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El ruido atormentaba su cabeza. Un pitillo atormentador le quitaba el aliento y la hacía sentir mareada. Lara jadeó abriendo ligeramente los ojos con tanto esfuerzo que se agotó, sintiendo un dolor en todo su cuerpo que apenas se podía mover del suelo. Allí estaba, rodeada de escombros por todos lados, cristales, algunos de ellos que habían roto la tela de su ropa y atacado su piel.

Todo palpitaba, y se desvanecía delante de ella obligándose a no perder la conciencia de nuevo.

Hizo un esfuerzo por levantar su cabeza, acostado de lado, pero fue inútil, algo caliente se desplazaba por su frente y pudo saber que era sangre. Pero más importante que eso… su barriga. Se obligó a mover su mano para tocarla escuchado sus músculos crujir y suspiró de alivio al encontrar que su cachorro estaba a salvo, y que el interior de sus muslos, aunque entumecidos, estaba seco. No había roto fuente tofavía. Sin embargo, esta dolía de una forma que la estremecía y se movía, como si su cachorro estuviera em
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