenían certeza de cuándo regresarían.¡Qué coincidencia tan oportuna!Hoy se habían citado para recoger los papeles del divorcio y él terminó viajando.Bella sospechaba que quizás Pedro lo hubiera hecho a propósito, pero conociendo su manera de ser, le parecía poco probable que fuera capaz de huir de esa forma solo por no firmar el divorcio.Tras pensarlo un rato, Bella desbloqueó a Pedro de su WhatsApp y le envió un mensaje:[Pedro, ¿cómo es que de pronto te has ido de viaje? ¿Acaso piensas
Carlos era difícil de tratar, y Bella no tenía ganas de seguir discutiendo con él, así que fue directa: —Bien, ¿cuándo tienes tiempo?Carlos respondió: —Mañana, te doy dos días para que te encarges de lo del contrato.Viendo la mirada inquisitiva de Carlos, Bella preguntó con inquietud: —No estarás planeando averganzarme en público o habrás preparado alguna trampa para que caiga, ¿verdad?Carlos sonrió de manera maliciosa. —Ya te has comprometido, así que tendrás que saltar, incluso si es una trampa.Bella se quedó sin palabras.Por la tarde, Bella fue a ver al profesor Flores para formalizar el contrato.Luego regresó al Grupo de Expedición y se reunió con Carlos.—Bien, todo está resuelto. ¡Vamos a comer algo para celebrar! —dijo Carlos, de buen humor.Bella rehusó cortésmente. —No es necesario, habrá más oportunidades de comer juntos.—Pero esta es ahora —insistió Carlos—. He cancelado todos mis compromisos de hoy, así que tienes que ir.—¿Otra vez vas a usar esto para deshacerte de
—Así que de verdad quieres divorciarte de Pedro. Yo pensaba que sólo lo decías en broma. —comentó Carlos con interés.Realmente quería chismosear un poco.Bella lo miró con desagrado sin responderle.Llegaron al restaurante tailandés, que quedaba bastante apartado, tardando casi una hora en llegar en coche.—¿Teníamos que ir tan lejos por comida tailandesa? Podrías haberme llevado directamente a Tailandia. —se quejó Bella.—Tienes razón —dijo Carlos, para sorpresa de Bella—. ¿Llevas tu pasaporte encima? Podemos comprar los boletos ahora mismo.Bella se quedó sin palabras.El restaurante, a pesar de la distancia, tenía un ambiente realmente encantador, con un aroma exótico desde que se entraba.Subieron al segundo piso y Carlos escogió una mesa en el patio, rodeado de plantas y flores exóticas, con una sensación de tranquilidad en medio del bullicio.Mientras esperaban la comida, Bella revisó su WhatsApp, pero Pedro aún no le había respondido.Intentó llamarlo, pero la llamada no conect
Bella se puso de pie y se acercó a un costado, luego desbloqueó la pantalla. —Pedro, ¿qué quieres decir? ¿Cómo es que tienes que viajar por negocios? ¿No dijimos que hoy ibas a venir a recoger los papeles?La voz de Pedro sonó tan indiferente como siempre. —Han surgido algunas situaciones imprevistas.—¿Cuándo podrás regresar entonces? —Bella volvió a preguntar.Pedro resòndió: —Depende de cómo resulten las cosas, si todo sale bien, en diez días o quince.—¿Quince días?! —el repentino aumento en el volumen de la voz de Bella hizo que la gente de las mesas cercanas la mirara.Ella se apresuró a bajar el tono. —¿Cómo es que vas a tardar tanto? No estarás retrasando a propósito el divorcio, ¿verdad?Divorcio, divorcio.Pedro ya estaba harto de esas dos palabras. —Bella, llevo más de diez horas en un avión, y desde que llegué ni siquiera he podido descansar un poco, ya no puedo más. ¿No puedes dejarme que descanse primero?La furia de Bella también era grande. —¡Pues tú tienes la culpa por
De lo contrario, estaría siempre preocupada de que Carlos la engañara y ni siquiera pudiera comer tranquila.Pero no era de extrañar que fuera un lugar escogido por Carlos, la comida de ese restaurante era verdaderamente excelente, limpia y de sabor auténtico.Bella degustó los platillos sola, llenándose el estómago.Llamó al mesero, pagó la cuenta y bajó con la intención de tomar un taxi.Al pasar junto a uno de los reservados, vislumbró la puerta entreabierta y vio a Daniel rodeado de un grupo numeroso.Ellos lo brindaban y halagaban.Daniel tenía abrazada a una mujer y aceptaba con regocijo todos los brindis.Bella sacó disimuladamente su teléfono y tomó una fotografía de la escena.Por si acaso Sara aún estuviera nublada, podría enseñársela.Cuando llegó abajo, se disponía a pedir un vehículo, pero se le acercó un hombre de aspecto atlético.—Señora, suba, la llevaré a casa.Al escuchar el título y la oferta, Bella recordó que ese era Héctor, el chofer y guardaespaldas que Pedro le
—Sí, he acordado el divorcio con Pedro y, por supuesto, no puedo seguir viviendo aquí.Bella la invitó: —Fiona, cuando haya comprado una casa donde pueda instalarme, puedes renunciar y venir a vivir conmigo.Originalmente, Bella había planeado volver a casa de la familia Fernández para estar con su abuelo.Pero ahora que iba a ir al Grupo de Expedición, que quedaba demasiado lejos del pueblo de su abuelo, prefería comprar un apartamento cerca de la empresa, lo cual sería más conveniente.Al oír esto, Fiona se puso aún más nerviosa y preguntó con insistencia: —Señora, ¿qué dice de divorciarse? ¿Usted y el señor no están bien? ¿Él sabe que se va a mudar?—Se lo diré.Respondió Bella, y llamó a los dos hombres de la mudanza para que la acompañaran escaleras arriba.Ella no tenía muchas cosas. En cuanto a la ropa, Fiona ya se había encargado de una parte anteriormente. De lo que le quedaba, Bella eligió algunos modelos nuevos y prendas que le gustaban, además de algunas joyas, bolsos y pro
Pedro no respondió a las palabras de Bella, sino que le dijo con voz fría: —Tienes dos horas para volver a casa, o se acaba el trato.A Bella le molestaba el tono altivo de Pedro.Soltó una risa irónica: —No, gracias. Me gusta el dinero, pero si eso significa seguir atada a este matrimonio, prefiero pasar. Yo misma puedo ganar lo suficiente, no necesito que me uses a tu antojo.Pedro se quedó sin argumentos, evidentemente. —El peligroso incidente de hace unos días, ¿ya lo has olvidado tan pronto? —le recriminó.Olvidar, eso era imposible.Bella respondió: —Ahora que han secuestrado a Luis, ya no corro ese tipo de riesgos. Y tampoco puedo encerrarme para siempre en Villa Dragón por miedo a que pase algo.—Bella, solo te pido que vuelvas durante unos diez días, hasta que yo regrese de mi viaje de negocios. Entonces hablaremos de nosotros. —dijo Pedro, con un tono de voz cada vez más irritado.—No, ni un solo día más. —zanjó Bella.Tal vez si le hubiera hecho esa propuesta antes de que se
La aparición de Carlos atrajo muchas miradas, tanto del personal del hotel como de los huéspedes, e incluso algunos desviaban sus ojos hacia Bella.Se notó envidia en sus miradas.Bella no se sentía cómoda subiendo al coche de Carlos con tantas miradas sobre ellos, así que fingió no conocerlo y se dirigió hacia la salida.—¡Señorita Fernández!La llamó Carlos, extendiendo su mano con una sonrisa en sus ojos, que parecían expresar un cariño profundo. —Estoy aquí.Bella se quedó sin palabras.Sin cambiar su expresión indiferente, Bella se acercó a Carlos y subió al coche.Carlos no le dio importancia a su actitud y, después de cerrar la puerta del coche, se dirigió al asiento del conductor.Incluso después de que se fueran, aún quedaban algunas personas observándolos.—Carlos, ¿qué estás haciendo? Solo vamos a un bar, ¿era necesario tanto alboroto? —dijo Bella, molesta.Carlos preguntó: —¿Qué alboroto? ¿Está mal vestirme un poco más formal?Bella no pudo evitar rodar los ojos. —Carlos, n