Capítulo237
Pedro se notaba preocupado al hablar con Bella, pero ella encontró todo esto muy irónico y prefirió mantener los labios apretados sin decir nada.

—¿Qué pasó? Tiene piedras o trozos de cristal incrustados en la carne. —el médico intervino.

Pedro pensó en algo. —¿Acaso fue por el gránulo ignífugo del bote de basura?

Bella seguía sin pronunciar palabra, y el médico la regañó.

—Jovencita, sabías que estabas herida, ¿cómo pudiste ser tan descuidada? Justo cuando la herida estaba cicatrizando, volvió a sangrar y tendrás que pasar por el dolor de nuevo.

—Es que yo no sabía que mi esposa se había lastimado, usé demasiada fuerza. —Pedro aceptó la responsabilidad.

El médico, empujando sus gafas hacia abajo, miró a Pedro. —¿Eres su esposo? ¿Ni siquiera sabías que tu esposa estaba herida?

En ese momento, el todopoderoso y arrogante jefe Romero se sintió avergonzado ante las palabras del médico.

Carraspeó por vergüenza y dijo: —En ese momento la situación era bastante apremiante.

—Entonces, ¿estaba
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