Ignorando el semblante de Pedro, Bella le dijo con calma: —La familia Llona está de acuerdo con el compromiso, y a tu padre también le parece bien Natalia. Es una boda que cuenta con el respaldo de ambas familias, lo cual es algo positivo.Pedro la miró con seriedad. —¿Dices eso porque de verdad crees que la familia Llona es buena opción, o porque quieres deshacerte de mí y que no te moleste más con tu relación con Carlos?Bella no se molestó en corregir sus palabras, y simplemente respondió: —Un poco de ambas cosas.Ante esa concisa respuesta, la mirada de Pedro se ensombreció aún más. —Bella, ¿tanto miedo tienes de que yo interfiera en tu relación con Carlos?Al escuchar de nuevo el nombre de Carlos, Bella supo que continuar por ese camino solo les llevaría a una discusión.Estaba demasiado cansada para eso.—Me voy adentro.Dijo con voz inexpresiva, y sin más, entró en el vestíbulo de la casa, dejando a Pedro allí.Él observó la delicada silueta de Bella alejarse.En el pasado, cada
—¡Claro que tengo tiempo! —exclamó Carlos, entusiasmado—. ¡Terminaré rápido los asuntos pendientes y volveré a la ciudad de Mar!Bella se quedó sin palabras.Después de colgar con Carlos, Bella llamó a Elena para quedar a comer.Pero ella le dijo que tenía unos asuntos que atender y no podía acompañarla.Bella tuvo que resignarse.En realidad, Elena sí tenía algo que hacer, porque Fausto la había llamado para que fuera al hospital donde estaba ingresada Rosalía, pues querían hablar con ella.—Ya hablamos todo lo necesario antes del divorcio, no tengo tiempo para escucharlos de nuevo. —se negó Elena.Sin embargo, Fausto sacó a relucir que el director del Hospital de la Bondad se había ofrecido a ayudar y transferir a Rosalía a su centro, temiendo que Julio estuviera demasiado ocupado.Elena entendió la indirecta.O iba a verlos, o mañana trasladarían a Rosalía a su hospital.Obviamente, Elena optó por la primera opción.Antes de ir, llamó a Julio, pero debía estar en medio de una operac
Al escuchar esa retahíla de exigencias de Rosalía, Elena no pudo evitar soltar una carcajada.—Señor y señora, ¿acaso no me escuchan? O es que no me he explicado con suficiente claridad. —dijo Elena con firmeza.»No voy a volver a estar con Julio, ¡ni mucho menos voy a casarme de nuevo en su familia!»¿Prohibirme tener amigos varones, no beber alcohol, no contestar? ¿Y encima que renuncie a mi trabajo y tenga hijos? ¡Esos supuestos privilegios, mejor reservadlos para otra persona!—¡Tú...!Exclamó Rosalía, cuyo semblante se descompuso al instante.Desde el primer encontronazo con Elena, Rosalía no había conseguido llevarle la delantera ni por un momento. La rabia que acumulaba en su interior no se había disipado ni un ápice.Incluso después del divorcio de Elena y Julio, Rosalía no había logrado sacar ningún provecho.No solo Elena y sus amigos la habían puesto en su lugar, sino que encima se había atrevido a amenazarla.Y ahora, cuando Rosalía estaba dispuesta a dar una oportunidad a
Julio levantó la mirada para tratar de explicarse a Elena, pero ella ya se había marchado.Supo que no podría alcanzarla.No solo estaban separados por la distancia entre la habitación y el pasillo, sino también por la brecha entre ellos......Elena salió del hospital.Afuera, las luces de la ciudad empezaban a brillar, envolviendo la noche en un hermoso fulgor.En los edificios de enfrente, se encendían una a una las luces de las viviendas.Ella había ansiado que entre todos esos hogares acogedores hubiera una suyo.Desde que se casó con Julio, Elena había deseado de verdad que sus suegros se convirtieran en una familia.Pues había perdido a sus propios padres, y sintió que esto también era una forma de compensar el afecto familiar.Aunque ellos no estaban del todo conformes con ella, Elena creía que, con el tiempo y su esfuerzo sincero, acabarían por aceptarla.Al fin y al cabo, los corazones de la gente se abren con paciencia.Pero se había equivocado al sobreestimar sus propias fu
Al ver la expresión seria de Manuel y su actitud de defensa, Elena sintió que su corazón se llenaba de calidez.En todos estos años, a excepción de Bella, nadie más la había defendido de esa manera.—No es por lo que pasó en el centro comercial. —aclaró Elena.Le contó a Manuel brevemente la razón por la que la señora Fausto la había llamado y lo ocurrido en la habitación del hospital.—¿Quieres decir que te han pedido que te reconcilies con Julio? —Manuel captó el punto clave.Elena asintió.—Si Julio te hubiera elegido a ti en su momento, ¿te habrías reconciliado con él? —Manuel hizo esa pregunta con un tono ligeramente tenso, sin darse cuenta.Elena respondió con firmeza: —No lo haría.Suspiró con tristeza antes de continuar: —No me entristece que Julio no me haya elegido a mí, sino sentir que todos estos años de esfuerzo hayan sido una completa broma.Manuel se sintió aliviado en su interior. —Elena, no te lamentes, el que no te valore es su pérdida.«Yo sí te valoraré.»Quiso deci
De nuevo, las palabras de Manuel complacieron a Elena.Independientemente de lo buena o mala que fuera, al menos a los ojos de él, era alguien especial.—Gracias. —dijo Elena sinceramente.Manuel la miró fijamente. —Espero que algún día ya no tengas que agradecerme nada de lo que hago o digo.Elena entendió perfectamente lo que quería decir con esas palabras.Solo las personas muy cercanas podían dejar de lado las formalidades.El ambiente dentro del coche parecía haberse vuelto un poco más cálido. Elena bajó un poco la ventanilla, dirigiendo su mirada al exterior....Cuando Bella se enteró de lo ocurrido entre Elena y los padres de Julio, se enfureció.—¡Esa familia se cree demasiado importante! Pretenden hacerte volver, pero te ponen condiciones y exigencias. ¡Quién les ha dado ese derecho!»¡Menos mal que lograste alejarte de esa gente! ¡Son una familia cada cual más rara!Elena estuvo de acuerdo con las palabras de Bella, y se alegró de haber podido alejarse de esa familia.»¿Cómo
Elena cogió el teléfono y echó un vistazo. Era un mensaje de Julio.[Elena, estoy en la cafetería de la última vez, ¿podemos hablar un rato?]Bella también vio el mensaje. —¿Vas a ir a hablar con él?Elena lo pensó un momento. —Sí, voy a ir.Aunque ya habían dicho todo lo que tenían que decir, creía que era necesario recalcarle a Julio una vez más que su relación había terminado definitivamente y que no quería tener nada más que ver con ellos.Bella le preguntó: —¿Quieres que te acompañe?Elena negó con la cabeza. —Voy a ir sola.Julio era una persona reservada que no solía iniciar discusiones, así que no creía que fuera a causarle problemas.Elena se puso una chaqueta y se dirigió a la cafetería, donde Julio la estaba esperando.—Elena.Al verla, Julio la saludó.Elena asintió con la cabeza y se sentó frente a él.—He pedido un café y unos pasteles para ti. —le informó Julio, algo incómodo.Elena miró el café y los pasteles, idénticos a los de la última vez, sin saber cómo sentirse al
—No te preocupes —se apresuró a decir Julio—, cuando se calme, hablaré seriamente con ella para que se disculpe formalmente contigo.—No es necesario —lo detuvo Elena—. Julio, lo que necesito es tranquilidad y no conflictos sin fin.»Quizás mis acciones anteriores hicieron que toda tu familia me viera como imprescindible para ti, y que si tú lo propusieras, yo volvería a aceptar encantado.»Pero eso es porque no me conoces bien. Yo soy terca. Cuando amo, lo hago sin reservas, pero una vez que pierdo ese amor, no hay vuelta atrás.—Elena... —musitó él.—No te sientas culpable, al menos amé con sinceridad. —dijo ella, aunque fuera un amor unilateral.Después de beber un sorbo de café, Elena continuó: —Julio, ya no sigas haciendo cosas sin sentido. No me volveré a casar contigo, ni quiero tener nada que ver contigo. Eres un excelente médico, pero no fuiste un buen esposo.—¡Elena, te compraré regalos, invitaré a tus amigas a comer, te acompañaré a visitar a tu tía! Dime lo que quieras y l