Capítulo 374
Al pensar en la furiosa partida de Pedro esa tarde y en su voz áspera en la llamada telefónica de la noche, Bella no pudo evitar sentir cierta inquietud.

¿Acaso venía Pedro a ajustar cuentas?

Ella sola no podía enfrentarse a él.

Bella, ya bastante despierta, estiró sigilosamente la mano para llamar a la enfermera y hacer que se llevara a Pedro.

Pero antes de que pudiera hacerlo, él le sujetó la mano con precisión.

Aunque parecía ebrio, sus movimientos eran certeros.

—¿Qué pretendes hacer? —preguntó Pedro con una fría sonrisa.

Tal vez estaba borracho, hablaba más lento de lo habitual, sus ojos eran más lascivos y fuertes de lo habitual, dejaba claro que no era un hombre al que se pudiera enfrentar.

Bella no quiso arriesgarse a un enfrentamiento directo, así que buscó una excusa razonable: —Tengo sed, quería pedirle a la enfermera que me ayudara.

Pedro alargó el brazo y le acercó el vaso a los labios. —Bebe.

La mano de Bella seguía prisionera de la suya, y no se atrevía a forcejear. Con
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