Capítulo 451
—Hermano Pedro, veo que a la cuñada no parece importarle nada Carlos, así que no tienes por qué preocuparte tanto.

—¿Preocuparme? —respondió Pedro en tono áspero. —Ya estamos divorciados, con quién esté o deje de estar no es asunto mío.

Manuel susurró con cautela: —Ni siquiera sé quién fue el que acababa de tocar el claxon con tanta mala leche.

Una mirada fría de Pedro lo atravesó, haciendo que Manuel se estremeciera. Enseguida se apresuró a disculparse: —Sí, sí, tiene razón, hermano Pedro. Lo que haga o deje de hacer la cuñada no es cosa suya. ¡Usted es un verdadero hombre que sabe dejar las cosas atrás!

Después de unas cuantas frases más, viendo que el semblante de Pedro se oscurecía cada vez más, Manuel decidió callar.

—Hermano Pedro, quizás la cuñada sigue molesta con usted y por eso lo evita. Si hasta no poder tragarse el orgullo y llamarla o escribirle, al menos debería aparecer más por delante de ella.

Entre dientes, Pedro respondió: —Si ya dices que no quiere verme, ¿de qué se
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