Renací en el día del accidente aéreo
Renací en el día del accidente aéreo
Por: Rocío Vázquez
Capítulo 1
Cuando me di cuenta de que renací, la turbulencia ya había comenzado: las azafatas estaban entregando los paracaídas , pero al llegar a los dos asientos finales donde estábamos Clara y yo y sólo quedaban los dos últimos paracaídas, se percataron que uno de ellos estaba roto. Guillermo dudó un momento, y luego decidió entregarme el último paracaídas.

—Felicia, aquí tienes —me dijo renuente.

No lo tomé. Al contrario, retrocedí y lo rechacé:

—No lo necesito. Úsalo para salvar a Clara.

No quería volver a ser culpada por la muerte de Clara, ¡Sólo quería vivir realmente por mi misma!

Guillermo, se alivió de inmediato al oírme, y aunque me miró extrañado, igual suavizó su expresión y de inmediato le puso el paracaídas a Clara. Luego, sin disimular su alegría, me dijo:

—Felicia, eres mi prometida y yo debería salvarte. Pero, como te ofreciste a cederle a Clara el paracaídas, no te decepcionaré.

Y sin más se lanzaron del avión tomados de la mano, como si temieran que yo cambiara de opinión.

Su reacción me pareció ridícula. ¿Creía que todos se arrepentirían de sus decisiones como él? En la vida pasada, fue él quien tuvo la idea, pero luego se arrepintió. Después de saltar del avión, aunque él me cuidó todo el tiempo, tan pronto como aterrizamos, llamó al servicio de rescate para buscar a Clara lo más pronto posible. Obviamente, al caer desde esa altura, ella no tenía posibilidades de sobrevivir.

Cuando Guillermo recibió la noticia de la muerte de Clara, no mostró ningún cambio de emoción. Solo me dijo con calma:

—Era solo una persona sin importancia.

Incluso organizó todo el funeral de Clara mientras yo lidiaba con mi tristeza. Su única petición fue enterrarla junto a sus familiares, para que su alma no vagara sin rumbo.

Por supuesto, acepté esa "razonable" petición y, de hecho, por consideración, le pregunté si quería posponer la boda.

¿Cuál fue su respuesta? Tomó mi mano y me dijo con ternura:

—Felicia, casarme contigo es mi único deseo. No puedes pedir que posponga nuestra boda por un pequeño percance.

Sin embargo, más tarde comprendí por qué tenía tanta prisa por casarse conmigo: ¡quería convertirse en mi esposo legítimo solo para torturarme y vengarse de mí por esta persona "sin importancia"! ¡Quería que yo sufriera en toda mi vida por la muerte de Clara!

Pero, yo nunca lo obligué a tomar la decisión de salvarme… ¡Nunca! Entonces, ¿qué tenía que ver yo con la muerte de ella?

Esta vez, decidí cederle la oportunidad de sobrevivir a Clara, su amor. Debería de estar agradecido, ¿no?
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