- ¡Joder! – gruñe al verme bajar las escaleras. La intensidad de su mirada recorriéndome de pie a cabeza hace que me sienta la mujer más sexy del planeta.
- Lu, recuerda no decir palabrotas. – lo riñe Alessa. – ¡Guauuu! ¡Pareces una princesa! – chilla mirándome emocionada.
- La más sexy de todas – masculla Luke con otro gruñido y camina al pie de la escalera, esperando a que baje los últimos escalones que me quedan. – Me va a costar mucho autocontrol para no follarte esta noche frente a todos, en cada puto rincón que encuentre.
Ese susurro en mi oído cuando llego a su lado, electrifica mi cuerpo e inconscientemente imagino todo el placer que esconde tras sus palabras.
Miro mi vestido. Es realmente un precioso regalo de Luke. Es de color rojo, de corte princesa, con un escote excesivamente pronunciado, sin mangas, de tirantes finos, con la espalda descubierta hasta la cintura, y largo hasta el suelo. lo acompaño con zapatos de tacón altos y negros.
- ¿Quiénes son ustedes? – pregunto con un hilo de voz por el miedo que me provocan.- No te hagas la víctima. – dice con voz risueña el mismo que apartó las tiras de mi vestido.Es un hombre alto, de aspecto desaliñado, con una barba espesa y tiene una cicatriz en su mejilla izquierda.- Sabes por qué estoy aquí, ¿verdad? – pregunta el de la cicatriz. Al parecer los otros dos trabajan para él. Niego con la cabeza. No tengo idea de quién son. Él se ríe ante mi negativa y esa risa me provoca un escalofrío. – Debo reconocer que eres muy inteligente, tienes a ese hombre comiendo de la palma de tu mano. – dice y sé que se refiere a Luke. – Según mis investigaciones es un hombre muy rico, debes estarle sacando hasta el último peso. – dice con orgullo. No sé de qué va, pero se equivoca.- ¿Qué quieres? – pregunto. Cuando Luke vea que demoro en regresar, vendrá a buscarme.- Venganza. – dice como si fuera obvio y mi corazón corre a toda prisa. 
- ¿Te has vuelto loco? Yo no tengo tanto dinero. Además, no pienso darte ni un centavo. – cruzo mis brazos por encima del pecho.- Tú no tienes el dinero, pero tu noviecito sí. Se lo vas a robar y me lo darás. Lo quiero hoy mismo.- Ni puedo ni lo haré. – le digo. No pienso robarle a Luke, y menos esa cantidad tan desorbitante. – Yo no tengo ningún poder para acceder a su dinero.- Te equivocas. Por lo que leí, llevas su apellido, eso te convierte en algo así como su esposa.- No lo haré. – le repito.- Al menos intenté hacerlo por las buenas. Si no quieres, no me queda otra opción, tendré que usar un método que no quería – lo miro sin comprender qué es lo que dice.Camina hacia mí y me enseña una fotografía en la pantalla de su móvil. Es Alessa. Una cinta negra cubre sus ojos y una precinta oprime su boca. A su lado hay un hombre, uno de los que estaban aquella noche en la cena benéfica. Siento cómo mi cuerpo pierde la fuerza y me tam
Necesito una señal, necesito ayuda para poder salir de esta. Me está costando demasiado escuchar sus palabras y no poder contarle lo que ocurre.Pienso en Alessa, en dónde podrá estar, n tan siquiera sé si le han hecho daño. Pienso en Luke y en que le estoy rompiendo el corazón de la peor forma posible. Sé lo mucho que le duele que lo abandone robándome su dinero. Después de todo lo que me contó, estoy repitiendo el mismo proceder de su difunta esposa. A diferencia de que en este caso el dinero no es para gozarlo en unas vacaciones con un amante.Pienso en mí, en esa miserable vida que llevaba antes del accidente. Tan miserable que ahora regresa al presente revolcando mi nuevo mundo y causando daño a las personas que amo.- Luke, yo no tengo ningún amante. Jamás podría yo hacerte algo así. Tú me das todo lo que necesito – le digo con voz entrecortada por las lágrimas.- Eso no es lo que parece. ¿Todo este tiempo has estado fingiendo? – no le respondo, n
Doy vueltas por la oficina como loco. Esto no puede estar sucediendo nuevamente. Bella es diferente, ¡Joder! Esto tiene que ser un malentendido. Voy al minibar y me sirvo un trago de whisky, escupo el contenido. No me puedo creer que haya cambiado mis bebidas de aquí también. Me quedo mirando el vaso. Si ella me quiere lo suficiente como para hacer estas travesuras por mí, cómo es posible que me abandone llevándose mi dinero.Nikolai finaliza la llamada que estaba atendiendo y me sacude por los hombros.- Quiero que mantengas tu mente aquí conmigo, tenemos que descubrir qué es lo que está ocurriendo. Conocemos a Bella, algo debe estarla perturbando para que actúe de esta forma y vamos a descubrir qué es.Asiento con la cabeza, pasando mis manos por el rostro. Tengo que despejar todo rastro de dudas. Tengo que confiar en ella, es mi pecosa, mi malcriada. me niego a pensar que todo está perdido. Si tengo que seguirla y hacerla entrar en r4azón para que no me abandone
Despierto aturdida. No sé dónde estoy. Muevo mis manos, pero algo me lo impide, estoy amarrada a una silla de hierro. Intento hablar, pero un pañuelo cubre mi boca. Miro a mi alrededor, buscando una pista de dónde puedo estar.El local parece una casa en ruinas, con las paredes destruidas por la humedad y la falta de pintura. El suelo parece de tierra y el techo tiene varios agujeros. Varios hombres custodian dos puertas, supongo que en una de ellas se encuentra Alessa. Hay una mujer de cabello rojo y rizado sentada en una silla ante mí, con sus ojos llorosos y furiosos. Tiene varios tatuajes en sus manos y usa un vestido rojo demasiado corto. A pesar de ser bonita, su maquillaje es excesivo.Sin esperármelo, estampa su mano en mi rostro con un fuerte golpe que me hace girar la cara y cerrar los ojos por el dolor.- Te mereces todo lo que Mauri pueda hacerte, Samantha. – me dice con voz furiosa.Una lágrima resbala por su mejilla y la
Sarah continúa contándome lo que sucedió aquél día:- Me retuvo uno de sus secuaces, me tenía amenazada con una pistola. Yo no tenía escapatoria, pero tú sí. Si queríamos tener posibilidades futuras, una de las dos tendría que irse antes de que aparecieran el resto de los hombres de Mauri. – su mirada cambia y se llena de ira y de reproche. - Prometiste que regresarías por mí, Samantha. Y nunca lo hiciste. Dijiste que me sacarías de ese infierno o morirías en el intento. ¡Rompiste tu promesa! ¡Me abandonaste!Se levanta y empuja la silla de una patada, haciendo ruido al caer. Si yo pude escapar, ¿entonces por qué no regresé a por ella? No entiendo qué fue de mí en ese tiempo, y mi maldita mente no es capaz de recordar nada.– No sabes lo que ha sido de mí todo este tiempo, Sam. Mauri me culpó de todo y me ha mantenido como su esclava hasta hoy. Me ha humillado y me ha maltratado como no te puedes imaginar. – niega con la cabeza. Su rostro refleja miedo
Apenas llego a este solar abandonado, bajo del coche. El camino ha sido largo, hemos venido lo más rápido que hemos podido, espero que no sea demasiado tarde. Hay seis hombres custodiando el portón de la entrada, están hablando y fumando. Nos escondemos detrás de unos árboles para evitar ser vistos.- Eisner, nosotros distraeremos a esos hombres – me dice John.Saca del bolsillo trasero dos pistolas, y me tiende una de ellas. Niego con la cabeza. Lucharé a los puños, y mataré solo si es necesario. He causado varias muertes con mis propias manos, no quiero sumar más a la lista, además, no sé disparar. Él acepta mi negativa y se la entrega a Nikolai, quien de forma magistral chequea las balas y luego le quita el seguro colocándose en posición de ataque.- Mientras nosotros luchamos contra esos seis, intenta llegar hasta Bella y Alessa, nos uniremos a ustedes cuando nos hayamos desecho de ellos – me asegura mi chofer. Le hago una inclinación de cabeza en agradec
Inspecciono la herida de Nikolai. Al parecer, la bala no ha penetrado profundo en su piel, pero la sangre que comienza a salir es alarmante.- Baja la pistola, o te juro que disparo – volteo la cara para ver a Sarah caminando a paso lento hacia Mauri. Está usando la pistola que tenía el hombre que me golpeó y que ella derribó.La estancia se ha llenado de policías vestidos con chalecos antibalas. Llevo mis manos a la herida de Nikolai oprimiendo fuerte, evitando la hemorragia y este suelta un grito desgarrador.- Ambos bajen sus pistolas. No tienen escapatoria. – escucho como pide uno de los policías.- No. – dice Sarah, las lágrimas resbalando por su mejilla. – Este hombre me ha destrozado la vida, creo que la cárcel no será castigo suficiente para él.- Señorita, no se ponga en una situación más difícil. Míreme. – le pide el policía y esta lo hace sin dejar de apuntar a Mauri. – Confíe en mí. Le aseguro que pagará por todo lo que ha hecho,